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Un grupo de turistas disfruta de las vistas desde el jardín de una casa rural. LUIS MANSO
Asturias frenará con robles la contaminación turística

Asturias frenará con robles la contaminación turística

Empresas de turismo activo, alojamientos y restaurantes mejorarán sus consumos y ofrecerán puntos de recarga gratis para vehículos eléctricos

CHELO TUYA

GIJÓN.

Martes, 14 de agosto 2018, 03:46

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Pasar un fin de semana en Asturias supone dejar 911 kilogramos de CO2. Solo por venir en avión, desplazarse por la región en un vehículo diésel y alojarse en un establecimiento de cuatro o cinco estrellas. A la cifra hay que sumar el consumo energético de las empresas que visiten, ya sean de turismo activo o restaurantes. En dinero, se supone que con diez euros se podría compensar la huella de carbono de ese fin de semana turístico transformando el dinero en árboles.

Esa es la propuesta del Clúster de Turismo Rural de Asturias. Integrado por sesenta empresas del sector turístico, alojamientos, restaurantes y turismo activo, el ente quiere implantar la marca turística 'Carbono Neutral'.

«En principio, hemos solicitado la colaboración del Principado, ya que es la primera vez que se pone sobre la mesa una propuesta de huella de carbono a nivel regional». Luis Baldó, de la directiva del Clúster, explica que «hay iniciativas de empresas o de alguna zona concreta en otras partes del país, pero ninguna comunidad ha puesto en marcha algo similar». De hecho, el Ayuntamiento de Gijón tiene en su web una aplicación que permite calcular la huella de carbono y compensarla con proyectos en entidades sin ánimo de lucro.

200.000 euros

Las cuentas del proyecto del Clúster rural -«que hemos hecho en colaboración con el de energía»- cifran en 200.000 euros la cantidad necesaria para ponerlo en marcha. Un desembolso que no se considera «excesivo» y que no tendría por qué realizarse «de una vez... El proceso es largo», explica Baldó.

Los contactos con el Gobierno regional han sido «satisfactorios», hasta el punto de que el propio consejero de Industria, Empleo y Turismo, Isaac Pola, destacó las ventajas de esta posible marca turística ante la Secretaria de Estado. Lo hizo el día en que Isabel Oliver presidió el Día del Turismo en la Feria Internacional de Muestras de Asturias (Fidma).

«A todo el mundo le ha entusiasmado la idea, porque el proyecto es bueno y va en la línea de lo que todos queremos: disminuir la contaminación», recordó Baldó. Un proyecto que tiene una doble vertiente. «En primer lugar, las empresas participantes realizarán las mejoras necesarias para tener un consumo energético eficiente. No se llegará nunca a la huella cero, pero el objetivo es disminuirla al máximo».

Además, los participantes en el proyecto ofrecerán «cargadores gratuitos para los vehículos eléctricos». Serán equipos de carga lenta, que necesitan un mínimo de seis horas para completar la batería. «Son los que más se ajustan al presupuesto del proyecto y el que sirve para los clientes. El coche lo pueden recargar durante la noche si se ha alojado en una casa rural, o mientras hace el descenso del Sella o, incluso, mientras visita un llagar. Porque nuestra red cubre casi todo el territorio. Ahora mismo tenemos empresas de Luarca a Llanes».

Una vez que las empresas tengan las herramientas necesarias para un consumo eficiente, que será auditado, se pondrá en marcha la aplicación para que el propio turista sepa, en el momento mismo de hacer la reserva, «cuál es la huella de carbono que dejará en su visita y cómo puede compensarla».

La idea del Clúster de Turismo Rural de Asturias es «convertir los kilos de CO2 dejados aquí en árboles». Por el momento, no se ha hecho el cálculo de la proporción de huella de carbono y su compensación en árboles, «pero, algunos estudios que se han hecho indican que compensar la huella de carbono dejada durante su visita por una pareja que pase un fin de semana en un alojamiento rural asturiano no llega a diez euros».

En cuanto al tipo de arbolado de nueva generación, los artífices de la nueva marca turística no tienen ninguna idea cerrada. «En principio, pensamos en robles, pero el proyecto lo desarrollaremos con las entidades especializadas en la conservación de la naturaleza», aclaró Luis Baldó. En ese sentido, «será el Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas) el que nos diga qué árboles son necesarios y dónde. No se trata de plantar por plantar».

La idea de los empresarios es poder implantar la marca turística «este mismo año», para comenzar «cuanto antes» a trocar la huella de carbono en otra arborífera.

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