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Dos de las voluntarias del Archivo Histórico Diocesano bucean en los libros parroquiales en busca de partidas que acrediten el origen de los emigrantes. Pablo Nosti.
Ley de nietos

Asturias registra más de 38.000 peticiones de nacionalidad de familiares de emigrantes

El Archivo Diocesano se encuentra «desbordado» de solicitudes del extranjero desde hace tres años. La ley de memoria democrática abrió un plazo para acreditar parentescos que acaba de expirar

Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:30

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Miles de historias de dolor y distancia, pero también de trabajo y anhelos, descansan protegidas del polvo y el olvido, custodiadas en compactos armarios automatizados y dotados con un sistema de extinción de incendios especialmente diseñado para no dañar el papel en el Archivo Histórico Diocesano.

Allí reposan los libros más antiguos de 1.006 parroquias asturianas, porque otras 56 los han perdido parcial o totalmente, pasto del fuego, las inundaciones, la Francesada, la Revolución de Octubre, la Guerra... Partidas de bautismo, confirmación, matrimonio y defunción que arrancan en el siglo XVI y que ahora se han convertido en la llave para que miles de descendientes de emigrantes asturianos obtengan la nacionalidad española.

13.020 personas

aportaron algún dato que permitió iniciar una investigación sobre sus antepasados asturianos

Allí, en la Corrada del Obispo, en pleno corazón de Oviedo, un equipo que no llega a la veintena de voluntarios -de profesores a estudiantes pasando por obreros del metal- lleva tres años trabajando «a destajo, de lunes a viernes, fines de semana y veranos incluidos», intentando dar respuesta a las miles de solicitudes recibidas desde que entró en vigor la Ley de Memoria Democrática, popularmente conocida como 'Ley de nietos'.

«Llevamos tres años desbordados, porque, desde octubre de 2022, hemos registrado en torno a 38.000 solicitudes emitidas tanto por mail, fundamentalmente, como por carta ordinaria o, incluso, de forma presencial», confirma Juan José Tuñón, responsable del Archivo Diocesano, que ha llegado a recibir «hasta 450 correos electrónicos en un solo día», procedentes de países como Filipinas, Panamá, Cuba, Paraguay, Estados Unidos, Canadá, México, Chile o Argentina, pero también de Europa.

«Ahora estamos al día, pero hemos estado bloqueados, con meses de retraso ante tanta demanda. Hemos atendido entre 40 y 50 llamadas diarias. El teléfono sonaba sin parar», cuenta el archivero. Y, al otro lado del océano, gentes que necesitaban -a veces, desesperadamente, «muy nerviosos»- rastrear sus orígenes y «no tenían otra forma de hacerlo, porque los registros civiles no se crearon hasta 1870 y, a partir de ese año, no en todos los concejos se conservan». Aunque, en algunos casos, «varias de esas solicitudes buscaban a una misma persona, pero procedían de peticionarios diferentes. Ha llegado a ocurrir que nos han solicitado la misma partida de bautismo descendientes de un emigrante que viven en cuatro países distintos, cuatro ramas de una familia a las que hemos podido poner en contacto».

En el conjunto de España, la avalancha es tal que ha colapsado los consulados y, como acaba de confirmar el propio ministro de Exteriores, José Manuel Albares, son ya más de un millón los descendientes de exiliados o emigrantes españoles que han pedido la nacionalidad, mientras que 1,3 millones más han pedido cita para entregar su documentación.

«Como buscar una aguja en un pajar»

Pero, para llegar hasta una partida que acredite que alguno de sus antepasados nació en Llanes o Tineo, en Ribadedeva o Pesoz, la labor es, en muchas ocasiones, «como buscar una aguja en un pajar. Una tarea lenta e ingente que la mayor parte de la gente desconoce mientras piensa que es tan simple como entrar a un ordenador y pulsar una tecla».

Luis Huerres, ante la esquela que permitió localizar a un asturiano que emigró a Argentina, uno de los paises que registra más solicitudes.

«El problema es que hay que localizar una partida entre esos fondos de 1.006 parroquias, de los cuales la mayor parte no tienen índices, porque eran libros parroquiales y entonces no se hacían. Y eso significa que hay que ir buscando parroquia por parroquia, libro por libro y folio por folio, con letras y abreviaturas que hay que descifrar o daños en la tinta causados por el paso de los años, dentro de la horquilla de tiempo aproximada que nos proporcionan los solicitantes», apunta Juan José Tuñón.

«Y a eso se suma que, en la mayoría de los casos, la gente acude solicitando una partida de bautismo con fechas y datos muy imprecisos, sin conocer siquiera cuál es la parroquia de origen de su antepasado, que nunca llegó a decírsela», precisa el archivero, que añade que, además, «hay muchos sitios en Asturias en los que se repiten los nombres de los barrios y los pueblos y mucha gente que pone simplemente que su abuelo era de Oviedo, que era la provincia civil entonces».

Y un último obstáculo, pero no menor: «Muchos de los asturianos que tuvieron que exiliarse se registran en el país de destino con otros apellidos, porque salieron de aquí en condiciones políticas, sociales y económicas muy complejas. Así que, a veces, la petición no coincide con el apellido que consta en el Archivo. Y otras, por ejemplo, hay problemas en el consulado del país correspondiente porque en un sitio está escrito con 'b' y en otro, con 'v', que se utilizaban indistintamente, lo que nos obliga a hacer una apostilla aclarándolo». Por no hablar de quien se ha presentado «con un documento del siglo XVII falsificado por un escribano pagado en Cartagena de Indias para acceder a un cargo público. Un señor de EE UU que nos volvió locos insistiendo en que tenía unos vínculos familiares que no existían».

Por la izquierda, detrás, Juan José Tuñón (responsable del Archivo Histórico Diocesano), Javier Racionero, Juan Pablo Rodríguez, Luis Huerres y Juan Allonca. Delante, Fini Ruiz, Elena Rendón, Marta Elena Díaz, Luz Tamés y Tere Cañal. Pablo Nosti.

Lágrimas de emoción e intentos de fraude

Así que la estrategia que han tenido que seguir los voluntarios es organizarse por áreas geográficas para poder acotar cada petición, «de tal manera que los apellidos de una determinada zona ya les van sonando y pueden ubicarla mejor en función de las parroquias donde más se repiten». Y la casuística es de lo más variada, desde quien salió de un hospicio rumbo a América hasta quien huyó del servicio militar.

Con todos esos factores complicando una labor casi detectivesca, del total de solicitudes, exclusivamente 13.020 han aportado algún dato del que poder tirar para continuar la búsqueda y, finalmente, más de 9.000 han conseguido la partida eclesiástica que acredita la asturianía de su linaje, que debe ser firmada y sellada por el responsable del Archivo y por el canciller secretario de la Diócesis, en calidad de notario eclesiástico, antes de que le sea remitida al solicitante por correo postal.

El plazo para presentar solicitudes finalizó el pasado octubre, pero aún continúan tramitándose algunas de ellas.

Y eso gracias a que, cuando la búsqueda en los libros parroquiales se les resiste, acuden a otras fuentes documentales y «páginas web históricas, como aquellas en las que figuran las listas de prófugos y desertores, o publicaciones de prensa, en las que buscar alguna pista», cuenta Luis Huerres, uno de los voluntarios, que dio con César, el abuelo de una mujer argentina, a partir de una esquela de 1931.

«Había venido en persona y se echó a llorar, muy emocionada, cuando lo encontramos. Insistió también en hacerse una foto conmigo para que sus hijos viesen a la persona que los había ayudado», recuerda sobre uno de los casos que más tiempo le llevó resolver.

500.000 personas

ya han conseguido la nacionalidad por esta vía en el conjunto de España

«Y tampoco faltaron los intentos de fraude, con supuestos investigadores que prometían ayudarles en la búsqueda a cambio de dinero y nunca llegaron a investigar nada, así que el trabajo terminó recayendo en nosotros», apunta Juan Allonca, estudiante de Historia y el voluntario más joven a sus 21 años.

En toda España, según los datos de Exteriores, ya se le ha otorgado la nacionalidad por esta vía a medio millón de personas y únicamente se ha denegado al 2% del total de las peticiones. Y en el Archivo Histórico Diocesano, como en las oficinas consulares, se quejan de que «nadie, desde las instancias públicas, se ha preocupado de ver cómo se iba a realizar todo este trabajo. Se ha ocupado de todo la Diócesis, pero estamos muy satisfechos, porque nos han contado historias familiares muy duras, de personas que han tenido que recorrer mucho en la vida, y no hablamos solo de kilómetros. Y porque, al final, esto es un acto de justicia con todos esos asturianos que un día tuvieron que marchar, dejando su tierra atrás», y con sus nietos, quizá pensando en volver.

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