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El alma de Jimi Pérez, eterna en Soto del Barco
Recuerdo. El teatro Clarín y la Casa de Cultura de San Juan de La Arena se quedaron pequeños para descubrir el busto y la placa en homenaje al alcalde fallecido hace un año
Policía, electricista, desbrozador, animador en las navidades de la pandemia con su disfraz de la Patrulla Canina, creador de nuevos sistemas antivelutina, alcalde, vecino... pero, sobre todo, una persona que «siempre estaba dispuesta a ayudar» independientemente de la hora del día que fuera. Todo, y mucho más, eso era Jaime Pérez Lorente, Jimi, cuyo recuerdo brilló ayer en la localidad de la que estaba «enamorado» gracias al homenaje que el Ayuntamiento, familiares, amigos y vecinos le rindieron en Soto y San Juan de La Arena en el aniversario de su fallecimiento, del que el concejo aún sigue recuperándose.
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Su viuda, María Fernández, junto al alcalde, José Manuel Lozano, descubrieron en un teatro Clarín, que se quedó pequeño, el busto de bronce esculpido por la artista Carmen Peláez, quien destacó el buen hacer de Pérez Lorente y su capacidad para ayudar en todo lo que estuviera en su mano siempre.
El teatro, que era «su segunda casa», se convirtió ayer en un templo dedicado a Jimi a través de un sentido homenaje donde palabras y fotografías del alcalde en sus momentos más felices hicieron florecer la emoción de todos los presentes. Entre ellos, su amiga Marga Llano, quien pronunció unas palabras cargadas de sentimiento para recordar la figura de alguien que «nunca quiso homenajes ni premios».
Llano recordó su primer contacto con Jimi, precisamente a través del teatro, y con su madre Margarita, concejala de Cultura por aquel entonces. «En seguida me echaron una mano en todo lo que pudieron. Siguió ayudándome a cambio de nada», aseguró Marga, conteniendo una emoción que resultaba difícil que no se desbordara.
Y es que si en algo coinciden todos quienes lo conocieron es que Jimi, que «se definía como un enamorado de Soto del Barco y sus gentes», siempre quiso «que le trataran como un vecino más de su concejo». «Era como un niño y como un padre a la vez. Te llenaba con la ilusión de un niño y te hacía sentir la fortaleza que infunde un padre», por lo que su ausencia, un año después de aquel negro día, sigue pesando en todos a quienes ayudó.
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Con el fin de no olvidar esa cara «amable y dispuesta» que siempre presentaba, su imagen ya reposa en el teatro Clarín como también lo hace en la Casa de Cultura de San Juan de La Arena donde se descubrió una placa conmemorativa en su memoria. «Vamos a conseguir que el proyecto que tanto le ilusionó sea una realidad. Consideramos que esa es la mejor forma de honrar su obra y su recuerdo», afirmó emocionado el alcalde José Manuel Lozano.
Ese recuerdo ya es una realidad material aunque seguirá presente en el corazón de muchos sotobarquenses.
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