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Si hay un momento clave que marca el antes y el después en la carrera de cualquier médico ese es, sin duda, el examen ... MIR. Lo saben bien Elvira Trelles, Alberto Hernández y Marta Fernández-Miranda, tres jóvenes castrillonenses que acaban de superar con éxito la prueba que les permitirá elegir la especialidad a la que dedicarse, al menos, los próximos cuatro años.
Pese a que las posibilidades son múltiples y ninguno ha tomado una decisión firme, los tres ya han iniciado un cribado de especialidades. En el caso de Elvira la elección está «entre varias» como Cirugía y Radiología, mientras que Marta se encuentra estudiando aquellas especialidades de la rama médico-quirúrgica como Dermatología u Oftalmología. Por su parte, Alberto cuenta que le llama especialmente la atención Neurología. «Es una especialidad que la odias o te encanta, no tiene término medio. Yo soy el raro al que le gusta», afirma. Su pasión por la especialidad surgió en el Hospital San Agustín «un verano que roté en prácticas. Me empezó a llamar mucho y siempre me ha interesado la enfermedad neurológica y la investigación que tiene detrás».
Aunque la decisión no esté clara para ninguno, de lo que no hay duda es del esfuerzo que los tres han realizado y los frutos recibidos esta semana al recibir las calificaciones definitivas. Con unos puestos de 847, 290 y 129 sobre 13.692 licenciados y más de un año de dura preparación, los tres admiten, con cierta incredulidad aún, sentirse contentos de haber pasado una prueba en la que «juegan muchos factores».
De lo que ninguno duda es de algo indispensable que los tres comparten: La vocación. «Desde que era pequeño ya tuve contacto con una enfermedad que tuvo mi madre. Desde entonces siempre me gustó ayudar a la gente y quería combinar esto con la rama de las ciencias, que siempre me interesó», comenta Alberto, para quien las visitas frecuentes al hospital y la implicación de los profesionales sembró la semilla de su curiosidad por este mundo.
«Muy muy de pequeña quería dar el tiempo en la tele y cuando se me pasó ya fue medicina. Siempre me gustó y me llamó mucho la atención», cuenta Marta que, al igual que Elvira, ha estado siempre en contacto con la profesión, dado que algunos de sus familiares se dedican a ella.
A las ganas por trabajar se une también la calidad de vida, por lo que los tres admiten tener bastante claro que les gustaría ejercer la residencia en el norte. «Medicina es una de las carreras que te permite tener estabilidad laboral», comenta Alberto. Y aunque haya especialidades que «llaman más la atención y en las que se valora mucho la calidad de vida. No por ello vamos a tener menos vocación», como destaca Elvira. De ello, no cabe duda.
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