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Ángel Manteca, Laura Faba, Isabel Carrera, José Montejo, Ana Coto y Rosa Sainz. La consejera de Educación, Carmen Suárez, siguió el concierto desde la primera fila. MARIO ROJAS MARIO ROJAS
Los científicos reclaman más fondos y mejor gestión para la investigación
Semana de la Ciencia

Los científicos reclaman más fondos y mejor gestión para la investigación

Investigadores de la Universidad de Oviedo plantean la fuga de cerebros y la rigidez del sistema como lastres para realizar su trabajo

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

OVIEDO.

Viernes, 15 de noviembre 2019, 02:02

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«Los investigadores en España no hacen ciencia, sino milagros», afirmaba Margarita Salas meses antes de su muerte. Con motivo de la celebración, hoy, de la festividad de San Alberto Magno, patrón de los científicos, EL COMERCIO reúne a seis investigadores de la Universidad de Oviedo para conocer hasta qué punto esa frase se ajusta a la realidad española -especialmente cuando la inestabilidad política condiciona los recursos a la investigación- y qué otras carencias nos diferencian de países de nuestro entorno. La conclusión general es que se necesitan no solo más fondos para dedicarlos a ese campo, sino una mejor gestión de los mismos y una simplificación del sistema de convocatorias, que más que ayudar, complican su tarea.

Ana Coto, profesora titular de Morfología y Biología Celular, que coordina el grupo multidisciplinar cROS, dedicado al estudio del envejecimiento, es elocuente al expresar que «los científicos españoles somos muy creativos, hacemos de la necesidad virtud y no solo por la poca financiación, sobre todo por la falta de personal para realizar las investigaciones». A este problema se añade la rigidez de un sistema en el que cada proyecto debe ajustarse a los objetivos iniciales renunciando a «las posibilidades alternativas que surgen de otras líneas, con lo que tienes que abandonar una investigación que podría dar resultados interesantes».

Esa rigidez en el apoyo a proyectos también es señalada por Ángel Manteca, profesor titular de Microbiología, cuyo grupo estudia los neutracéuticos y compuestos bioactivos en la alimentación. «La financiación es muy irregular y las convocatorias no tienen una periodicidad clara, suelen ser cortoplacistas, y debes enlazar los proyectos con meses sin financiar. Es una carrera de fondo», detalla. Coincide en esa apreciación José Montejo, profesor ayudante doctor e investigador de Ciencias Experimentales: «La sensación que tenemos es que la ciencia sigue sin ser una prioridad, no se percibe como una inversión a largo-medio plazo. Aún así, se investiga con calidad: el milagro de Salas».

Atracción de talentos

Rosa Sainz, profesora titular de Morfología y Biología Celular, investiga los mecanismos celulares de progresión tumoral y es secretaria del Instituto Universitario de Oncología. Cree que «la cuestión es la errónea gestión de los recursos que dificulta la estabilización del personal investigador» y pone el dedo en la llaga de un asunto que subrayarán sus colegas, el de la fuga de cerebros: «Formamos trabajadores altamente cualificados y después de haber invertido en ellos dejamos que se vayan y entreguen su talento a otros países». Esa fuga es el principal problema con el que se encuentra uno de los grupos punteros de la Universidad, el vinculado al CERN y el LHC (el Acelerador de Partículas de Ginebra), donde participa Isidro González Caballero, titular de Física Atómica y Molecular: «Nuestra dificultad es la atracción de talentos, tenemos estudiantes excepcionales y el problema no es solo retenerlos, sino ofrecerles un entorno estable y adecuado si retornan. A los que se quedan les damos las gracias cada día», apunta.

Formarse y trabajar fuera de España es una oportunidad que no deben desdeñar los jóvenes investigadores, comparten la mayoría de los científicos consultados. Ellos lo han hecho y en ocasiones la estancia en otros países les ha servido también para constatar algo menos positivo, como señala Laura Faba, profesora del área de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente. «Cuando sales te das cuenta de que España no es puntera ni mucho menos, la financiación es complicada, a nivel privado hay pocas empresas que se involucren en una investigación básica -la que se realiza en la Universidad- y a ello se une la inestabilidad presupuestaria en lo público: temporadas precarias con otras que repunta», enumera.

La 'utilidad' social de los proyectos investigadores o su aplicación más o menos inmediata puede incidir también en su avance. Germán León, profesor titular de Teoría de la Señal que trabaja en nuevos diseños para antenas y satélites 5G, admite que en su área las condiciones de los jóvenes científicos son mejores que en otras. «Algo más fácil en ciencias aplicadas. Así, de nuestros seis doctorandos la mitad trabaja en la Universidad; la otra en la empresa privada y pueden seguir investigando».

En el campo humanístico, la catedrática de Filología Inglesa Isabel Carrera, investigadora del grupo Intersecciones sobre género y transculturalidad, remarca el interés práctico de sus estudios: «La investigación humanística nos enseña a conocernos como seres humanos, individual y colectivamente. Sirve para entender el mundo contemporáneo y sus conflictos», detalla. Y pone el ejemplo del concepto de 'género', surgido en las humanidades «y aplicable hoy a todas las ciencias, de la medicina al urbanismo».

Más visibles son los resultados que busca el equipo de Rosa Sainz sobre el cáncer: «El esfuerzo en un laboratorio al final se va a traducir en rentabilidad para el estado a nivel sanitario y en bienestar social. Para nosotros lo importante no es si vamos a tener contrato el año que viene, sino que podamos mejorar con nuestra tarea la vida de un paciente», aclara. Aunque hablar de resultados no siempre sirve en ciencia. Investigando en el Acelerador de Partículas, como González Caballero, «son impredecibles y no se puede asegurar que haya retorno económico: es una inversión en conocimiento sobre cómo funciona la naturaleza. Es algo difícil de explicar a un político», señala con desazón.

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