Policía Nacional de Gijón y la UME buscan en 2016 los restos de Maritrini y su hija en el solar en el que se levantaba la casa en la residían en Matadeón de los Oteros (León). Joaquín Pañeda
Asturias

Las claves del caso de Maritrini y su bebé: un crimen que puede estar a punto de resolverse

Investigación ·

La UDEV y la jueza Ana López Pandiella llevan años trabajando para saber dónde están los restos de la madre y la hija desaparecidas hace casi cuatro décadas. Solo ellos las buscan

Olaya Suárez

Gijón

Sábado, 1 de noviembre 2025, 13:25

La funesta vida de Maritrini Suardíaz se resume en un solo apunte: sus familiares tardaron quince años en interponer la denuncia por su desaparición. ... Fue su hermano quien en 2002 acudió a la Comisaría de la Policía Nacional de Gijón explicando que no sabía nada de ella ni de su bebé, Beatriz, que de bebé ya no tendría nada. De hecho Beatriz, cuando se interpuso la denuncia, tendría 16 años y Maritrini, 39. La última vez que supo de ellas fue en 1987.

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El por qué no comunicó la ausencia mucho antes hay que buscarlo en una existencia familiar muy complicada, en un paso marcado por los problemas de sus padres (entonces ya fallecidos), en estancias en centros de asistencia social de los dos hermanos y en una vida en los márgenes de la sociedad en la que el hecho de que te echen en falta es más fácil que tenerte presente.

Maritrini Suardíaz.

El tiempo trascurrido, la lejanía de los hechos, no hizo prioritario investigar esa desaparición de la madre y la hija. Se hicieron entonces algunas averiguaciones, sin ningún éxito, y el caso quedó guardado en un cajón. Hasta que años después, la sensibilidad del entonces jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) y de sus agentes por los temas relacionados con personas desaparecidas les hicieron poner los ojos en Maritrini y Beatriz, hasta entonces invisibles para el sistema. Impulsaron los trabajos, realizaron averiguaciones, comprobaciones y todos les llevaban en la misma dirección: no se trataba de una ausencia voluntaria. Las sospechas se cernieron sobre Antonio María da Silva, conocido como 'el portugués', marido y padre de las desaparecidas. Contrabandista, con un carácter violento, un pasado turbio y un gran interrogante: ¿Por qué no comunicó que Maritrini y la niña habían desaparecido? Sobre el paradero de las dos dio explicaciones vagas, inconexas y sobre todo, muy alertantes.

En 2016 la jueza de Instrucción número 4 de Gijón, Ana López Pandiella, muy implicada en el asunto, autorizaba la movilización de la Unidad Militar de Emergencia para inspeccionar los restos de la vivienda de Matadeón de los Oteros (León) en la que vivía por temporadas el matrominio y su hija. Se levantó el suelo para inspeccionar un sótano en el que se sospechaba que podrían estar los restos mortales. Los vecinos relataron a los investigadores que habían visto varias veces al 'portugués' fabricando cemento a la puerta de casa para cuando a Maritrini y al bebé se les había perdido el rastro. Encontraron documentación y enseres. Pero no lo que buscaban.

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Inspección en la vivienda de Berbes (Ribadesella) en 2018. n Nel Acebal

Pasaron otros dos años hasta que se pudo realizar una gestión importante: revisar otra casa del matrimonio, la de Berbes, en Ribadesella, que había quedado como si sus moradores hubiesen salido corriendo con lo puesto. Como así fue. Cartas, documentación, ropa, objetos personales, juguetes, una cuna con las sábanas puestas... Y escondido en el suelo de una construcción adyacente, un zulo del tamaño de un cuerpo. Estaba vacío y una de las hipótesis que se manejó es que fuese utilizado para ocultar las armas con las que Antonio María da Silva supuestamente traficaba. Los vecinos de la localidad pusieron sobre otra pista a los agentes: el 'portugués' había arrojado dos coches al fondo de una balsa de espatoflúor. Los cadáveres podrían estar en el interior. Por entonces, esas gestiones no fueron autorizadas.

38 años de impunidad

Ahora, siete años después, con un nuevo grupo de la UDEV que mantiene el mismo interés por llegar hasta el final, el juzgado ha reabierto la causa, ha autorizado la búsqueda por parte de los buzos de la Policía y una vez constatada en las últimas semanas la presencia de esos dos vehículos, se procederá a movilizar los medios necesarios para sacarlos hasta tierra firme. Un paso definitivo que podría poner fin a 38 años de impunidad.

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En la historia de la desaparición de Maritrini y su hija Beatriz solo hay unos protagonistas: los policías nacionales y la jueza que se han empeñado en hacer justicia en lo más puro del concepto, en darles una dignidad a la madre y a la hija que no pudieron tener en vida. Pero en la muerte, en mitad de la tragedia, tienen a personas que se han empeñado en darles honra y que no caigan en el olvido.

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