Cuando ir al colegio es «un acto de resistencia»
Jóvenes palestinas defienden la importancia de la educación con «una forma de mantener la esperanza» para su pueblo
Una joven da saltos de alegría. Abraza a su madre. Tras una larga espera ha conocido sus notas finales de Bachillerato y son buenas. La imagen podría suceder en cualquier lugar del mundo. Pero esta joven es palestina, pudo hacer sus exámenes finales en julio pese a que el sistema educativo palestino ha sido destruido, gracias a los refugios y tiendas de campaña que se habilitaron para ello, y ahora mismo ni siquiera tiene claro si podrá ir a la universidad. Quizás puede hacerlo online.
Un repleto salón de actos de la Facultad de Educación y Formación del Profesorado ha visto estas imágenes. Y ha escuchado a L. y M., dos jóvenes palestinas que han contado cuál es la situación de su pueblo, de sus familias y, sobre todo, cuál es la situación de los miles de niños y jóvenes que quieren seguir estudiando. Para todo ellos, para Palestina, la educación se ha convertido en una «forma de mantener la esperanza», de «mantener viva la memoria de nuestras familias y nuestro pueblo», de «decir que seguimos aquí, seguimos soñando».
Solo así se entiende que pese a los dos años de bombardeos y destrucción sigan eligiendo ir a clase en tiendas de campaña y que los profesores no falten pese a que muchos no cobren. Que estén dispuestos a «pasar por controles y checkpoints», que se arriesguen a que «les miren los móviles y las mochilas y poder ser detenidos sin motivo ninguno, aunque sean menores». Que vayan pese al riesgo a que «hay disparos a la entrada o a la salida».
L. y M. han participado en la Jornada con Palestina organizada por el grupo de Uniovi por Palestina de la Facultad de Formación del Profesorado, con la colaboración de la propia facultad, la Universidad, Mas Paz, Acción en red y Musoc.
La jornada arrancó con una mesa redonda en la que Ahmad Refat Tawfiq, que salió de Cisjordania en 1967 y nunca más pudo regresar, dejó muy claro que «el conflicto no empezó el 7 de octubre de 2023, sino que lo hizo a principios del siglo XX, cuando empezaron a llegar los barcos de judíos de Europa a Palestina». Desde entonces, Ahmad repasó la larga historia de ataques y ocupación hasta el momento actual.
«Hamas nació en 1987», explicó. «Para entonces, ya había miles de palestinos muertos». Habló Ahmad del muro que protege a los colonos judíos y convierte «Cisjordania en una cárcel» y dejó muy clara su decepción con Europa, que «mira para otro lado mientras no solo Palestina sino toda la humanidad pierde».
Luego habló L., que nació en Gijón, hija de gazatíes, graduada en la Universidad de Oviedo en Administración y Dirección de Empresas. Y M., que salió de Jerusalén cuando tenía apenas un año, mientras que la mayor parte de su familia continúa en Cisjordania. Ella estudia Pedagogía en Oviedo. Una es musulmana y la otra católica, quisieron explicar. Ambas explicaron cuánto les costaría hoy llegar hasta sus familias. Ambas hablaron de la resistencia del pueblo palestino, de cuántos han salido a estudiar, de los que pudieron volver para «formar a las nuevas generaciones», de lo que supone ir a un colegio de refugiados en tu propio país... Y cómo, pese a todo, «lo más admirable de nuestro pueblo es la capacidad para seguir adelante, para mantener la esperanza de volver a ser libres».
Durante la jornada hubo también lecturas compartidas, la proyección de la película 'El maestro' y una comida solidaria con mujeres refugiadas palestinas.