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Día histórico. Rafael Fernández, en la imagen de arriba, en el momento de prometer el cargo. A la derecha, con el ministro de Presidencia, Rodríguez Inciarte. E. C.
La concordia como legado político

La concordia como legado político

40 aniversario. El 17 de mayo se cumplen cuatro décadas de la toma de posesión de Rafael Fernández como primer presidente del Principado de Asturias

Ana Moriyón

Gijón

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Lunes, 16 de mayo 2022, 03:17

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Este marten se cumplen 40 años de la toma de posesión de Rafael Fernández (1913-2010) como primer presidente del Principado de Asturias. Una jornada histórica para esta región que supuso el inicio de su camino en la España de las autonomías tras décadas de centralismo por la dictadura y en la que se confío en las virtudes del abogado ovetense -que había sido consejero de Hacienda del Consejo Interprovincial de Asturias y León, creado por la República el 24 de diciembre de 1936, y exiliado a México durante toda la dictadura- para asumir tal misión. Lo hizo rozando los 70 años, con gran talante conciliador y máximo respeto al Estado. «Dentro de la Constitución, todo; fuera de la Constitución, nada», declaró en su toma de posesión, en la que estuvo presente el entonces ministro de Presidencia, Matías Rodríguez Incierta, y numerosas autoridades académicas, militares y políticas de la época.

Supo conjugar como nadie su defensa a la España de las autonomías y el respeto a los poderes del Estado -cuestión sobre la que hizo especial hincapié en su discurso de toma posesión-, y hacerlo además con un espíritu conciliador que le permitió acercarse a los sectores más críticos y suturar viejas heridas, incluso con la Iglesia. Muy comentada fue, de hecho, su imagen de rodillas en el Santuario de Covadonga.

Aquel talante marcó, por encima de cualquier otra facultad, su contribución al proceso autonómico del Principado. Fue sin lugar a duda su mayor legado a la política asturiana y así dan cuenta de ello quienes le acompañaron en aquel primer Gobierno; pero también quienes le sustituyeron apenas un año después -en 1983 se convocaron las primeras elecciones autonómicas para las que el PSOE sustituyó a Fernández por Pedro de Silva, que ganó los comicios- y quienes están ahora al frente del Principado. «Supo, no solo con gestos, sino con obras, transmitir la necesidad de la conciliación. Fue su mayor aportación. Fue, en aquellos momentos, capaz de suturar enfrentamientos del pasado y ser reconocido como un excelente conciliador incluso por sectores con los que discrepaba profundamente y que habían sido, en el pasado, más que adversarios, incluso enemigos ideológicamente hablando», recuerda Bernardo Fernández, quien le acompañó como consejero de Presidencia durante aquel ejercicio, para después mantener las mismas responsabilidades con el Gobierno de Pedro de Silva. «Rafael Fernández puso en marcha todo un programa, al que luego puso continuidad Pedro de Silva, que marcó durante muchos años la evolución de Asturias», rememora.

El propio Pedro de Silva recuerda cómo «Rafael, sin dejar nunca de ser leal a su partido, limó la hosquedad de éste hacia los poderes sociales, políticos, económicos y religiosos de la sociedad asturiana, obteniendo a la recíproca para el PSOE una cierta respetabilidad en ámbitos inéditos» fomentando, rememora, «un clima de concordia inesperado en una Asturias sometida a fuertes tensiones sociales».

Bajo este «modelo de consenso» que De Silva cree que únicamente Rafael Fernández hubiera podido lograr, patroneó primero el Consejo Regional Autonómico y, tras la aprobación del Estatuto de Autonomía, formó ya un gobierno que, en poco más de un año, «emprendió programas ambiciosos y bien concebidos, que en no pocos capítulos fueron proseguidos, y mantuvo en todo momento la dignidad institucional de la región». Una labor que Pedro de Silva, como su sucesor -y quien mantuvo la mitad de sus consejeros «sin que nadie me forzara a hacerlo»- le agradece.

«Libertad y democracia»

Como también lo hace el actual presidente del Principado, Adrián Barbón, quien lamenta que en ocasiones se «olvide» el papel de Fernández como primer presidente autonómico. Barbón destaca de su figura su «esfuerzo constante de diálogo para demostrar que la convivencia en libertad y democracia era una posibilidad real, no el camino al caos que auguraban quienes añoraban el franquismo». En su opinión, de hecho, Fernández «cumplió con creces ese objetivo» y en Asturias «fue la encarnación de la reconciliación y la concordia».

El también secretario general de la FSA quiso, además, hacer balance de estas cuatro décadas de desarrollo de la comunidad autónoma y puso en valor «todo lo que Asturias ha cambiado durante estos 40 años, con las sucesivas ampliaciones competenciales. El balance es netamente positivo».

En estos momentos, añade, «cuando hay fuerzas que cuestionan el Estado autonómico -que es el modelo previsto en la Constitución-, que propugnan la involución para regresar al centralismo y acabar con las comunidades autónomas, hay que recordar que este período ha sido una etapa fructífera. De grandes desafíos, sin duda, pero también de grandes logros». Y en este sentido, Barbón enumera desde la sanidad y la educación, pasando por los servicios sociales que existen en el Principado y que «jamás hubiesen alcanzado su calidad actual sin el desarrollo autonómico».

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