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Personal sanitario en el interior de la UCI habilitada en el gimnasio de rehabilitación del HUCA. PABLO LORENZANA
Coronavirus en Asturias

El personal sanitario, agotado en la segunda ola, reclama más recursos humanos y mejor gestión

Advierten del riesgo de una tercera oleada en época de gripe, en enero, y creen que «ya no hay excusa para no estar preparados»

EVA FANJUL

GIJÓN.

Lunes, 7 de diciembre 2020, 01:27

Agotamiento psíquico. Este es el común denominador de los sanitarios asturianos tras nueve meses de pandemia. Al estrés del trabajo y el cansancio acumulados se suman otros problemas derivados de la inestabilidad laboral, la incertidumbre y lo que califican como «falta de previsión en la gestión de la crisis». La experiencia vivida hasta ahora les llena de preocupación ante la más que probable llegada de una tercera ola de la covid-19. «Nuestra impresión es que no se está trasladado a la población el riesgo tremendo que puede suponer la desescalada que se avecina con las reuniones familiares y sociales. Así que nos sentimos ante un escenario conocido y tememos que ente mediados y finales de enero nos vamos a encontrar con la tercera ola en época de gripe», asegura Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC) y médico del centro de salud de El Cristo, en Oviedo. «Nos da mucho miedo porque percibimos el cansancio en los ciudadanos, muchos incluso se resisten ya a guardar cuarentena, y el agotamiento del sistema sanitario. Yo no sé si en Asturias podremos aguantar una tercera ola como esta segunda porque ha sido extremadamente intensa en Atención Primaria la presión asistencial fue muy alta, con mucha sobrecarga física y emocional», asegura Tranche.

En los hospitales asturianos se da por sentado que llegará esa nueva oleada de la covid y lo hará de una forma parecida a la actual. «Todo dependerá de la incidencia. Nosotros estamos preparados, es nuestro trabajo y solo pedimos que gestores y políticos, hagan el suyo. Se ha perdido humanidad y calidad asistencial por la falta de gestión y de medios, con pacientes esperando horas e incluso días en una camilla de un pasillo de Urgencias a ser ingresados. Eso nos cabrea y nos frustra, porque no depende de nosotros y, además, tenemos que dar la cara», reprocha Natalia Iglesias, médico de Urgencias del Hospital de Cabueñes. Para Iglesias, además de la saturación y la falta de medios, uno de los principales problemas que la pandemia ha evidenciado en Asturias, es que se trata de «una comunidad muy envejecida y con mucha patología crónica en la que faltan centros para este tipo de pacientes».

«Tenemos muchos hospitales de agudos, pero no para crónicos y no es lo mismo, muchos llegan a las urgencias de los hospitales y no tienen criterio de ingreso», precisa. Considera que urge invertir en «la creación de una red sociosanitaria que permita atender a estos pacientes en condiciones. Solo las familias que tienen dinero podrán pagar un centro privado o tener asistencia a domicilio», explica. Habla de «resignación» ante la tercera ola. «Aquí estaremos, rezando para que la incidencia no sea muy alta», apunta. Ese cansancio psicológico «afecta, y mucho, a todos los profesionales sanitarios», incide Juan Alberto García Cachero, médico de Urgencias del Hospital Álvarez-Buylla, en Mieres. «Además de covid hay otras patologías. Tener que hacer pruebas a todos los pacientes genera una situación de estrés enorme porque el trabajo se ralentiza a la espera de los resultados».

Miedo y resignación

Solo espera que la siguiente fase de la pandemia «nos dé una tregua y tarde en llegar, porque la gente está agotada física y psíquicamente. Al final aguantaremos, pero puede ser muy duro». García critica la «ambigüedad» de las indicaciones que las autoridades sanitarias están dando a la ciudadanía para las navidades: «Son solo recomendaciones que dan lugar a interpretaciones y eso puede llevar a que la gente se mueva y se propague la infección». Opina que la clave para bajar la incidencia de esa tercera ola está en «el diagnóstico precoz y el aislamiento». Para ello considera indispensable practicar test de antígenos de manera generalizada, que «no va a sustituir a la PCR como prueba diagnóstica estándar, pero van a aportar rapidez, son más baratos y pueden repetirse las veces que hagan falta».

Lo positivo de la lucha contra la covid es «el compañerismo», asegura Pablo Espiñeira. Para este enfermero de la planta sexta sur del Hospital San Agustín de Avilés, «el apoyo de todo su equipo, desde las compañeras a la supervisora, es vital para afrontar el día a día frente a la covid». Lo que lamenta es la falta de «consideración» hacia el personal. Asegura que, después de la primera ola, « ya se sabía que no había personal de enfermería y en verano prescindieron de la gente que estábamos en covid, no se hicieron contratos y anduvieron jugando, especularon con nosotros, eso fue lo que más me dolió». Cuando llegó la segunda ola, «tuvieron que repescar a toda esa gente y muchos se fueron a la sanidad privada o se marcharon».

Uno de los grandes problemas de la falta de personal de enfermería se constató cuando las UCI se desbordaron, lo que obligó a habilitar camas de críticos en nuevos espacios. Esto llevó a la movilización forzosa de muchos profesionales, como David García, enfermero del servicio de endoscopias del Hospital de Cangas del Narcea que desde hace poco más de un mes fue trasladado a la UCI del HUCA. «Yo tengo el perfil de UVI, pero hacía muchos años que no trabajaba en intensivos, así que cuando me lo dijeron me sentí angustiado, muy mal», explica.

«Es una sensación como la del que va a la guerra. Una vez allí te vas calmando aunque la principio tienes la sensación de que estorbas más que nada. Luego con la ayuda de las compañeras vas cogiendo el ritmo, pero es duro y hay gente que lo pasa muy mal», añade García.

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