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Juan José Fernández, decano del Colegio de Minas, con María Teresa Mallada, María Belarmina Díaz y Jorge Loredo, antes de la mesa redonda celebrada en Oviedo. P. LORENZANA
«La cuenca carbonífera central es un embalse subterráneo con agua de muy buena calidad»

«La cuenca carbonífera central es un embalse subterráneo con agua de muy buena calidad»

Jorge Loredo, catedrático de la Escuela de Minas, propone su utilización para paliar la escasez en épocas de sequía

MARCO MENÉNDEZ

GIJÓN.

Jueves, 5 de octubre 2017, 02:52

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En momentos de escasez hay que agudizar el ingenio y actualmente una de las necesidades que hay es la de agua, debido, en buena parte, al cambio climático. Los embalses cada vez están más vacíos y hay que buscar alternativas. Jorge Loredo, catedrático de la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de la Universidad de Oviedo, puso ayer una alternativa encima de la mesa: «La cuenca carbonífera central es un embalse subterráneo con agua de muy buena calidad y muy grande. Tiene un vertido anual de 40 millones de metros cúbicos, casi tanto como el conjunto de los embalses de Tanes y Rioseco», explicó poco antes de participar en la mesa redonda 'El aprovechamiento del agua de mina en Asturias. Solución a los problemas de abastecimiento en épocas de sequía en la zona central', junto a María Belarmina Díaz, directora general de Minas y Energía del Principado, y María Teresa Mallada, presidenta de Hunosa.

Loredo apunta que «la calidad del agua no es igual en cada mina inundada, aunque en todas es buena». «En algunos casos cumple los requisitos de la normativa y en otros es necesario hacerle un poco de tratamiento. Pero se puede destinar a muchos usos». No se trata solo del consumo humano, sino que hay otras necesidades de agua: la industria, el riego de calles y, por ejemplo, el mantenimiento del caudal ecológico en los ríos.

Las ventajas de aprovechar el agua de las minas en desuso e inundadas pasan porque «la infraestructura ya está hecha, frente a un embalse superficial, no tiene el problema de la evaporación del agua durante el verano y se puede regular el caudal», explica este catedrático. Es cierto que este aprovechamiento tendrá un coste importante, pero Loredo recuerda que «ahora ya se utiliza el agua caliente de las minas, con instalaciones geotérmicas en las dependencias de la Universidad en Mieres o en el hospital mierense. Ahora, con más sequía, el agua escasea y este recurso se está desperdiciando».

Otra ventaja es que estos embalses subterráneos «están muy cerca de los sitios de consumo». No solo son las cuencas del Caudal y el Nalón, sino que Loredo también habla de La Camocha, en Gijón, que «es más pequeña, con unos tres millones de metros cúbicos de agua. Su calidad también es peor, pero se puede aprovechar para la limpieza de calles y otros usos, en lugar de hacerlo con agua de la traída general».

En España ya hay un proyecto similar, como es el aprovechamiento del lago que generó el abandono de la mina de lignito de Meirama, una explotación a cielo abierto que ahora puede paliar la necesidad de agua en La Coruña.

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