«Multas al minuto» por aparcar en la zona del aparcamiento subterráneo de Sama

Cerco a los coches mal aparcados detrás del Ayuntamiento de Langreo, en Sama. Desde el pasado lunes es casi imposible estacionar en el entorno del aparcamiento subterráneo, ya que un agente de la Policía Local vigila la zona para que se cumpla la normativa; esto es, que vecinos y visitantes no dejen su coche en los alrededores. Como prueba de ello, el asfalto ha sido pintado con líneas amarillas. Esta medida -que choca con la costumbre del vecindario, dado que durante un largo periodo de tiempo sí ha estado permitido aparcar- ha supuesto la eliminación de unas veinticinco plazas de aparcamiento. La iniciativa no es nueva. Llevaba varios días anunciada.

Así, los agentes han colocado numerosos carteles informativos en los portales y en los establecimientos hosteleros en los que se avisaba de que «a partir del lunes 4 de agosto se procederá a la vigilancia de las posibles infracciones de tráfico en las calles Aurelio Delbrouck, Trafalgar y Plaza Nespral, aplicando las medidas correctoras pertinentes si fuera menester».

Los vecinos reconocen la existencia de dichos avisos, pero algunos como Jacinto Díaz explicaba: «Estábamos acostumbrados a dejar el coche aquí unos minutos para hacer un recado; no me fije en los papeles y ahora estoy denunciado».

Y es que las principales críticas se centraban ayer en lo que consideran una «vigilancia excesiva. Están al acecho, lo dejas un minuto y ya tienes la receta», indicaba Luis García, quien aseguraba: «Me libré por los pelos porque ya venía por mí».

Licencia de actividad

Asimismo, el Ayuntamiento de Langreo continúa adelante con la autorización de los trámites necesarios para que, en el menor tiempo posible, se pueda poner en servicio el aparcamiento subterráneo de este distrito. Ayer se aprobó en junta de gobierno conceder la licencia de apertura de dicho equipamiento para que, una vez resuelto el segundo concurso de adjudicación de la gestión, el estacionamiento pueda ponerse en servicio.

Se trata de un aparcamiento de 83 plazas, cuyo coste de ejecución ascendió a 2,5 millones. El Ayuntamiento privatiza su explotación para vincularla a la gestión de una zona azul gratuita.

El primer concurso se acotó a centros especiales de empleo y, tras quedar desierto, se abrió a todo tipo de empresas. Tal y como avanzó EL COMERCIO, había una empresa madrileña interesada en hacerse cargo de su gestión. Las primeras previsiones para las tarifas establecían un bono mensual de sesenta euros y tarifas de unos dos céntimos por minuto.