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Estado en que se encuentra el conjunto funerario y minero una vez culminada la restauración.
Mieres, territorio arqueológico

Mieres, territorio arqueológico

La asociación Santa Bárbara culmina la recuperación del cementerio protestante y del socavón anexo

Alejandro Fuente

Lunes, 11 de julio 2016, 18:23

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Se va a cumplir casi un año desde que la Asociación Minera y Cultural Santa Bárbara de Mieres comenzara los trabajos. Era en el mes de agosto cuando varios de sus miembros se disponían a redescubrir una pequeña parcela de la historia industrial del concejo e iniciaban la labor de recuperación del cementerio protestante (calvinista, más concretamente) ubicado en El Cantu la Escrita en la parroquia de La Rebollá. El recinto estaba lleno de maleza y era imperceptible para quienes circulaban por la carreta nacional 630. Hace poco, los componentes del grupo de arqueología industrial culminaban la obra de recuperación de este conjunto funerario y de otro elemento patrimonial que se encuentra justo al lado, un socavón minero que se podrá conocer en breve. Y es que ambos elementos se van a incorporar a la ruta de visitas turísticas incluidas en el denominado Territorio Museo de Mieres.

El arquitecto José Ramón Fernández Molina quien fue el responsable de la rehabilitación del Pozo Santa Bárbara de Turón les ha bautizado como los marines del patrimonio. Son José Luis Soto, Ángel Iglesias, Gumersindo Fernández y Rolando Díez; muchas veces están capitaneados por el presidente de la asociación, Felipe Burón. Han trabajado de forma altruista y voluntaria con un único objetivo: recuperar elementos característicos y abandonados en el municipio.

«Ha sido un trabajo ingente, muchas horas de esfuerzo y de compromiso», señalaba Burón visiblemente satisfecho con la labor desarrollada. «En este tiempo ya vimos que este elemento suscitaba mucho interés entre vecinos y visitantes», añadía. Ubicado junto a la mencionada carretera y frente al polígono industrial Fábrica de Mieres, durante las jornadas de recuperación «había muchos coches que se paraban en el arcén y cuyos ocupantes querían conocer qué era aquello».

Se tuvo que quitar maleza y troncos; después, reparar los elementos arquitectónicos y adecentar la zona. Sin haber acabado con esta labor, enseguida iniciaron la recuperación del socavón. El proyecto comenzó a coger forma el pasado mes de febrero y fue en mayo cuando metieron una marcha más. «Entendemos que este conjunto es doblemente enriquecedor ya que en un lado se encuentra el cementerio con un importante valor histórico y arquitectónico y en el otro se encuentra una de las explotaciones mineras más antiguas que se conoce de la cuenca del Caudal», explicaba Felipe Burón.

«Se trata de un trabajo que está siendo también muy reconocido por nuestros vecinos; de hecho, lo hacemos para que ellos disfruten de este tipo de construcciones y para que puedan conocer su historia». Y es que enseguida se instalarán paneles informativos tras realizar también una labor de investigación. Burón y José Luis Soto indican que prevén inaugurar esta obra en las primeras semanas de septiembre. «Esperamos contar con la presencia de la familia de Numa Guilhou (1814-1890)». Su tumba se encuentra en este cementerio; fue el fundador de Fábrica de Mieres y uno de los artífices del despegue minero e industrial de la región en el siglo XIX. Rolando Díaz, quien se encarga de la fundamental tarea de investigar, afirma que está acreditado que la primera tumba de este cementerio data de 1860, de la mujer de un fundidor de Trubia. En el centro se encuentra la de Guilhou.

«La mayoría eran franceses e ingleses, que desarrollaron su labor industrial en Mieres, que aquí se quedaron y que aquí murieron». El proyecto se quiere completar con la adecuación de una senda en zigzag que discurre desde lo alto del barrio de Les Pieces, «donde residían los ingenieros de la Fábrica».

Últimos retoques

El socavón del Cantu la Escrita data del siglo XIX. El colectivo tomó como referencia los trabajos realizados en otra bocamina de montaña, en el socavón de La Rebaldana, en Turón, junto al pozo Santa Bárbara. Soto anunciaba que en breve se instalarán ya los remates para acabar la obra. Estos días pudieron colocar una vagoneta donada por Mina Julita de Lena, empresa que quiere abrir una explotación de carbón coquizable en la Cobertoria. «La verdad es que es de destacar la colaboración que hemos encontrado con esta compañía», reconocían. En breve se colocará una portilla en la entrada de la antigua explotación y sus correspondientes paneles informativos.

Y no pararán aquí. Felipe Burón señala que se continuará trabajando en el estudio de los más de 150.000 negativos legados por la familia del turonés José Muñiz de Turón; son imágenes que retratan la historia del valle entre los años 40 y los 80. «Después, una vez hayamos organizado nuestras fiestas y la cabalgata de Reyes, buscaremos algo en lo que excavar», señalaba.

Este activo grupo arqueológico industrial mierense lleva años sin detenerse. En junio de 2014 se inauguraba el mencionado socavón de La Rebaldana tras dos años de intenso trabajo. Esta mina, casi borrada del paisaje, constituía el inicio del Grupo de Montaña Santa Bárbara, germen del posterior pozo ahora Bien de Interés Cultural (BIC), siendo el primer nivel del total de cuatro pisos de explotación; estuvo en producción desde su apertura hace prácticamente un siglo (en 1913) hasta la profundización de los dos pozos verticales en 1919. No obstante, sus planos y trincheras se siguieron utilizando para la elevación de estériles desde los pozos a la escombrera del grupo San Pedro.

El julio del 2015 se finalizaba la recuperación de El Cargaderu, como se conocía popularmente la bocamina del Grupo de Minería de Montaña San Víctor en Turón. Su restauración estuvo también respaldada por el grupo de arqueología industrial de la asociación Santa Bárbara y fue llevada a cabo por la empresa Sánchez y Lago.

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