«Los tres estaban nerviosos y asustados; fue un rescate complicado, pero salió bien»

El reloj estaba apunto de marcar las ocho de la tarde del sábado. A esa hora, en el concejo de Sobrescobio, su alcalde, Marcelino Martínez, se disponía a abrir la puerta de su casa cuando observó una luz en el pico Cuyargayos, sobre la localidad de Ladines. En ese momento sonó su teléfono móvil; la llamada le avisaba de que una pareja con un niño se había desorientado en la zona, donde ya era de noche, y los bomberos estaban tratando de localizarlos.

La pareja de montañeros y su hijo, de 8 años, se encontraban en una zona de difícil acceso, en un terreno escarpado y de mucha pendiente y les era imposible descender por sus propios medios. Llegaron ahí tras despistar al avistar por la zona a un lobo persiguiendo a dos rebecos. Los bomberos iban equipados con mantas térmicas por si al llegar a la cumbre no encontraban el sendero de bajada y tenían que pasar la noche en la montaña.

El alcalde coyán quiso ayudar y llamó al equipo de bomberos. «Llamé y les dije que el concejal Iván Rodríguez y yo conocíamos bien la zona donde se encontraban, que se podía ascender y luego bajar por un sendero ganadero», explica Martínez. El plan les pareció seguro. «Me dijeron que nos esperaban en la cumbre y allí fuimos», agrega. Así que en cuestión de minutos el alcalde y el concejal emprendieron la marcha. Al llegar, explica Martínez, se encontraron a los tres, una mujer y un hombre y al menor, todos ellos de Castrillón, «nerviosos y asustados».

Tras intentar tranquilizarlos el grupo inició el descenso. «Fue complicado, íbamos lentos para no salirnos del sendero y, afortunadamente, al final llegamos todos bien», indica el alcaide coyán. Un final feliz tras horas de angustia; el centro de coordinación de emergencias recibió el aviso a las 18.48 horas, los bomberos los localizaron a las 20.44 y los rescatados llegaron a la zona donde tenían su coche estacionado a la una y media de la madrugada.

El alcalde de Sobrescobio aprovechó la ocasión para pedir «responsabilidad» a la hora de ir a la montaña. «Son 14 kilómetros de ruta, complicada, hay que planificarla y hacerla con tiempo y además, con luz», subraya. Se da la circunstancia de que en 2014 un montañero madrileño perdía la vida al caer por un desnivel de 250 metros mientras recorría la ruta del Cuyargayos.