Una nueva vida en Asturias tras la dana: «La gente de Villaviciosa se ha volcado para tener una nueva oportunidad»
Una familia afectada vive desde entonces en Asturias y relata cómo ha sido el duro proceso: «Perdimos a mi suegro, amigos... Fue y sigue siendo terrible»
Han pasado 365 días desde que Susana Torres, su marido, Julián Villaescusa, y sus hijos, Enrique y Ana María, vieron cómo la dana que azotó Valencia les arrebataba todo, incluso a un miembro de su familia. Ahora viven en Villaviciosa, en Asturias, donde encontraron «una nueva oportunidad».
Ha transcurrido un año, pero lo sienten «como si hubiese sido ayer». El 29 de octubre de 2024 no sólo perdieron sus propiedades, sus negocios y sus recuerdos de toda una vida, sino lo que más sufrimiento les produjo: al padre de Julián.
Por mucho que pasen los días, el dolor sigue intacto y se lleva «como se puede, vamos tirando poco a poco». El recuerdo del suegro de Susana está más presente que nunca. «Pobrecito mi suegro, tan bueno que era», lamenta, emocionada.
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Julián también era el nombre de su suegro, se llamaba igual que su marido. Padre e hijo siempre fueron «uña y carne, estaban muy unidos», cuenta. Cuando se desató la dana, su suegro, que vivía en la zona de Massanassa, en una planta baja junto a su suegra, vieron cómo el agua les inundaba toda la casa. «Incluso mi suegro pudo ver antes de morir cómo a otro vecino se lo llevaba el agua. Tuvieron, en principio, la fortuna de que fueron rescatados y trasladados a un lugar seguro», explica Torres. Sin embargo, el choque emocional para Julián fue tan fuerte, que «falleció de un infarto poco después. El haber visto el trabajo de toda su vida y todos sus recuerdos destrozados lo mató. No pudo superarlo», relata, muy afectada esta valenciana.
Para su esposo «nada ha sido igual desde entonces. Él está muy mal todavía, no lo supera. Sufrimos mucho y fue muy traumático para toda la familia», dice Susana. Una familia que está casi toda en Valencia. «Somos como cincuenta entre tíos, primos, hermanos, sobrinos... Y sólo estamos en Asturias nosotros cuatro: mi marido y mis hijos», explica.
Para los hijos de Susana tampoco nada ha sido fácil desde que ocurrió esta tragedia. «A día de hoy mis dos hijos lo llevan fatal. Sobre todo mi hija. Ella sufrió un bajón que solo era llorar y llorar y decir que le faltaba su abuelo y que lo echaba mucho de menos. Lo ha pasado fatal. El chiquillo, al ser más mayor, parecía o aparentaba ser más fuerte y no hablaba mucho de ello, pero sé que ambos lo llevan muy mal, la verdad. Hoy por hoy no se puede tener en casa una conversación sobre la dana porque se me ponen a llorar», confiesa.
En Villaviciosa, Susana, Julián y sus dos hijos han tenido la oportunidad de asentarse. Y aunque desde hace dos años ya tenían a su cargo la cafetería La Crema de la localidad maliaya, no fue hasta después de la dana cuando Susana abrió una peluquería y se quedaron aquí definitivamente. Ella es peluquera y en Valencia, en la localidad de Albal, regentaba el mismo tipo de negocio, «pero lo perdí todo». Fue entonces cuando en marzo de este año decidió abrir Peluquería y Estética Susy. «Lo pude hacer gracias principalmente a Pepa, la dueña del local que, sin conocerme de nada, me dio la oportunidad y me abrió los brazos desde un principio. Y luego también gracias a la solidaridad de la gente, que me ayudó a volver a empezar aquí, en Villaviciosa. Después de todo lo que nos había pasado, no tenía ninguna motivación para volver a empezar, pero siempre hay que seguir viviendo», indica.
Desde que abrió su negocio en Villaviciosa «las muestras de cariño no han parado. Aquí la gente se ha volcado con nosotros, nos ha tratado muy bien y nos ha hecho sentir siempre como en casa. Y hay que recalcar que Valencia se ha ido recuperando gracias también a esa solidaridad. Porque las instituciones y los políticos no han hecho suficiente. No lo han hecho», critica Susana.
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«Perdimos muchos amigos»
«Durante la dana los valencianos nos sentimos abandonados, nos sentimos solos -añade-. El Gobierno no hizo por nosotros lo que tenía que haber hecho. Hay muchísima gente como nosotros que lo perdimos todo, y nadie les ayudó. Es triste, pero si hemos salido adelante ha sido gracias a otras personas, a los voluntarios, que se volcaron sin esperar nada a cambio», asegura.
Susana Torres recuerda que en la tragedia de la dana «también perdimos a muchos amigos. Y aunque ha pasado ya un año, todavía cuando voy a Valencia veo que todo sigue medianamente igual... Es que voy a Valencia y vuelvo a Asturias malísima, con un dolor que es difícil de explicar. No quiero ir, pero sigo yendo por mi familia, que está allá. Ahora mismo están arreglando, sobre todo, los ascensores para la gente mayor, que los necesita. Pero todo lo demás se ve casi igual», afirma con tristeza.
Según Susana, «la ayuda la necesitábamos sobre todo al principio, y muchos nos sentimos solos y desamparados. Ahora ya es poco lo que se puede hacer». En el fondo Susana sólo espera poder olvidar «esa pesadilla» que vivieron hace un año. «Ojalá pudiéramos simplemente borrar de la mente esos momentos», subraya.
Oficialmente se contabilizan 229 víctimas mortales de la dana de Valencia, pero Susana asegura que «las víctimas reales son muchas más, pero muchas más, muchas vidas han quedado partidas».
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