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Acceso a las instalaciones del centro penitenciario de Asturias. PABLO LORENZANA
El decomiso de droga en la cárcel se reduce a pesar de la existencia de un mercado negro

El decomiso de droga en la cárcel se reduce a pesar de la existencia de un mercado negro

Se incauta un 68% menos de hachís, cocaína y heroína que en 2013. El centro dice haber atajado las sobredosis más que todas las demás cárceles

RAMÓN MUÑIZ

GIJÓN.

Domingo, 22 de julio 2018, 04:56

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Las estadísticas sirven para medir una realidad o distorsionarla. Está comprobado por ejemplo que registrar cuántas multas pone cada agente y vincular a ello parte de su salario tiene como consecuencia un inmediato incremento de las infracciones sancionadas. Los números resultantes sugerirían un empeoramiento brusco y generalizado del comportamiento de los conductores, conclusión que sería errónea.

Leer las estadísticas que produce la cárcel de Asturias exige cautelas similares. Ocurre con las incautaciones de droga, por ejemplo. En 2013 los guardas aprehendieron 1.324,57 gramos de hachís, marihuana, cocaína, heroína y otras sustancias susceptibles de pasar por una báscula. En términos de vigilancia y control de la población reclusa fue una cosecha tan buena que no se ha vuelto a repetir. Un año después los funcionarios decomisaron la mitad de esas estupefacientes y desde entonces las retiradas oscilan entre los 357 gramos y los 412 del pasado año.

Es decir, los vigilantes se están incautando un 68% menos de estas drogas. Una lectura apresurada del dato identificaría esa progresión con una merma del mercado negro de los estupefacientes en la penitenciaria. La impresión de los funcionarios, representantes laborales y terapeutas consultados es la contraria. «La droga corre por la cárcel, en los últimos años ha entrado incluso en los módulos de la UTE, pero está claro que no se encuentra lo que no se busca», apunta uno de los trabajadores. «La dirección actual no quiere saber nada de las estupefacientes; tiene un enfrentamiento abierto con la UTE y para vencer le interesa dar la imagen de que aquí no hay problema de drogas», agrega otro.

Ambos aluden a las Unidades Terapéuticas y Educacionales (UTE), módulos que antes eran libres de droga. Los internos que accedían a entrar en este régimen se comprometían a no consumir ni comerciar, romper con relaciones tóxicas con sus amigos y familiares e involucrarse en una serie de dinámicas con psicólogos y terapeutas para ir incorporando hábitos saludables y alejarse de las estupefacientes. Una de las bases del éxito de este modelo pasaba por el hecho de que los terapeutas tenían el control sobre quién entraba y quién era expulsado de estos pabellones, lo que garantizaba una selección de reos comprometidos. Con la llegada del PP al Gobierno central la dirección de la prisión recuperó esa facultad y dio un golpe de timón. Por un lado, empezó a introducir en los pabellones libres de drogas a reos que no habían solicitado ese cambio, que querían seguir consumiendo y vendiendo. Por otro, apadrinó los denominados como módulos de respeto, que tienen una disciplina más laxa, no buscan la desintoxicación, y donde los reos con más influencia sobre el grupo ejercen de intermediarios con la dirección.

La apuesta ha tenido sus consecuencias. Entre 2012 y 2016 fallecieron veinte presos en la cárcel, nueve de ellos por sobredosis. En 2015 se contabilizaron oficialmente seis episodios de sobredosis, problema que llegó a los once casos en 2016. Fue todo un récord, un número que ponía en cuestión la política que se estaba aplicando con la UTE, toda vez que se situaba como el cuarto centro con más sobredosis del país.

Evolución sin precedentes

La dirección tomó nota y en 2017 remitió a Instituciones Penitenciarias un informe según el cual ese año no se produjo ni una sola sobredosis. De darlo por bueno, supondría una gestión tan exitosa como extraña. Analizados los datos de todo el país entre 2015 y 2017, resulta que ninguna de las otras 69 prisiones que gestiona Instituciones Penitenciarias ha logrado pasar de once intoxicaciones a cero en un solo curso. «Es imposible, sobredosis se produjeron el año pasado, por más que el registro oficial no lo reconozca», repiten los funcionarios consultados.

Al margen de los registros elaborados por la dirección, hay señales evidentes de la fuerza que tiene el mercado negro de la droga en la cárcel asturiana. El caso del 'preso resucitado' es un indicio. Los médicos dieron erróneamente por muerto al reo Gonzalo Montoya; las analíticas que se le practicaron una vez constatado que estaba vivo encontraron rastros de cocaína, heroína, metadona, barbitúricos y hachís en su organismo.

También es significativo el declive del programa de metadona. El pasado año solo 139 internos se apuntaron a este tratamiento, lo que supone la mitad de los que se sometían al mismo en 2013. ¿El motivo? «Si en el mercado negro pueden abastecerse con facilidad de la heroína, ¿para qué van a querer un sustitutivo?», explican los trabajadores.

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