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El historiador británico Henry Kamen. ÓSCAR CHAMORRO
«Es imposible demostrar la existencia de don Pelayo»

«Es imposible demostrar la existencia de don Pelayo»

El historiador Henry Kamen asegura que las dinastías reales siempre han sido rechazadas por los españoles a causa de su origen extranjero

Antonio Paniagua

Lunes, 2 de marzo 2020, 18:22

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El historiador británico Henry Kamen se ha propuesto desbrozar la historia y separar el mito de la realidad. Para desilusión de Vox, que ha hecho de la Reconquista 'leitmotiv' de su discurso, duda muchísimo de la existencia misma de don Pelayo. Felipe II no designó a Madrid como capital de la nación, sino que se limitó a trasladar allí a su corte y gobierno. Y en el siglo XVII el pueblo no se relamía ante la quema de herejes y judaizantes en los autos de fe. Esta fantasía es producto de la imaginación de los novelistas, pues el público en aquella época no era tan entusiasta ni numeroso en este tipo de ceremonias, a la que casi nunca asistían los reyes. El desmentido a todos estos bulos figura en el libro 'La invención de España. Leyendas e ilusiones que han construido la realidad española' (Espasa).

«Es imposible demostrar documentalmente la existencia de don Pelayo, quien según reza la leyenda, infligió una derrota a los musulmanes en el año 722. Para empezar en esa época no había reyes», asegura este hispanista nacido en la actual Myanmar, educado en el Reino Unido y ahora afincado en Barcelona. La historia de Pelayo tiene más trazas de leyenda que de gesta. Unos cronistas lo presentan como asturiano, otros como visigodo, los hay que lo ubican en Cantabria. El tenido como «primer rey de Hispania» es un montaje falaz, según Kamen, quien no niega que existiera una escaramuza militar de cristianos contra musulmanes que frenara el avance de los segundos. «El rey Pelayo y los suyos se parecen a un grupo de mafiosos que luchaban contra los árabes en Asturias», aduce. Eso sí, en Covadonga ha florecido un próspero negocio turístico promovido por los gobiernos del Principado.

Cree que la monarquía siempre ha tenido problemas para ejercer de elemento aglutinador de la nación. «En gran parte es debido a que los españoles siempre han rechazado las dinastías reales por su origen extranjero; primero los Austrias porque eran alemanes, luego los Borbones por franceses y lo mismo ocurre con la Casa de Saboya, dado que Amadeo I era un turinés. Felipe V, por ejemplo, durante toda su vida habló francés».

La inexistencia de una letra oficial para el himno nacional es una prueba palpable de que los españoles no comparten las mismas emociones. Por de pronto, a principios del siglo XX el Estado aceptó como himno la Marcha Real, lo que hace que adolezca de un defecto grave, según el hispanista. El hecho de que represente a la familia real y no a la nación y que carezca de letra impide la identificación con ella. Lo mismo ocurre con la bandera rojigualda, impugnada por las fuerzas independentistas y alejada de las señas de identidad de la izquierda. «Los españoles siguen manteniendo su identidad regional, de la que nunca han renegado. Durante la Guerra Civil, miles de simpatizantes de la República huyeron de España y se fueron a México. Cuando se reunían, nunca celebraban la idea de España. Siempre enaltecían la identidad de las pequeñas regiones a las que pertenecían. Eran encuentros entre gallegos, vascos, aragoneses. Pero no entre españoles».

Apología del franquismo

A Kamen le parece una mala idea la tipificación penal de la apología del franquismo, sobre todo porque su andamiaje ideológico es tan pobre que es difícil definirlo. «¿Qué es el franquismo? El régimen no tenía ideología, al principio asumió los ideales de los falangistas, a los que Franco acabó expulsando de su gobierno. Es verdad que el franquismo exalta la violencia, pero esto existe en todos los países y regímenes. Gritar 'Viva Franco' es un acto de tontos, pero nada más. Lo veo como un ataque a la libertad de expresión».

La idea de los orígenes primigenios de la nación española está trufada de tópicos y malentendidos. A Kamen le chirría esa afirmación de Julián Marías que considera a España «la primera nación que ha existido». A juicio del hispanista, esta aseveración no se basa en ninguna evidencia histórica, a pesar de que la creencia ha conseguido gran arraigo. Para el historiador es un mito, como lo es la visión de que judíos, musulmanes y cristianos convivieron en armonía. Una interpretación errónea en la que se basó Rodríguez Zapatero para postular su Alianza de Civilizaciones.

Hasta la misma idea de que el cristianismo conduce a la fundación de España es un mito: «A partir de la Reforma, el clero español se dio cuenta del terrible estado de la religión entre los españoles. La Iglesia envió a misioneros a España para la conversión del pueblo español al catolicismo». Es más, «los católicos practicantes apenas sumaban en Sevilla el 5% de la población cuando se levanta el ejército de Franco». Algo sorprendente en un territorio que fue cuna de famosos inquisidores.

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