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Casi 1.500 estudiantes, se examinaron ayer, en el Campus de El Cristo en Oviedo. FOTOS: JOSE VALLINA

Un ejército de médicos para salvar la Primaria

Exámenes. Casi 1.500 estudiantes se enfrentaron en Oviedo a las pruebas MIR y de acceso a la Formación Sanitaria Especializada. En Asturias se ofertan 243 plazas

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Domingo, 30 de enero 2022, 01:35

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¿Nervios? «Claro». La pregunta parece tan obvia como la respuesta. ¿Quién no lo estaría cuando uno se juega su futuro laboral en cuatro horas? Lo delata la rotundidad de las palabras de los estudiantes, y la risa fácil con la que contestan. Casi 1.500 ayer en el Campus de El Cristo en Oviedo, y con paciencia infinita atendiendo a los periodistas que apuraban a saber cómo afrontaban el examen. De hecho, agradecían esas preguntas, recurrentes en muchos casos, pero una válvula de escape para no pensar durante unos instantes en lo que estaba por venir.

«Aquí estamos, con toda la calma que se puede. Ha sido especialmente duro con las condiciones de estos meses. Pero también sabiendo que el trabajo está hecho y con ganas de descansar». Carmen Páez, almeriense de 24 años, cita dos de los estados de ánimo más escuchados a las 15 h. de la tarde de ayer a las puertas de la Facultad de Medicina: dureza y descansar. Lo primero porque ha sido un año anómalo, y un mes de enero de reclusión doblemente forzosa para no contagiarse y que pusiera en riesgo la realización del examen. Y el descanso, pues consecuencia de lo primero. «Ya no hablo ni de salir de fiesta, es que han sido meses que no ha habido prácticamente ni paseos ni conversaciones sobre otros temas».

Había matices, tantos como candidatos, pero las sensaciones eran muy parecidas. En total 1.050 aspirantes a médico, 240 para enfermería, 102 de psicología, 33 de biología, 13 de farmacia y 10 para física y química. A nivel nacional, el número de aspirantes se sitúa en 28.714 para 10.634 plazas. Por eso, y aunque ganan por goleada los que iniciarán el MIR, el nombre oficial es de Formación Sanitaria Especializada (FES).

Irene Orduna y Paula Velasco interrumpen la charla con Carmen. Quieren reconfirmar el aula donde les toca examinarse. Todo es correcto. Ya quedan 25 minutos para que todos tengan que estar sentados. Solo diez para el llamamiento. «Es que yo siempre lo he tenido clarísimo, mis prioridades siguen siendo las mismas, ahora y antes de la pandemia. Sé que no es el mejor momento para entrar en el mundo sanitario, pero es mi vocación», prosigue Carmen. Irene nos llama la atención sobre un asunto, polémico en los últimos meses: el nuevo sistema de elección de plazas. «Generalmente se cubren, pero algunas quedan libres porque la gente renuncia y no vuelven a salir. Tienes que saber jugar con ello». «De momento el trabajo está hecho y ahora toca confiar en uno mismo», añade Paula.

Porque el hoy, es el resultado de mucho meses de estudio, y de una carrera de cinco años. El mañana, está por escribir. El de la especialidad, y también otra decisión aún más importante: si apuestan para solicitar plaza en una comunidad autónoma u otra. «El sueldo influye. No es lo más importante ahora mismo porque lo nuestro es principalmente por vocación, pero claro que todos queremos tener un dinero para pagarnos nuestras cosas, o nuestra casa en un futuro», cuenta Irene.

En concreto, en Asturias se ofertarán 243 plazas. A nivel nacional, el Ministerio de Sanidad habla de un incremento progresivo. «Son más de un 90% de las plazas habilitadas las ofertadas y concretamente la diferencia entre la convocatoria de 2017-2018 y la actual el incremento global supera el 32%», precisó ayer la secretaria de Estado, Silvia Calvón, que subrayó que «estamos ante la convocatoria con más plazas de FES de la Historia del país».

Porque si algo ha dejado en evidencia la pandemia es el déficit de profesionales sanitarios. Una de las áreas damnificados, la Atención Primaria, la más azotada en las últimas olas epidémicas, y que no termina de despegar a medio camino entre su reinvención y el mantenimiento de los procesos de la misma forma que se hacía hace dos años. Precisamente, la medicina familiar siempre había sido una de las menos queridas a la hora de elegir plaza. Otros años, a las puertas de esta misma facultad, era frecuente hablar de Neurocirugía o Cardiología. Ayer, explicaba Paula Velasco: «Ha habido un giro en la presencialidad de muchas cosas, y se ha mejorado la comunicación entre la Atención Primaria y la Especializada. Son cosas importantes que se han ido avanzando».

A diez minutos para el examen, ya son las 15.20 horas, no se pueden pedir análisis profundos. Apenas hay tiempo y la conversación daría mucho de sí, pero Alba Parga, da las claves de cómo es, o debería ser esa sanidad postpandemia: «La Atención Primaria ha estado infravalorada y es una de las especialidades más importantes. La gente sigue pensando que es de segunda categoría y no es así. Se ha demostrado». Mira el reloj. Pero, puesto que va a acompañada de sus amigos y compañeros de este duro año, se hace obligado saber si piensan como ella. Casi a modo de titular, Diego Torreiro confía en «la pandemia haya ayudado a que se vea que un médico de familia es superimportante, y se valore como debe. Hay que tomar conciencia».

En lo del sueldo, Diego también tiene un discurso nítido: «Nos estamos yendo fuera de España por las condiciones», y deja, como muchos de sus compañeros, un recado: «El Ministerio de Sanidad y el Gobierno tienen que tomar medidas». Su amiga, Alba, añade: «Si quisiste ser médico, vas a luchar por ello, porque lo que nosotros hemos pasado estos meses, no está pagado. Fueron tiempos muy duros. Ahora que, también te digo, saber que te vas a dedicar a salvar vidas de la gente tiene una valor incalculable». Un valor, aún así, que les gustaría ponerle los dígitos de un sueldo digno.

Ya sobre el tiempo de descuento, todos entran. Toca despedirse de las familias, los amigos, las parejas. Abrazos, besos, palabras de ánimo «¿Se desea suerte en estos casos?», se preguntan dentro de un grupo. Porque claro, como decía Diego, «es el examen más importante de mi vida laboral. Toda mi vida depende de él». Y no es menos cierto que, después de un año de encierro, la suerte solo es una aliado más porque la carrera fue de fondo.

A las 15.25 horas, ya están todos sentados. El protocolo, en estos casos de tantos nervios, se cumple con antelación. Nadie se ha quedado fuera. Nadie ha llegado tarde. Queda una última sesión de fotos para que quede inmortalizada para la posteridad la instantánea del momento. A las 16 horas, sincronizados con toda España, empieza la cuenta atrás de cuatro horas. ¿Y mañana? «Pues si nos toca incorporarnos y sigue la pandemia, allí estaremos en primera línea», dice Paula.

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