El crecimiento del empleo público en Asturias dispara el gasto y pone en duda su sostenibilidad
Economistas y expertos en Hacienda piden poner «límites» para contener el gasto estructural, si bien otros expertos en la materia abogan por aumentar los impuestos
Reputados economistas y expertos en Hacienda Pública analizan desde diferentes puntos de vista el crecimiento continuado del gasto corriente en los presupuestos asturianos y, ... en concreto, el aumento de la plantilla de la Administración autonómica que, durante los gobiernos de Adrián Barbón, creció en casi 6.000 personas. Una tendencia que se dispara en las cuentas de 2026, cuando está previsto que la plantilla incorpore a 1.528 personas, hasta situarse en los 42.626 empleados, lo que supone un incremento interanual del 3,7%, por encima del crecimiento medio anual de la última década, del 2%. Y, como consecuencia, el gasto en nóminas aumentará el próximo año un 5,3%, hasta cerca de los 2.500 millones.
Todos los expertos consultados reconocen la necesidad de reforzar servicios básicos para una comunidad envejecida, como la sanidad y la atención a mayores, así como atender las necesidades que puedan surgir en materia educativa. No obstante, la mayoría entiende que esta expansión contínua de la plantilla «no es sostenible en el tiempo» y piden poner «límites» y «marcar prioridades». Advierten, de hecho, del «riesgo» de seguir ampliando un gasto estructural apoyándose en un incremento de ingresos que, dicen, no se podrá mantener indefinidamente en el tiempo. Otros expertos consultados, sin embargo, apuestan por «hacerla sostenible» para garantizar la calidad de los servicios públicos mediante una mayor presión fiscal.
«Seguramente el aumento del personal sanitario es necesario en Asturias, ya que el envejecimiento de la población está aumentando las necesidades en este ámbito, pero no podemos aumentar indefinidamente el gasto en todo. Habría que fijar límites y prioridades», plantea a modo de conclusión el economista Ángel de la Fuente, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Coincide con su argumento Abel Fernández Martínez, presidente del Colegio de Economistas de Asturias, quien alerta de que este crecimiento del gasto en personal «no es muy sostenible en el tiempo» y recuerda que, aunque los servicios básicos los ofrece el sector público, «quien aporta riqueza es el privado, y no veo que se haga un esfuerzo en ese sentido». «Aumentar el sector público de esta manera hace que la iniciativa privada se quede siempre con pocos recursos, cuando debería existir un mayor compromiso con el sector productivo, que es el que realmente genera riqueza y el que aporta recursos para financiar los presupuestos», añade.
Por su parte, el profesor titular de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo Santiago Álvarez subraya la necesidad de poner «límite al crecimiento del gasto estructural», porque se financia con un «crecimiento de la recaudación tributaria impulsado por la inflación y falta de deflactación». Es decir, ingresos extraordinarios que «no son permanentes» y que, por lo tanto, no serán «indefinidos». Incluso alerta del riesgo de que se repita lo ocurrido durante la crisis de la burbuja inmobiliaria, cuando la caída de ingresos «obligó a la Administración a aplicar recortes porque se estaba disparando el déficit público».
Análisis diferente
El catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo, Javier Suárez Pandiello, realiza un análisis diferente y defiende que la sostenibilidad del sistema público será «todo lo sostenible que nosotros queramos que sea», por lo que reflexiona sobre la necesidad de que la población sea más consciente de lo que paga y de lo que cuestan los servicios públicos. «Lo que es incompatible es mantener un discurso simultáneo de pedir mejores servicios y exigir menos impuestos», dice el catedrático, quien también critica la contradicción que, en su opinión, supone exigir y celebrar una mayor «inversión productiva» para construir hospitales o colegios, pero luego criticar el gasto que supone pagar a los profesionales que permiten que estos equipamientos cumplan sus funciones.
Se trata, pues, de un debate complejo. El presidente del Colegio de Economistas considera que el crecimiento del gasto en personal en los últimos años es «muy elevado» y coincide con el profesor de Hacienda al advertir de que no es sostenible en el tiempo, porque en la actualidad se está haciendo frente a este gasto con «ingresos tributarios al alza y aportaciones extraordinarias como los fondos europeos», por lo que plantea la necesidad de «ajustar» el gasto estructural. Máxime, añade el economista, si se tiene en cuenta que la región «va a la cola con respecto al crecimiento del PIB» y que, en su opinión, los presupuestos recientemente aprobados por el Gobierno regional, que rozan los 7.000 millones, «no son buenos para salir de la situación en la que nos encontramos».
Por su parte, Santiago Álvarez considera que la Administración autonómica debería «analizar las necesidades y la eficiencia en la prestación de bienes y servicios», sin ocultar sus dudas sobre la eficiencia de la extensión de la matrícula universitaria gratuita. Pide priorizar las necesidades reales y valorar, por ejemplo, «qué funcionarios se necesitan y en qué áreas son prioritarias», ya que «no todo el gasto público es para sanidad y educación».
Es lógico, dice, que los salarios públicos crezcan, «aunque también hay que hacer una reflexión sobre el hecho de que el empleado público esté recuperando la pérdida del poder adquisitivo mientras el sector privado no tiene posibilidades de hacerlo, porque quizá supondría incrementar más el precio de sus productos o servicios».
La mejor sanidad pública
Mientras tanto, el catedrático Javier Suárez Pandiello defiende que la apuesta por unos servicios de calidad implica un incremento de los impuestos. Alerta de la crisis que existe en el ámbito sanitario, donde falta personal y hay déficit de especialistas, en parte porque los salarios no son suficientemente atractivos, provocando una fuga constante de profesionales hacia otros países como Noruega o Reino Unido en busca de mejores condiciones. «Si se quiere mantener el discurso de tener la mejor sanidad pública, hay que pagarla adecuadamente», sostiene, avalando así el incremento del gasto en personal y, como consecuencia, la necesidad de incrementar la presión fiscal.
Eso sí, advierte de que algunos impuestos, como el de Patrimonio, cuyo mantenimiento cree que responde a una cuestión «meramente ideológica», podrían tener el efecto contrario al deseado, al incentivar la fuga de capitales hacia otras comunidades y, con ello, afectar directamente a la recaudación del IRPF.
El peaje del Huerna, ¿agravio a tener en cuenta en la financiación?
El debate sobre la falta de recursos para mantener los servicios públicos lleva a los expertos a hablar sobre la infrafinanciación de las comunidades y la necesidad de reformar el sistema de financiación autonómico. Un debate que precisamente se ha vuelto a abrir ahora después de que la vicepresidenta del Gobierno central y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunciara su intención de presentar una propuesta a principios de 2026, prometiendo ya un incremento de recursos para todas las comunidades y negando que se vaya a acatar el llamado 'cupo catalán'. Ante esta nueva reforma, hay quien entiende que Asturias debe buscar todos los recovecos posibles para, al menos, no perder su posición. «Si aceptamos que todas las comunidades están infrafinanciadas, hay que reconocer que Asturias no es la más infrafinanciada», observa el catedrático de Hacienda Pública, Javier Súarez Pandiello, quien propone que el Principado plantee en esa futura negociación sumarse al argumento de la «deuda histórica» e «introducir en la ecuación» el agravio que ha supuesto para los asturianos pagar durante años el peaje del Huerna.
«No mezclar temas»
La propuesta, sin embargo, no parece calar entre el resto de expertos consultados. El director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), Ángel de la Fuente, opina que «no conviene mezclar temas distintos porque si cada uno va con una ocurrencia el resultado puede acabar siendo cualquier cosa menos razonable». «No veo la necesidad de mezclar el peaje con la financiación autonómica», comparte el economista Abel Fernández. «El sistema de financiación autonómica no puede tener en cuenta ni agravios ni cuestiones particulares que no tienen nada que ver con el coste de la prestación de servicios por los gobiernos autonómicos», añade Santiago Álvarez, profesor de Hacienda Pública.
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