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José Luis Pérez de Castro acaba de decirle adiós a la vida, después de 91 años dedicados a la abogacía, al periodismo, a la bibliofilia y, sobre todo, a su Asturias. Este castropolense, nacido en 1931, deja grabados en el recuerdo sus años como director del Real Instituto de Estudios Asturianos (de 1996 a 2008) y sus tiempos como presidente de la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia (entre 1985 y 2010).
Pero, para entender bien su vida, hay que remontarse a los orígenes de este hombre, que fue hijo de médico y comadrona, y que no quiso seguir la estela familiar de dedicarse a la sanidad. Él, en un alarde de personalidad y de juventud, prefirió estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo, donde se licenció en 1953, para seguir formándose en Madrid, dentro de las aulas de Periodismo.
Esa segunda carrera la acabó en 1958, el año en el que se casó con la uruguaya Elsa Pérez Sanmartín. Y, por amor, se fue a vivir al otro lado del charco y allí tuvo a su primera hija, Ramona. Pero ya antes de cruzar el océano, Pérez de Castro había empezado su carrera laboral en el Banco Exterior de España y, en esa etapa en la capital de nuestro país, entabló amistades con personalidades relevantes como Menéndez Pidal, Marañón, Dámaso Alonso, Laín Entralgo y Julio Caro Baroja.
En 1961, con el mundo ya visto, regresó a su Figueras natal, donde ejerció como abogado hasta hace muy poco, hasta 2018. Pero su profesión nunca le impidió dar rienda suelta a su amor por las letras, que se manifestaba en sus colaboraciones en el diario 'Pueblo' y en su asistencia a diversas tertulias de la época.
Asimismo, era un apasionado de la historia jurídica de Asturias y publicó, ente artículos y libros, más de 700 títulos, casi todos sobre el Principado. Su amor por la bibliofilia lo llevó incluso a recibir el título de Bibliófilo predilecto de España. Un reconocimiento más para aplaudir a un hombre que quedará siempre en la memoria, gracias a todas las palabras que clavó en el papel.
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