«Lo más difícil si eres celíaco es la logística en la cocina»

En torno a un 1% de la población española es celíaca. Una circunstancia que hace que su rutina diaria se complique con respecto a cuestiones tan básicas como encontrar opciones alimentarias adecuadas a sus necesidades, por no hablar del coste de su cesta de la compra.

Durante la VIII Jornada Celíaca, Julio Antonio Rocha, Fabiola Vigil y Julia Fernández, todos pacientes celíacos y socios de la Asociación de Celíacos del Principado (ACEPA), explicaron su día a día. Estas dos últimas, diagnosticadas con apenas dos años y 15 meses, respectivamente, no recordaban una vida en la que sí pudieran consumir gluten. Pero Rocha fue diagnosticado en 2017.

«Todo empezó con problemas gastrointestinales», explicó. Tras una biopsia que salió positiva, el diagnóstico fue claro. Y su dieta sufrió un cambio radical que al principio «no fue nada fácil. He tenido que dejar de comer muchas cosas que me gustan, pero no solo eso, también está el tema de la logística en la cocina». En su caso, cuando recibió el diagnóstico «tuve que estar toda una tarde lavando en el lavavajillas toda la cubertería para que se descontaminara». Y afirmaba sentir envidia de sus compañeras de acto de ayer, «porque ellas no conocen otra dieta que no sea esta».

Sobre comer fuera de casa, Julia Fernández explicó que en el comedor escolar «no tengo mucho problema. Es cierto que hay veces que mis compañeros tienen un plato que yo no puedo probar y echo de menos tener esa misma comida», pero aún así en su colegio «me dan alguna alternativa e incluso hacen los rebozados con maicena». Cuando hay excursiones, «prefiero llevar comida de casa porque, aunque en el comedor me lo ofrezcan, lo más complicado de la celiaquía es evitar la contaminación de los alimentos».

Fabiola Vigil, cuyos padres también tuvieron que adaptarse a su dieta sin gluten, señaló que «siempre que vienen mis amigas comen lo mismo que yo, e incluso a algunas les gusta más». Como aspectos positivos señaló que «como más verduras, más fruta y menos rebozados». Interesada desde bien pequeña por qué alimentos podía comer o no, aseguró que «aprendí a leer antes porque estaba siempre fijándome en las etiquetas». Y añadió a modo de anécdota cómo «cuando estaba en ese proceso, la etiqueta de 'sin gluten' del Mercadona y la de Martini eran iguales, así que siempre que veía la bebida le decía a mi madre: '¡mira, una bebida para celíacos!'».

Antes de la mesa redonda, Gustavo Pérez, medico especialista en Aparato Digestivo en el Hospital Universitario San Agustín de Avilés, y David Pérez, jefe del servicio de Pediatría del mismo centro, explicaron las diferencias entre el diagnóstico en niños y en adultos. «En el adulto son síntomas mucho más inespecificos, no hay tanta malnutrición o pérdida de peso», explicó Pérez. «Son síntomas que pueden confundirse más con el síndrome del intestino irritable».

Algunos de los indicadores más comunes en el caso de los adultos son «una mala digestión, hinchazón, perdida de hierro o déficit de vitaminas». Los pasos a seguir una vez diagnosticado es practicar una dieta sin gluten de por vida: «es el tratamiento definitivo y efectivo». El especialista en Aparato Digestivo añadió que «durante mucho tiempo era una enfermedad propia de los niños. pero ahora se diagnostica más en adultos». En comparación con los años 90, el hábito celíaco (desnutrición, vientre hinchado) ha pasado de un 60,9% al 15,5% en el periodo de 2011 a 2017. Y la media de edad, de 3,6 años a 5,2.

Además, la proporción de pacientes de pediatría que realizan una biopsia de confirmación han disminuido de un 85% en 2011 hasta un 45% en 2013. «Hoy en día más de la mitad de pacientes se diagnostican sin necesidad de biopsiar», lo que el doctor considera un éxito.