«La Feria va más allá de lo que se ve»

Un año más de Feria termina. Hoy los trabajadores que durante una quincena han convertido el recinto en su segunda casa recogen sus cosas con vistas a «repetir sin dudarlo» el año que viene. Durante estos días, la Feria ha dado para mucho y las risas, anécdotas y demás son algo que ya se llevarán consigo para siempre. Cada año es único y por eso al hacer balance no es de extrañar que los trabajadores de la Cámara de Comercio que han hablado entre tarea y tarea con este Diario de La Feria se les escape una sonrisa recordando estas vivencias de agosto.

Cecilia Sánchez era primeriza en este terreno. Ha estado como azafata de visitas y aunque al principio «venía con miedo» su cara de felicidad transmitía que la experiencia «ha sido increíble». «Me ha gustado muchísimo y espero repetir», aseguraba. Algo que le sorprendió fue «el buen ambiente tanto con los estands como con la propia Cámara» y destaca que «la Feria va más allá de lo que los visitantes ven. Hay mucha gente trabajando aquí y es un evento muy importante para muchas empresas. Y a nivel de Gijón como ciudad, también».

Desde su puesto pudo conocer a mucha gente y bromea con que «lógicamente, con Barbón no es que me codee todos los días». Añade que «fue genial poder estar con gente tan importante porque, sobre todo, pudimos verles de una forma muy cercana».

Ha sido mucha gente la que ha entrado estos días a la Feria. Y bien lo sabe Eduardo Manso, trabajador del control de accesos de la puerta principal. «Te das cuenta de la variedad de gente, estilos y personalidades que hay», dice. «No hay que prejuzgar, porque la gente te sorprende y mucho». Destaca que «mucha gente vino disfrazada, ¡y uno incluso con un chaleco antibalas!».

Raúl González y César Menéndez son «de la vieja guardia». Veteranos en la Feria, llevan respectivamente desde 2001 y 1999 en el área de mantenimiento. «Arreglamos todo lo que se estropea. Si algún expositor tiene un problema, rápido lo solucionamos para que no pierda de vender». Después de tantos años, «conocemos a gente todos los días, hay muchos que repiten y tenemos trato personal con todos los expositores y visitantes», dice González. «Al final es parte de nuestra vida, esta es como nuestra segunda casa», añade.

Ambos hacen balance de este año muy «orgullosos» porque «no ha pasado nada grave y ha salido bien, esperamos que todo el mundo se haya ido contento». La conclusión es que «el año que viene vamos a tener trabajo de nuevo», ríen. Aunque, en realidad, su trabajo no se limita a estos días, sino que el cuidado del recinto es una tarea de todo el año. «Durante todo el tiempo que no hay Fidma intentamos mejorar las instalaciones para que en la próxima edición esté todo bien y los problemas que detectamos no se repitan».

Y es que mantener la Feria en perfectas condiciones se logra gracias a personas como ellos o como Carla Dorado, en su puesto de limpieza. «Paseo por la Feria y recojo los papeles, botellas y demás para que cuando pase el camión pequeño no tenga tanto trabajo», explica. Los días de viento «son más difíciles porque las papeleras están llenas y ¡sale todo volando!». Como pasea diariamente por la Feria, ayuda al personal de Seguridad cuando se pierde algún niño. Y la anécdota de este año es que ella misma encontró a uno.

Los puntos de información también deben estar atentos «a si pasa algo y hay que avisar a mantenimiento, a las ambulancias...», explica Carmen Rodríguez, encargada en el punto de la entrada principal. Un lugar de trabajo que le gusta mucho «porque soy bastante extrovertida» y que le ha enseñado «a tener mucha paciencia», aunque siempre «gana lo positivo». Si le dieran a elegir, como es la tónica general entre los trabajadores, volvería «con los ojos vendados».