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Yaiza Rimada, ganadera de vacuno y elaboradora de derivados lácteos en Sariego: «La gente tiene que tener claro que sin las ayudas de la PAC, los ciudadanos no tendrían qué comer, porque no habría ganaderos ni agricultores»
«El campo asturiano necesita más terreno y costes más bajos, o morirá»

«El campo asturiano necesita más terreno y costes más bajos, o morirá»

Ganaderos y expertos proponen cambios estructurales en el sector para garantizar la continuidad de la actividad a medio plazo

O. VILLA

GIJÓN.

Domingo, 27 de marzo 2022, 01:25

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La actividad agroganadera en el campo asturiano vivía momentos realmente duros ya antes de la guerra de Ucrania. Los costes, en una subida ahora galopante a causa de la coyuntura bélica, ya estaban en la segunda mitad de 2021 en niveles que hacían que tanto los ganaderos de carne como los de leche estuviesen virtualmente vendiendo a pérdidas su producción, y que, quien más, quien menos, subsistiese gracias a las ayudas de la Política Agraria Común: «Ahora es cuando más fácil le resulta a todo el mundo entender el sentido real de la PAC. Esas ayudas europeas garantizan que nuestro campo siga produciendo alimentos para todos aunque los precios no cubran los costes de producción. Con los impuestos de todos se sostiene nuestra soberanía alimentaria», indica el gerente del Grupo de Desarrollo Rural Bajo Nalón, José Antonio Lázaro.

¿Es sostenible este sistema? Lo estaba siendo, pese a que, como indica el exconsejero de Agricultura y economista Jesús Arango, «ya hace diez años, en un estudio que hicimos sobre 50 buenas explotaciones lecheras asturianas, estaban perdiendo dinero». Con los costes de entonces y a pesar de que la leche y la carne se estaban pagando casi a los niveles actuales. Con los costes disparados de ahora (combustibles, en buena medida, pero particularmente los piensos y los abonos, cuyo encarecimiento no vislumbra límites por el momento) esa cuenta hace ruinosas a la gran mayoría de las explotaciones.

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La reacción mayoritaria es la que cualquiera con un gran nivel de capital inmovilizado tendría: tratar de reducir gastos y obtener liquidez. En el caso de las ganaderías de leche, eso se concreta por el momento en la venta de madres mayores, a las que aún les quedan uno o dos partos, pero que suponen un gasto en pienso elevado, como confirman el ganadero y líder regional de USAGA Fernando Marrón y la también ganadera y quesera saregana Yaiza Rimada: «He vendido unas cuantas vacas mayores y xatas pequeñas». Es una medida en cierto modo desesperada, pero que se adopta para obtener una prórroga mientras se aguarda -casi se reza- por una rápida resolución de la coyuntura bélica.

El debate del futuro

Pero si la situación ya era dura antes, la actual hace que los ganaderos y agricultores asturianos estén repensando su actividad a medio plazo. Las opciones no son muchas. Entre los problemas, la especialización en carne y leche tiene parte de la culpa de la situación, máxime por la dependencia de los piensos en las ganaderías con poco o ningún terreno. Al explotar el coste de los piensos, las cuentas de explotación se volatilizan.

Un ejemplo: Un ternero necesita entre siete y ocho kilos de pienso para ganar un kilo de peso. En estos momentos, el kilo de pienso, que hace un año se cotizaba por debajo de los 20 céntimos, ronda hoy los 42 céntimos, de forma que, solo en esta alimentación, cada kilo ganado por el animal supondría un coste de casi 3,5 euros, al margen de otros gastos. Pues bien, «el proveedor ya nos está anunciando que los piensos, en junio, estarán entre 52 y 55 céntimos por kilo», explica desde Corniella (Tineo) el ganadero de caprino Gonzalo Agüera. Y no hay disponibilidad actualmente para hacer acopio de piensos que permitan evitar ese sobrecoste.

Mientras tanto, el consumidor final ve subir los precios en los supermercados, pero ni esa subida se corresponde en porcentaje con la elevación de los costes del campo, ni los consumidores tienen como colectivo capacidad económica para asumir ese encarecimiento y mantener el mismo nivel de consumo.

Así las cosas, se da la curiosa circunstancia de que el análisis de los expertos teóricos y de los ganaderos coincide en lo fundamental: Hay que reducir los costes y la dependencia del exterior (los piensos se elaboran, muy mayoritariamente, con cereales importados). Lo expresa Jesús Arango: «El campo asturiano necesita más terreno y costes más bajos, o morirá».

«Más base territorial»

Más terreno, para dos cosas. Una, para tener más pastos aprovechables (en el caso de la agricultura, fundamentalmente de vega fluvial, para poder aplicar métodos de cultivo profesionalizados como los del kiwi y la faba en la vega del Bajo Nalón). Otra, para generar alimento para el ganado, sobre todo, maíz forrajero y raigrás. ¿Cómo se consigue esto? En la rasa costera y en las vegas fluviales, con concentraciones parcelarias como las que está gestionando la Dirección General de Infraestructuras Rurales y Montes, al frente de la cual está Fernando Prendes.

Éste comenta que «el sector de la leche está tocado de muerte, y en Asturias se ha descuidado mucho el terreno. En esta situación, el que no tiene base territorial está muerto, entre el precio de los cereales y la gestión de los purines, mientras que si un ganadero tiene terreno para ser independiente en forrajes y para soltar al ganado a pastar, puede reducir mucho el aporte de pienso». Esto lo aplican tanto Marrón en Salas como Rimada en Sariego. El primero gestiona unas 150 cabezas de vacuno «en unas 55 hectáreas de lo que aquí llamamos pastos de piqueiros. Junté terrenos y llevo fincas, y así me salen menos litros, pero mucho más barato». La segunda tiene ahora unas 50 vacas en 33 hectáreas en Sariego, lo que también le permite aquilatar los costes, al gastar menos pienso.

Otra medida que ya aplican algunos ganaderos, como Yaiza Rimada, es «buscar el valor añadido. Nosotros elaboramos quesos y yogures; si me quedase solo con la producción de leche, perdería dinero con las vacas». Aún así, los costes han crecido tanto durante la pandemia y la guerra que «hemos tenido que pasar del reparto casi diario a quincenal y hemos tenido que subir algo los precios, pero si repercutiésemos el incremento de costes que hemos tenido, la gente no podría comprar nuestros productos».

Fernando Marrón, por su parte, hace autocrítica como ganadero: «Tenemos algunas cosas que sí podemos hacer. Yo tengo instalados variadores y recuperadores de calor en el enfriadero de la leche, y eso se nota mucho en la factura de la luz. Y cuando tienes terreno y el ganado pasta, te evitas o reduces el gasto en gasoil para el ensilado y desensilado, el carro mezclador, el tractor y buena parte de la mano de obra, sin contar con la gestión de los residuos -los purines-, que también conllevan mucho gasto de gasoil».

También hablan los ganaderos y los expertos de la posibilidad de reducir costes «con el uso compartido de maquinaria, las compras centralizadas, las ventas a precio optimizado y los servicios comunes» que supone el cooperativismo, pero sin que esto suponga la panacea. Marrón, en este sentido, recuerda que «la mayoría de los ganaderos de leche asturianos entregamos a una cooperativa que estuvo en el cártel de 2000 a 2013, y hay que recordar que la industria tuvo récord de ganancias el año pasado sin que eso repercutiese en el ganadero».

La Ley de Cadena Alimentaria

La gran esperanza para muchos es la activación de la Ley de Cadena Alimentaria, que en teoría garantiza que los productores no vendan sus productos por debajo del precio de coste, pero los ganaderos no entienden «por qué el ministro no la activa de una santa vez», anota Marrón, que subraya que, con arreglo a esa ley, «llevamos mucho tiempo vendiendo ilegalmente, porque vendemos por debajo del precio real de coste».

Eso sí, los profesionales del campo reclaman el respaldo de las administraciones para hacer valer sus costes a la hora de vender sus productos: «Precisamente, lo del cártel de la leche seguimos peleándolo ahora y acabó en 2013. La industria puede aguantar procesos judiciales tan largos y costosos, pero nosotros no».

Y si no están faltos de autocrítica, los ganaderos asturianos piden también, en palabras de Gonzalo Agüera, que «se permita poner en producción miles de hectáreas que hoy por hoy se están subvencionando para mantener paradas. No hablo de permitir el hormonajes, pero sí que no se castigue la producción y que se hable con propiedad de lo que es intensivo y extensivo. Por el camino que vamos, acabaremos en la intensividad de cabeza, y acabaréis comiendo carne hormonada de Estados Unidos o de Australia».

Por ello, abogan por «aproximar al cliente a los productores» y que el consumidor sea mejor informado de cómo se producen sus alimentos. Y de cuánto cuesta hacerlo bien. Aún dicen que la carne es cara.

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