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BELÉN G. HIDALGO
TINEO.
Lunes, 10 de agosto 2020, 00:06
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El 45% de la superficie de Tineo es terreno forestal. Un recurso vinculado a la extracción de madera que, sin embargo, podría explotarse bajo otras fórmulas. De hecho, ya existen ejemplos que lo ratifican; en Villatresmil se asientan dos empresas que exprimen el castaño y el roble. Una de ellas, BosQfrut comercializa harina de castaña y la otra, Setas de Roble, shiitake que brotan de troncos sin utilidad. Ambos empresarios lamentan el «abandono del monte, el mayor potencial de Asturias».
Hace diez años, la concentración parcelaria hizo a José Francisco Pérez repensar la producción de sus fincas, plantadas a castaño. «Fue algo fortuito, por miedo al fracaso. La castaña no tenía salida. Decidí probar a secar y moler la castaña», rememora. Y, tras varias jornadas de ensayo-error para hallar el grado de humedad idóneo en el secadero y el punto exacto de molienda, salieron los primeros cien kilos de harina.
El miedo desapareció al comprobar al aceptación del producto. «Sorprende bastante. No tiene gluten, así que es ideal para los celiacos, contiene un 12% de fibra y apenas un 2% de grasa, además de un alto contenido en potasio, magnesio y vitamina B. Es muy saciante», defiende. A día de hoy recoge el fruto de ocho hectáreas de castaño, pero tiene plantadas otras tantas y espera la tramitación para llegar a las treinta. «El 80% de la producción es de variedad valduna. El resto es de paré, doriga y chamberga», detalla.
Para seguir creciendo asegura que deberá reforzar el marketing para captar al consumidor directo y avanzar en la mecanización para incrementar la productividad, sobre todo, en la limpieza del monte. «Cuando esté al 100%, podré obtener entre 800 y 1000 kilos de harina por hectárea al año», estima Pérez.
Pero la riqueza en el monte de Villatresmil va más allá. A escasos metros, brotan setas shiitake. Detrás de este 'semillero' se encuentra Rafael Escobar, que inocula en pequeños agujeros del tronco el micelio del hongo este manjar asiático. «Cada año se puede obtener un kilo por cada tronco, que está en producción entre tres y cinco años», matiza. Pero no valen todas las maderas; solo las frondosas. «Como el roble de aquí no hay nada igual», subraya el productor. Los troncos proceden de podas o entresacas, piezas que no tienen otra utilidad. «Del monte hay que sacar madera para que esté sano», recuerda, no sin reproche.
Pese a que no hay gran afición al producto en la zona es muy apreciado en hostelería. «Es muy delicado y versátil. Se parece al boletus en la textura», explica. Su reto, afirma, pasa por dar el salto al mercado nacional. Ahora busca cultivar setas en huertos y captar colaboradores para extender la técnica y el cultivo. «Permitirá fijar población y generar riqueza y futuro», apostilla Escobar.
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