Borrar
Seis miembros de la Brigada de Salvamento Minero del Nalón totalmente equipados en los años cincuenta. Archivo de la brigada de salvamento minero.
La historia de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa: Los ángeles de la mina

Los ángeles de la mina

La unidad de salvamento minero se creó en 1912. Los equipos han ido evolucionando desde entonces para poder alcanzar más profundidad y eficacia

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Sábado, 2 de febrero 2019, 20:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

España entera ha estado los últimos días en vilo con 'los ocho de Hunosa': los ocho miembros de la Brigada de Salvamento Minero implicados sin desmayo en el rescate de Julen, los ocho hombres que han puesto sobre la mesa la preparación, el esfuerzo y el heroísmo de un grupo cuyo futuro es incierto. Ocho paisanos que han demostrado la importancia de conocer la tierra, esa que a veces es tan cruel. Sabe bien la brigada cómo puede llevarse a los compañeros, porque muchos dejaron su vida en sus entrañas.

En las Cuencas también lo saben. Conocen bien la sensación de contener la respiración y casi la vida hasta que los de salvamento regresan de abajo. Porque los ocho hombres de Totalán son los herederos de aquellos otros que hace más de un siglo pusieron las bases de una brigada imprescindible en la historia de las minas asturianas.

«A lo largo de los años hemos visto cantidad de accidentes mortales que sufrió la minería. Es lógico que las autoridades sintieran la necesidad de equipar con medios adecuados a las cuadrillas de obreros que, al instante, acudían a socorrer a sus compañeros», explica Mario García Tuñón, autor del libro 'Catástrofes mineras asturianas'.

En 1897 el Reglamento de Policía Minera hace referencia por primera vez a los «remedios para los accidentes». Más tarde, el 21 de junio de 1901, se publicó una Real Orden que obligaba a las empresas mineras a disponer de equipos de respiración artificial y personal entrenado.

La conciencia sobre la necesidad de proteger a los mineros llegó desde Francia. Allí, el 10 de marzo de 1906, una explosión de grisú se había cobrado 1.099 vidas. En Asturias hubo que esperar todavía otros seis años para que se creara el primer grupo de rescate. Fue la Sociedad Duro Felguera la que dio el primer paso: cada vez eran más los accidentes en sus minas. El 1 de enero de 1912 se realiza la primera sesión de prácticas, con un equipo formado por un facultativo y cinco mineros. Para sus actividades de salvamento, la brigada disponía de cinco equipos de protección respiratoria con dos horas de autonomía, tres 'pulmotores', tres inhaladores, dos camillas con inhalador y un equipo de protección respiratoria de manguera y fuelle: lo que viene siendo una máscara conectada a una bomba de aire manual. El 26 de agosto de aquel año, hacen su primera intervención. Ya no era ningún simulacro sino una explosión de grisú en el Pozo María Luisa. Aquella vez no hubo víctimas mortales. Pero los muertos llegaron. El 20 de mayo de 1914, la brigada realiza su primer rescate de personas. Otra vez en el María Luisa, donde una explosión de gas se llevó por delante a cuatro obreros y dejó grave a otro.

El equipo evolucionó al ritmo del sector y se reorganizó en 1920, cuando nació la conocida como Estación Central, con un presupuesto de 150.000 pesetas y ocho mineros que trabajaban en dos relevos, quince días en la mina y el resto, de prácticas. Esta unidad se traslada al Pozo Fondón ese mismo año. Allí incluso se habilita un pabellón para crear atmósferas asfixiantes donde probar los sistemas de respiración.

Entrenamiento de los componentes del equipo de seguridad del Pozo San Luis de La Nueva, hoy cerrado, en marzo de 2016. Se trataba de un simulacro de incendio e iban ya equipados con los más modernos dispositivos de respiración autónoma. Se trata de dos modelos que se usan hoy, los llamados 'MSA Airelite', de fabricación americana, y los 'Dräger'.
Entrenamiento de los componentes del equipo de seguridad del Pozo San Luis de La Nueva, hoy cerrado, en marzo de 2016. Se trataba de un simulacro de incendio e iban ya equipados con los más modernos dispositivos de respiración autónoma. Se trata de dos modelos que se usan hoy, los llamados 'MSA Airelite', de fabricación americana, y los 'Dräger'. JUAN CARLOS ROMÁN

En este momento ya se utilizan los llamados aparatos 'Proto'. Tienen una bolsa o equipo de respiración que el brigadista lleva en su parte delantera, con dos botellas de oxígeno colocadas a la espalda y con dos horas de autonomía. Pesaban 18 kilos, pero permitían pasar, con un buen entrenamiento, por espacios de medio metro de ancho.

Desde 1944 hasta 1970 hubo una brigada en el Caudal que tenía sus instalaciones en Barredo, donde ahora se encuentra el campus universitario de Mieres. Sus detectores de dióxido de carbono eran canarios en jaulas. Es en 1967 cuando la mayoría de las compañías mineras se constituyen en la empresa pública Hunosa y, dentro de sus planes de reestructuración, se decide unificar las dos brigadas existentes en una. En esta etapa, los equipos de rescate ya eran mucho más avanzados. A un 'Proto' de 14 kilos, más evolucionado, se suma el 'Fenzy', de fabricación francesa, más ligero, apenas 9,5 kilos, con botellas de oxígeno de aluminio, aparatos de autosalvamento y de reanimación. Por aquel tiempo se dejaron de utilizar pájaros vivos como detectores de gases. Luego llegaron los equipos 'Dräger', con máscaras y respiradores más modernos, y los americanos 'MSA Airelite', los más evolucionados y ligeros. Los equipos modernos pesan tres kilos y los cascos, con linterna incorporada, dos. Pero el corazón de los mineros sigue siendo el mismo, el espíritu y la máxima de que «dentro no queda jamás un compañeru» pase lo que pase no entiende de tecnología. En Asturias ya se sabía. Ahora lo sabe toda España.

Síguenos en:

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios