Lluvia acumulada en el año hidrológico en % sobre la media 1991-2020.

Cambio climático

El impacto de la sequía en la economía asturiana

El cambio climático dejará a la región con un 10% menos de agua en 2039. La falta de lluvias pone en grave riesgo las cosechas de cereales del sur de Europa y el norte de África

Octavio Villa

Gijón

Sábado, 22 de abril 2023, 22:24

No es quizá el efecto más grave del cambio climático, pero la sequía ha llegado a Asturias para quedarse. En marzo pasado hubo zonas ... de la región en las que llovió menos de una cuarta parte de lo habitual y en toda ella no se superó el 75% de las precipitaciones habituales. Pero es que marzo no ha sido más que la expresión un tanto destacada de la evolución de lo que llevamos de año hidrológico (que comienza el 1 de octubre, de forma que estamos justo en la mitad). Asturias ha tenido lluvias inferiores a la media en el acumulado de esos seis meses en todo su territorio, en particular en las cuencas mineras centrales y los valles interiores orientales, así como algunas zonas de Picos, en las que ha llovido poco más de la mitad de lo normal. Pero es que no se trata de un episodio puntual.

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Lo que está ocurriendo es una de las manifestaciones claras del cambio climático. Si 2022 ya fue el año más caluroso y uno de los más secos de los que hay registros, 2023 lleva un camino similar. La Aemet anuncia temperaturas superiores en cerca de dos grados a la media para el periodo comprendido entre ahora y el próximo mes de octubre, y aunque sí se prevé una primavera con algo más de precipitaciones que el invierno, el verano, al menos en sus dos primeros meses, vendrá seco. A finales de agosto, en septiembre y en octubre habrá lluvia, pero con otro de los problemas que está trayendo el cambio climático: más agua concentrada en menos días, lo que complica la gestión hidrológica, en particular cuando se manifiesta en forma de riadas que, por un lado, obligan a desembalsar agua que se atesoraría si cayese de forma más repartida y, por otra, pueden afectar muy negativamente a los cultivos por el poder de arrastre del agua cuando las inundaciones se tornan incontrolables. Más fenómenos extremos.

Lluvia acumulada en el año hidrológico en % sobre la media 1991-2020

Precipitación acumulada en el año hidrológico (01/10/22 a 18/04/23)

¿Es motivo de alarma inmediata la sequía en el caso de Asturias? No, si en lo que pensamos es en el suministro de agua potable e industrial para el uso regional. Sí, si pensamos en la evolución de los costes de la agricultura y la ganadería, en particular estos últimos, muy influenciados por la situación del mercado nacional e internacional de cereales y piensos.

Porque la sequía que sufrimos no es asturiana. Ni siquiera española, por más que observar el mapa de lluvia acumulada en la primera mitad del año hidrológico deje muy evidente que los valles del Guadalquivir y el Ebro y la huerta murciana y almeriense, así como los frutales catalanes están ante una situación ya muy cercana a la emergencia. De hecho, esta misma semana se ha celebrado en Madrid, con asistencia de representantes de todas las comunidades autónomas, una reunión de la Mesa Nacional de la Sequía, tras la que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación anunció que pedirá a Bruselas flexibilidad en la aplicación de la Política Agraria Común para los sectores afectados por esta situación.

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En esa reunión se constató que los valles del Guadalquivir y del Ebro están sufriendo ya condiciones extremas de sequía y exceso de calor bastante permanentes, con afectaciones muy negativas a los cultivos de cereales, incluido el maíz forrajero y otros, como el trigo, muy importantes para el ganado asturiano, por cuanto que una parte muy importante de la alimentación de la cabaña asturiana se lleva a cabo con cereales y piensos foráneos, cuya carestía amenaza con subir los precios de forma inminente. Lo expresa el director general de Capsa, José Armando Tellado, que advierte de que «la gente espera fenómenos lineales, pero el cambio climático provoca fenómenos cada vez más agudos y frecuentes, desordenados, que hacen mucho más difícil prever y anticipar las cosechas y genera mucha volatilidad de precios, a veces inflacionista, pero sobre todo de irregularidad en las cosechas».

La sequía, en palabras del máximo responsable de la mayor industria láctea asturiana, es «claramente inflacionista y va a actuar dificultando la contención de la inflación subyacente, sobre todo en la cesta alimentaria, en algunas categorías más que en otras. La cosecha de cereales está siendo la mitad de lo previsto, y en los aceites ¿qué decir?. O nos lo tomamos en serio, o los problemas serán crecientes».

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Los usos del agua en la demarcación hidrográfica del cantábrico occidental

  • 62,78% del consumo se destina a la demanda urbana de agua potable y de usos ciudadanos.

  • 35,06% del agua se va a los diversos usos industriales, especialmente en Asturias.

  • 1,99% del agua usa la agroganadería. Un 0,17% va a otros usos industriales y campos de golf.

En Asturias, además, corren cierto riesgo algunas producciones, como la faba, el aguacate o el arándano, que necesitan mucho agua, o también en los viñedos del suroccidente. No así el kiwi, cuya estructura productiva en el Bajo Nalón es la más tecnológica de la agricultura asturiana y está preparado para el riego y abono por goteo. Por eso, el Principado está interesado en que las ayudas a la nueva incorporación se vinculen a la implantación de medidas estructurales de innovación y mecanización en las plantaciones a largo plazo, teniendo ya en cuenta la problemática y los condicionamientos que van a traer las sequías.

Porque vamos hacia un escenario consolidado de más calor (en la Mesa Nacional de la Sequía ya se habló de dos grados por encima de la media de forma sostenida) y menos precipitaciones, pues de hecho el Ministerio de Transición Ecológica ya afirma, en su propuesta de proyecto de Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Cantábrico Occidental hasta 2027 que «el cambio climático trasciende a cualquier otro problema», y que «no es un problema particular de esta demarcación, sino un reto global». Todos los estudios elaborados bajo distintos escenarios y proyeccciones en el ámbito de la demarcación hidrográfica del Cantábrico, que incluye toda Asturias y Cantabria y partes mínimas de Lugo y Vizcaya, indican un descenso de la precipitación y de la escorrentía anual y una subida de la temperatura media que llevaría asociado un incremento de la evapotranspiración, con la consecuente disminución de recursos hídricos. El plan considera, de hecho, que en el horizonte de 2039 en la cornisa habrá una «reducción de las aportaciones previstas del 9,6%», con «sequías más frecuentes», factores que «podrían tener un impacto directo en el hábitat potencial de los ecosistemas acuáticos y en la vegetación», por lo que «es necesario adoptar medidas y trabajar para fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación, así como para mitigar sus efectos».

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