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Julio Bobes, a las puertas del centro de salud mental de La Ería, en Oviedo. PIÑA
Julio Bobes: «Los problemas mentales derivados de la covid empezaremos a verlos ahora»

Julio Bobes: «Los problemas mentales derivados de la covid empezaremos a verlos ahora»

Julio Bobes Jefe de Psiquiatría del HUCA ·

«Por otras epidemias sabemos que es a partir de los seis meses cuando aparece la mayor carga de dolor psicológico»

LAURA MAYORDOMO

OVIEDO.

Domingo, 20 de septiembre 2020, 01:38

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Dice que no es pesimista, sino «realista». Julio Bobes (Oviedo, 1952), presidente de la Real Academia de Medicina del Principado y jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), considera que en esta segunda oleada de la covid-19 «no hemos mejorado nada de lo que teníamos en febrero. O sea que es posible que las cosas empeoren».

-¿Se están notando ya en los servicios de salud mental los efectos de la pandemia?

-En realidad esperamos que bastante demanda de personas que estuvieron aguantando, procesando las limitaciones que significa el confinamiento y la amenaza de contagio, nos llegue ahora. Por otras epidemias sabemos que es a partir de los seis meses cuando aparece la mayor carga de dolor psicológico.

-¿Hay en Asturias suficientes profesionales para atender esa demanda?

-Ya se puede imaginar que no, pero parece que hay partidas económicas que se van a destinar a esto.

-¿Son las personas con patologías psicológicas previas las más afectadas?

-Sí, lo encontramos ya desde la fase aguda. Los que más sufrimiento confesaban estar pasando eran personas ya identificadas con un trastorno mental o del comportamiento previo.

-Nada más declararse el estado de alarma se puso al frente de un grupo de investigadores en un estudio internacional sobre el impacto que la sospecha de infección por coronavirus tiene en la sociedad. ¿Qué hallaron?

-Algo que nos sorprendió fue que en España los trastornos más frecuentes por esta situación eran los emocionales, los depresivos. Nos sorprendió como digo porque en una situación como esta se espera que lo primero que aparezca sean trastornos de ansiedad. Aquí lo que primó fue una expresión emocional más que un trastorno de estrés.

-En China en cambio predominaron los problemas de ansiedad. ¿Por qué la diferencia?

-Pues no sabemos por qué aquí la gente estuvo muy tocada emocionalmente...

-¿Qué tipo de trastornos emocionales predominaron?

-Reacciones depresivas, trastornos de la alimentación ansioso-depresiva...

-¿Encontraron diferencias significativas por edad?

-Partíamos de la hipótesis de que los que más iban a sufrir este problema iban a ser las personas mayores, muchos de ellos en una situación de soledad o de insuficiente abrigo afectivo. Pero curiosamente, son los que mejor lo han llevado. Han tenido más dificultades para procesar las limitaciones los que están por debajo de los 65. No tuvimos en cuenta que, por ejemplo, el que supera esa edad no puede perder el trabajo porque ya está jubilado, así que el factor laboral en su caso no pesa como en el caso de los jóvenes, que expresaban un mayor dolor moral.

-¿Y en cuanto al género, vieron diferentes respuestas?

-Sí, pero son diferencias que ya conocemos. Las mujeres son capaces de presentar mejor las demandas de atención a su salud que los hombres, así que ellas pidieron ayuda en mayor proporción. Los hombres en cambio, aumentaron el consumo de alcohol y otras drogas, principalmente cannabis.

-¿El alcohol fue para ellos una vía de escape?

-Sí, pero eso es algo tradicional. Los varones suelen soportar los problemas alcoholizándolos. En general, las mujeres no recurren a esa vía.

-Tras el confinamiento llegó la nueva normalidad y cierto relajamiento, como si el coronavirus hubiera desaparecido. ¿Eso también dice mucho de la idiosincrasia de esta sociedad?

-Nuestra sociedad es el conjunto de diferentes formas de afrontar las cosas. Y no es lo mismo cómo lo afronta las personas enfermas o los mayores, que los chavales. Hay muchos jóvenes que lo que están haciendo es una irresponsabilidad porque consideran que no van a contagiarse ni ahora ni en muchos años. No vale de nada lo que les diga el ministro de Sanidad, a los adolescentes hay que hablarles a través de sus líderes, de sus proxis, y eso no lo hemos conseguido. Y luego están los que, sabiendo lo que hay, se saltan las normas, porque casi es un reto para ellos.

-Hay quien sigue teniendo miedo a salir a la calle por temor al contagio. ¿Síntoma de trastorno o simplemente prudencia?

-Las dos cosas. Hay gente muy temerosa que en circunstancias como ésta derivan en reacciones fóbicas o irracionales. El temor patológico existe desde hace muchos años. Existe en condiciones normales y en pandemia eso se ha acentuado.

-¿Qué pasa por la mente de los negacionistas? ¿Se lo tienen que hacer mirar?

-Para resolver el problema de los negacionistas en una pandemia hay que saber llevarles el discurso a su proximidad, para que lo asuman y entiendan que esto no es una decisión gratuita. Si no somos capaces de comunicar con ellos, seguirán en sus trece. Con mensajes genéricos no podremos convencer a grupos de no creyentes.

Lo más crudo de la pandemia

-¿Qué efectos psicológicos puede estar causando el aislamiento de quienes viven en residencias

-Tiene efectos muy negativos, en los residentes y en los familiares que ven limitadas las visitas. Es como cuando se les impedía despedirse de los enfermos en fase avanzada. El 'no pueden' es muy fácil de escribir porque son dos palabras, pero son muchas las emociones que desencadenan y no son emociones positivas, ni gratificantes ni motivadoras y que el individuo no asume. No poder despedirse de personas en fase muy avanzada de la enfermedad fue de las cosas más crudas de la epidemia, más que la propia mortalidad.

-¿A los sanitarios en primera línea contra el coronavirus acabará pasándoles factura si no lo ha hecho ya?

-Es otro tema que desgraciadamente no conocemos bien. La mayor parte de los grupos de investigación que han tratado de estudiar este asunto se desesperan porque no ha habido manera de tener esos datos. Según donde uno trabaje hay gente mas quemada que otros. Es decir, no es lo mismo lo que ha pasado en Madrid que lo que está pasando en Asturias. No lo sabemos y lo deberíamos saber. Porque si la gente se vació ante esta situación obviamente no espera que le vayan a rebajar el sueldo, una de las hipótesis que circula.

Sin datos de tentativas

-Lo que se vio durante el confinamiento en Asturias fue que se redujeron considerablemente los suicidios consumados. ¿Por qué?

-No sabemos por qué. Sí sabemos que en los últimos años teníamos una media de once muertes por suicidio al mes. Unos 133 o 135 al año. En febrero solo hubo cuatro. En abril, cinco. De media las tasas se redujeron un tercio desde que se declaró la pandemia.

-¿Se tiene idea de cuántas tentativas ha habido?

-Esos datos, que son esenciales y necesitamos de manera imperiosa, no los tenemos a pesar de hace más de dos años empezamos a implementar un plan de prevención de riesgo suicida en toda la región. Y no los tenemos no porque no existan sino porque no se han procesado. Pero esos datos son básicos para saber lo que está pasando y si hay que mejor algunos aspectos. Espero que el consejero de Salud tenga tiempo para mirar esto porque es fundamental. Porque, además, ese plan que era sanitario se puede transformar en un plan sociosanitario, que tenga más amplitud para su aplicación. Habría que ampliarlo, actualizarlo y buscar los recursos.

-¿Puede haber un repunte en los próximos meses?

-Puede haberlo, claro, porque el malestar mental ha aumentado en general en todas las personas, sanas y enfermas.

-¿Estamos mejor preparados para un posible segundo confinamiento?

-Espero que sí porque hemos aprendido todos mucho, los clínicos, los gestores, la sociedad en general, las fuerzas del orden público. Pero se han visto deficiencias que hay que corregir, claro, y en esas estamos.

-¿Sería más traumático que el primero?

-Bueno, lo que se anuncia no es mejor que lo que hemos pasado. Las herramientas ante cualquier problema de este estilo son tener tratamiento, vacuna y posibilidades de control sobre los virus y en estos pocos meses no hemos mejorado nada de lo que teníamos en febrero. O sea que es posible que empeoren las cosas.

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