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Jairo Fernández y Cristina Lebrato, trabajadores de la finca La Isla en Soto del Barco.

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Jairo Fernández y Cristina Lebrato, trabajadores de la finca La Isla en Soto del Barco. LUIS SEVILLA

El kiwi no deja de crecer

Las zonas del Bajo Nalón y el Bajo Narcea son las mayores áreas productoras de Asturias. Ahora llega el momento de recoger los frutos

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Domingo, 29 de octubre 2017, 02:47

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En unas semanas comenzará la cosecha del kiwi asturiano. Procedente de Nueva Zelanda, las primeras plantaciones de en nuestra región datan de hace poco más de tres décadas, desde entonces la extensión dedicada a su cultivo ha ido aumentando de forma significativa y hoy es considerado por los expertos uno de los productos agrícolas asturianos con más potencial de futuro. Diversas iniciativas empresariales para la ampliación del sector, puestas en marcha recientemente, así lo parecen mostrar.

Asturias no es Nueva Zelanda pero se le parece bastante como terreno propicio para la kiwicultura. Javier Feito, gerente de Kiwiastur, la marca comercializadora y, desde hace escasas fechas, también productora del fruto, perteneciente al grupo Feito y Toyosa, antes de hablar de los importantes proyectos en los que se ha embarcado su empresa se sirve de una imagen infantil para situarnos: «Si metemos una aguja desde aquí a través del globo terráqueo saldría en Nueva Zelanda. Tenemos un clima muy similar e idóneo para el kiwi, nosotros lo vimos hace tiempo y apostamos por ello». Su empresa decidió implicarse en un sector, entonces muy atomizado en pequeños productores, comercializando los frutos autóctonos. En la actualidad ha dado un paso más apostando por la producción propia con la adquisición de una finca de 40 hectáreas en la vega de Peñaullán (Pravia) que este año dará su primera cosecha y que por su extensión es ya una de las mayores de Europa en una sola pieza: en ella se emplean técnicas de emparrado destinadas a rentabilizar la superficie del terreno y aumentar la producción. Y el siguiente paso, materializado estos días, es la puesta en marcha de una Central Kiwicultora Asturiana que pretende ser para el sector el equivalente a las grandes corporaciones lácteas regionales como CLAS o Reny Picot. «El objetivo es encargarnos de todo el proceso de normalización y envasado del producto para su salida al mercado; ponemos al servicio de los agricultores nuestra inversión para que ellos solo se ocupen de producir», dice.

Kiwiastur comercializa ahora 2 millones de kilos anuales, su objetivo en cuatro o cinco años es alcanzar entre 6 y 10 millones. No es la única empresa en invertir con ambición en el sector: en fechas recientes, el grupo francés Primland (uno de los más importantes del país vecino) a través de la sociedad asturiana La Rodriga S.A. ha puesto en funcionamiento una plantación de 15 hectáreas en Cornellana (Salas) con capacidad para producir a corto plazo entre 500 y 600 toneladas de kiwi. Su responsable, Rafael Olivo, nos abre las puertas de la finca, inaugurada en abril de este año a orillas del Narcea, y lo primero que llama la atención son las mallas que cubren un sistema similar al tradicional emparrado. El gerente enumera sus utilidades: «Protege del granizo, evita la insolación, refrigera las plantas y no deja que la humedad del riego se escape». Es una más de las innovadoras técnicas con las que este ejecutivo de la firma franco-asturiana –con más de tres décadas de trayectoria en el sector–, pretende dar una vuelta de tuerca a las ya probadas posibilidades de expansión de la kiwicultura en nuestra región. Su objetivo es el cultivo multivarietal: «Tenemos 1 héctáreas dedicada al nergi (fruto pequeño similar a la uva en forma y sabor), 4 ha. al Hayward (la variedad cultivada mayoritariamente en Asturias) y nuestra apuesta principal son las 14 ha. de oscargold (variedad amarilla de gran calidad)», relata Olivo. El propósito es encajar en el nicho de mercado de la alta calidad: «El kiwi asturiano es per se bueno y así se reconoce; faltaba producir algo mejor para ese nicho, por eso elegimos las variedades nergi y oscargold», expone el directivo, quien ve en su proyecto de La Rodriga «una experiencia piloto que puede servir de madre a otras explotaciones que quieran producir para nosotros con las técnicas implantadas aquí».

Unos veinte kilómetros aguas abajo, donde ya el Narcea y el Nalón son el mismo río que desemboca en la barra de San Esteban, la finca La Isla en Soto del Barco, con 25 hectáreas plantadas de kiwi y una de las pioneras en este cultivo, ofrece otro modelo de explotación: el de la pequeña empresa ya consolidada que aspira a mantener su posición en el mercado. Es realmente una isla, la de Arcubín, y para acceder a ella hay que embarcarse en un transbordador que comunica sendos embarcaderos en las dos orillas. Su gerente, Juan Olivo Cimas, describe la estrategia de la empresa: «Somos una marca asentada con 500 toneladas de producción, vendemos solo al por mayor a grandes clientes y para satisfacer la demanda todo el año la cubrimos con fruto chileno, especificando que el origen no es Asturias». Olivo confía así en seguir manteniendo la posición de la marca y más en un futuro inmediato en el que augura un repunte del sector: «Hay una predilección por el producto y una tendencia de consumo a adquirirlo por piezas, lo que repercutirá en mayores márgenes».

Sean o no ésas las perspectivas del kiwi el dato contrastable es el de su impacto en zonas como la del Bajo Nalón, un espacio en el que se concentra la mayor mancha de plantaciones de ese cultivo en Asturias. Juan Lázaro, gerente del Grupo de Desarrollo Rural de la comarca, adscrito a la Red Reader que gestiona los fondos europeos, desde su oficina ha estimulado un sector que sigue creciendo: «Cada empresa tiene un planteamiento propio que les permite una buena rentabilidad y está apareciendo la figura del productor comercializador y la del comercializador productor: se notará en rentabilidad, acceso a mercados y estandarización de la calidad». Ha sido un gran salto en tres décadas y este técnico en desarrollo rural considera el kiwi uno de los pilares del futuro para el campo de la región: «Es la única producción que podría vender tanto como produjese, incluso el doble, sin saturar el mercado, además de generar impacto en otros sectores, como se ha visto en nuestra zona» y va más allá al afirmar que «el kiwi debería ser un referente del potencial de la agricultura en Asturias, de que haciendo bien las cosas se consiguen rentabilidad y empresas competitivas».

El kiwi asturiano crece, especialmente en las vegas del Bajo Narcea y del Bajo Nalón. Y su futuro, a juicio de todos los expertos consultados, se prevé dulce como el sabor que le ha dado reconocimiento al fruto cultivado en nuestra región.

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