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El coche fúnebre con los restos mortales de Luis Corzo, a la puerta de la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados, a la una de esta tarde.

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El coche fúnebre con los restos mortales de Luis Corzo, a la puerta de la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados, a la una de esta tarde. Mario Rojas

Un 'hasta luego, Luis' entre amor e historia

Familia, amigos y una buena representación de la escena política asturiana dan el último adiós al histórico chófer del PP, Luis Corzo, en la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados

Octavio Villa

Oviedo

Martes, 13 de mayo 2025, 15:53

Hay personas que son noticia por su forma de ser. Por su discreción, su amabilidad, su cultura, su saber estar y por el infinito amor que han repartido a lo largo de su vida, corta en este caso, en su entorno. Ese es el caso de Luis Corzo, conocido en la escena pública asturiana como el eterno chófer de los presidentes del Partido Popular asturiano, que este martes, tras unos demasiado cortos 56 años de vida, ha sido despedido entre el dolor de su familia -su esposa, Marigel, y su padre, muy afectados ambos-, sus muchos amigos y los dirigentes del partido en un lugar, la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados, que a Luis le gustaba especialmente.

Ovidio Sánchez e Isidro Fernández Rozada, a la entrada de la iglesia. Mario Rojas

Licenciado en Historia por la Universidad Alfonso X, Luis Corzo era siempre una presencia amable, cortés y muy profesional en todos los actos a los que acudían los dirigentes del PP. Un conversador ameno y siempre discreto, haber sido el chófer de media docena de presidentes del partido y haber llevado por toda Asturias -y por media España- a éstos, acompañados en ocasiones por notables personalidades, es una muestra de que siempre ejerció su función más allá de lo exigible, con una profesionalidad que le llevó a que todos los dirigentes del partido le hayan definido como «un amigo, una persona muy cercana» y a destacar su impecable y magnífica profesionalidad en todos los sentidos. Hoy sobraban las palabras, todo era un sentimiento de amor por los buenos ratos, y de nostalgia por la presencia siempre sonriente de Luis. Todos los que tuvimos la suerte de compartir buenos ratos con Luis le echaremos de menos siempre.

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