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ALICIA G.-OVIES
CANDÁS.
Martes, 16 de enero 2018, 00:10
Los vecinos del barrio de El Nodo, en Candás, vivieron ayer una de las peores noches de su vida. Parte del tejado del bloque número 3 de la calle José González Moniello se desplomó sobre las 2.30 horas de la madrugada, causando un gran estruendo y despertando a los vecinos de los edificios colindantes. Por suerte, en ese momento el piso más afectado, el más alto, se encontraba vacío, por lo que no hubo que lamentar heridos. La rápida intervención del Ayuntamiento de Carreño permitió realojar a los afectados en el hotel Piedra de Perlora durante la noche.
Los vecinos del piso contiguo comenzaron a escuchar ruidos entorno a esa hora de la madrugada. Mónica Jiménez estaba en ese momento en la cocina con su hijo de tres meses en brazos, dispuesta a hacerle un biberón, y el estruendo los tiró al suelo. «Fue desastroso. Se oyó un ruido horrible», recordó. Ella tuvo que ser atendida por los equipos médicos debido al ataque de nervios que tuvo tras el suceso. El pequeño también lo notó y, según su madre, «no logró dormirse hasta las ocho de la mañana».
La suerte quiso que lo que podía haber sido una gran desgracia terminase solo en un susto. En el momento del desplome, en el piso superior, donde cayó la gran mayor del tejado, estaba vacío. Los inquilinos se habían ido a vivir hacía diez días a casa de un hermano. «Si hubiesen estado dentro, estarían todos muertos», aseguraron los familiares, quienes, a pesar del paso de las horas, seguían sin poder asimilar lo sucedido. La habitación fue la zona más afectada por el derrumbe.
Inmediatamente, se trasladaron hasta allí efectivos de Bomberos y de la Policía Local que se ocuparon de acordonar la zona y de desalojar a todos los residentes. Por la mañana, los técnicos municipales se encargaron de hacer un primer análisis de la estructura antes del informe definitivo sobre los daños que tendrá que esperar un poco más. No será hasta entonces cuando se esclarezca lo sucedido, aunque los vecinos tienen su propia teoría. Según explicaron, «las vigas del tejado se estaban oxidadas y en mal estado». Una situación, agravada por las numerosos lluvias de estos días. En principio, se habrían derrumbado cincuenta metros cuadrados de la cubierta, según los técnicos.
Tras el susto inicial, llegaron las dudas por el futuro. «No me voy a quedar en la calle con un bebé de tres meses», afirmó Mónica Jiménez. Por el momento, según indicó el portavoz del equipo de gobierno, Gabriel Rodríguez, se les realojó de emergencia en un hotel de Perlora, donde podrán pasar los próximos días hasta que puedan volver a su hogar o buscar otra alternativa. Ahora, al tratarse de una propiedad privada, deberán ser los dueños del inmueble los que se hagan cargo de las obras de reparación.
El bloque pertenece a un matrimonio desde hace varios años. El hijo fue el encargado de pasar ayer para ver lo que había sucedido y darles las llaves a los técnicos. «Lo último que se hubieran esperado es que el tejado iba a caer. Lo arreglaron hace una década», aseguró. Algo que los vecinos niegan. Al parecer, y según relataron, las goteras eran constantes en numerosas zonas del bloque. Incluso el dueño del bajo, donde anteriormente había un bar, se habría quejado hace unos días «porque le estaba cayendo agua».
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