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J. F. GALÁN
SALINAS.
Miércoles, 21 de agosto 2019, 00:09
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«Estoy vivo gracias a él. Me salvó la vida, y no tengo palabras para expresar mi agradecimiento. Solo puedo decir gracias». Jaime Escanciano, el joven madrileño de 23 años que el pasado día 1 cayó fulminado víctima de una grave afección cardíaca mientras corría por el paseo de Salinas, se reencontró ayer con Marcos Rodríguez, el socorrista que le salvo la vida. «Nos vino a avisar una señora y, cuando al acercarme vi que estaba tirado en el suelo, tuve claro que sucedía algo grave. Entonces le pedí a mi compañero, David Martín, que fuese corriendo a por el oxígeno y a por el desfibrilador», recuerda Rodríguez.
Jaime, en cambio, no se acuerda de nada. «Llevo años veraneando en Salinas junto a mi familia. Lo único que sé es que habíamos llegado la víspera. Del resto no sé nada, salvo lo que me contaron y que mi reloj registró que ese día había corrido tres kilómetros».
Su carrera se cortó en seco a la altura del Espartal, junto al edificio en el que veranea. Una vez ante él, Marcos Rodríguez inició las maniobras de reanimación y le aplicó el desfibrilador, «que fue el que realmente le salvo la vida».
Si tal dispositivo resultó decisivo, la persistencia de Marcos Rodríguez no lo fue menos. «Una mujer que aseguraba ser médico me dijo que desistiera, que no había nada que hacer, que estaba muerto, pero yo seguí. Aquí, en la playa, la gente te dice que es de todo, pero el socorrista soy yo y la responsabilidad es mía», afirma 'Marquinos', que apunta a un tercer factor. «Los socorristas entrenamos dos días a la semana, martes y jueves a las nueve de la mañana, y estamos preparados para actuar no solo ante un rescate en el agua, también para practicar maniobras de reanimación».
Cuando llegaron los servicios de emergencias Jaime mantenía un hilo de vida que se conservaba cuando fue ingresado en el hospital. «Lo que tenía era una obstrucción del tronco coronario izquierdo, posiblemente congénito. Si no se hubiera manifestado ese día lo más probable es que hubiera sido otro. Me operaron y todo ha quedado solucionado. Con el tiempo hasta podré volver a correr. Yo siempre he hecho mucho deporte y mi corazón nunca me había dado la menor señal», explica. El reencuentro se materializó ayer en el puesto de Salvamento. «Ese día me morí, y gracias a él tengo una nueva vida que pienso aprovechar. Solo puedo darle la gracias», concluyó Jaime.
Marcos es el socorrista con más experiencia del equipo de Salvamento de Castrillón. Ha participado en numerosos rescates, entre ellos uno de triste recuerdo, el de seis bañistas que en 2015 se vieron atrapados en una corriente, uno de los cuales, una joven, murió. A raíz de su actuación, él e Ignacio Flórez, el coordinador, fueron condecorados con la Cruz de la Orden del Mérito Civil.
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