«Con la nueva ley, los dos primeros fallos de 'La Manada' no se producirían»
Los derechos de los agresores son los de todos. No hay ningún interés en disminuir el nivel de protección de las garantías procesales»
Es catedrática de Derecho Penal en la Universidad de A Coruña. Vive en Friburgo, donde es profesora asociada. La entrevista la concede desde Zurich y ... el 25N la pilla en Chile. Después de haber sido, a los 38 años, la catedrática de Derecho Penal más joven de España, el próximo 7 de diciembre puede convertirse en la representante española del Grevio, el grupo contra la violencia de género, del Consejo de Europa. Hoy Patricia Faraldo (A Coruña, 1969) es redactora de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual. La del 'solo sí es sí'.
–En Igualada han violado salvajemente y dado por muerta a una chica de 16 años. Como en el pasado, para algunos hombres ¿la mujer sigue siendo un objeto?
–Sí, a eso todavía no le hemos puesto fin. Pero se están poniendo los medios. Poco a poco.
–La propuesta de Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual está ahora en trámite parlamentario. ¿Qué caso del pasado hubiera sido juzgado de forma diferente de estar en vigor?
–Desde luego las dos primeras sentencias de la Audiencia Provincial de Pamplona en el caso de 'La manada' no se habrían podido producir. Porque estaría claro que eso no fue abuso sexual sino violación.
–En el I Congreso Internacional de Violencia de Género, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo a principios de mes, negó usted que esa nueva ley recorte derechos a los agresores.
–La cuestión es que los derechos de los agresores son los derechos que nos asisten a todos, por lo tanto no hay ningún interés en disminuir el nivel de protección de los derechos fundamentales y de las garantías procesales. De lo que se trata es de poner los medios para una mejor protección y reparación de las víctimas.
–¿Con esta ley se conseguirá?
–Con esta ley se ponen las primeras piedras para conseguirlo. Tenemos una ley, ciertamente, de atención a víctimas de delitos graves, incluidos los sexuales, que establece la reparación, pero lo cierto es que no está funcionando adecuadamente. Por eso hay que ampliar los derechos que asisten a estas víctimas y garantizar que son efectivos.
–En el citado congreso se planteó que quizá sería mejor reformar la Ley Integral contra la Violencia que tener tres.
–Las leyes las hacen los políticos. Los académicos lo que hacemos es tratar de informarlas, de sugerir, de aconsejar, pero, evidentemente, estamos hablando de contenidos políticos y no hay dudas de que ellos tienen estar ahí y esa es su labor.
–Desde el punto de vista jurídico, ¿sería más sencillo tener una única ley contra las violencias sobre la mujer?
–Si uno tuviera absoluta libertad para reformar el ordenamiento jurídico, claro que se pueden hacer cosas que resulten más claras y que estén mejor coordinadas con el resto de la legislación. Pero muchas veces lo que hay que hacer es respetar el trabajo que ya han hecho otros legisladores en el sentido de que hay cosas que no conviene tocar en un momento dado. Entonces las reformas chirrían un poco, hay que adaptarlas a la legislación existente y pueden dar lugar a algunas dificultades de interpretación y aplicación.
–El sistema jurídico lamenta la falta de medios.
–Hay un salto entre los derechos que te reconoce la legislación y entre los que realmente puedes llevar a la práctica. Hay muchas posibilidades de mejora en ese aspecto.
–No fue partidaria de endurecer las condenas a los agresores. Dice que ya son muy altas.
–En la actualidad, los delitos de agresiones sexuales, en sus modalidades agravadas, se pueden castigar más que un homicidio simple. Los marcos penales siempre han rozado al homicidio. Esto da idea de la importancia que le da a la libertad sexual nuestro legislador. Pero entre la vida y la agresión sexual, la vida tiene un valor preminente. Reajustar las penas se podría haber hecho y habría sido conveniente.
–¿Cuál era su propuesta?
–Yo habría bajado un poquito el límite superior, que está en doce años, creo que diez podría haberse considerado suficiente.
–¿Cree que el enfrentamiento político frenará la ley?
–Bueno, la situación política que vivimos es la que es. Creo que la aprobación de estas leyes que tienen un contenido simbólico va a depender de los equilibrios dentro del Gobierno y de los equilibrios con los demás grupos.
–¿La frenará la división del movimiento feminista?
–Está claro que el feminismo lleva muchos años dividido en muchas corrientes. Esa división se manifiesta con más o menos fuerza en diferentes momentos históricos. En estos momentos, lamentablemente, parece que es más lo que nos separa que lo que nos une, cuando en realidad estamos todas preocupadas por la situación de la mujer y queremos mejorarla. Si dejamos de pensar en lo que nos divide y empezamos a pensar en lo que nos une nos iría mejor.
–¿Qué supondrá su aprobación?
–Un cambio radical de cómo concebimos la violación en nuestro país, entre otras modificaciones ajenas al Derecho Penal. Un cambio importante que obligaría a una dotación juridisprudencial inmediata.
–Si se aprueba, ¿cómo nos situaría a nivel internacional?
–Nos situaría en el grupo de países que están adaptando el Convenio de Estambul, como es nuestra obligación. Una oleada de reformas está recorriendo Europa desde hace unos años en la línea que sugiere el proyecto de ley: convertir la violación no en un delito que se comete con violencia e intimidación en contra de la voluntad manifiesta de la víctima, sino un delito que se comete sin consentimiento.
Educar en igualdad
–El decano de Derecho, Javier Fernández Teruelo, habla de usted como prelegisladora.
–(Risas) Es que es un amigo. La verdad es que ha sido una labor muy difícil, es mucho más fácil criticar una ley, que es lo que hacemos los profesores de Derecho Penal, que escribirla. Ha sido un proceso de aprendizaje muy emocionante, He tenido el placer de trabajar en esa comisión con expertos en género de los que he aprendido mucho.
–¿Nos sigue faltando educación en igualdad?
–Sí, pero incluso los que estamos escribiendo sobre ello se nos escapan cosas. A mí a veces me señalan cosas y digo ¡cielos! no me había dado cuenta.
–Es una 'boomer', educada en el tardofranquismo.
–Sí, y estamos rodeadas de micromachismos. Hace poco el organizador de un congreso al que asistí me dijo que cuando llegara a casa (tenía un viaje largo por delante) le avisara, que se quedaba preocupado. Luego pensé que eso seguro que no se lo dijo a ningún tío de 50 años.
–Dicen que la solución pasa más por educar en igualdad que por el Código Penal.
–Efectivamente. El Código Penal tiene una función educativa, pero sin duda hay otros medios más adecuados para llevar adelante esa labor.
–El 7 de diciembre ¿a qué huele?
–(Risas) Para mí ha sido ya un honor el hecho de haber sido elegido como candidata. Poder formar parte del Consejo de Europa sería un desafío profesional interesantísimo. Somos nueve candidatos para tres puestos. Veremos.
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