Carmen y Víctor Mozo han reabierto el camping de Tapia. A. A.

El camping de Tapia, recién inaugurado, comienza a notar el efecto del brote en A Mariña

La clientela más fiel celebra la reapertura cuatro años después y dice sentirse «segura» por el amplio terreno

ANDREA ARRUÑADA

tapia de casariego.

Viernes, 10 de julio 2020, 00:08

El mierense Joaquín García recuerda a la perfección la primera vez que pisó el camping de Tapia. Fue en la segunda quincena de agosto de 1989, con el establecimiento recién estrenado y un bebé de apenas dos meses en brazos. Presume de ser uno de los clientes más veteranos. Desde entonces, no había fallado un solo verano hasta el cierre hace tres años. Ahora ha podido volver, ya que los hermanos Carmen y Víctor Mozo han cogido las riendas del negocio para devolver al municipio uno de sus principales atractivos turísticos.

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«La frase que me dijeron al entrar en 1989 fue: hemos hecho un camping de segunda con servicios de primera. En las mejores épocas, se enganchaba la temporada completa, desde finales de mayo», rememora García, que no dudó en reservar en su lugar de veraneo predilecto cuando se enteró de la reapertura, retrasada al 1 de julio por la pandemia. «Siempre tuvo un perfil muy familiar. Probamos otros, pero si te acostumbras a un sitio, luego no hay manera».

Tal es su devoción por el enclave, que convenció a su amiga Emma Sánchez, de Pola de Laviana, para volver como antaño. El miedo a la COVID la frenaba en un primer momento. «Pero no me aguantaba las ganas, sentía como una especie de morriña», comenta esta profesora jubilada. En los últimos días ya ha activado el modo 'relax': paseos, comidas y playas ocupan su agenda. Sin embargo, no deja de mirar a lo lejos hacia A Mariña, porque su hijo vive en Foz.

No es la única a la que inquieta este rebrote, con casos confirmados a apenas 13 kilómetros de distancia. Los propietarios perciben que las llamadas han caído a la mitad, tras un primer fin de semana «mejor de lo esperado». «Teníamos un 40% de ocupación y este ya no será igual», lamenta el empresario. La tónica parece que se repite en el resto del occidente. Aun así, se muestra optimista por los buenos comentarios de la clientela, la de toda la vida y los recién llegados.

La pareja de madrileños formada por Ángel Jiménez y Ángela Márquez valoran la «tranquilidad» de un espacio tan abierto, con juegos para sus niñas Andrea, de 9 años, y Vera, de 5, a escasos metros de la playa de La Paloma y a poca distancia a pie de la villa tapiega. «Las vistas, un lujo», añade Jiménez. Todo ello, a pesar de que el rebrote «nos ha ido persiguiendo», pues comenzaron su ruta en autocaravana en O Vicedo (Lugo), zona que todavía permanece cerrada.

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