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DAVID SUÁREZ FUENTE
PORCÍA (EL FRANCO).
Domingo, 9 de septiembre 2018, 01:53
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A las doce del mediodía repicaron las campañas en la localidad franquina de Porcía. Era la última llamada para asistir a la misa en honor a la Virgen de los Remedios. A esa hora, comenzaron también a llenar los miles de romeros que, poco a poco, abarrotaron la alameda. Muchos lo hicieron en familia, otros en grupos de amigos, pero los que más llamaron la atención fueron los dos grupos de vecinos que, procedentes de Tapia de Casariego y de La Caridad, realizaron una entrada triunfal en la fiesta, fueron de los primeros Portaban comida, bebida y todo lo necesario para pasarlo bien en esta jornada.
Desde el bando franquino, los vecinos llegaron a la alameda en un gran grupo. Lo hicieron caminando. Fueron cerca de medio millar de personas que entraron al campo, de golpe, siguiendo a Gervasio Pérez, el portador de la bandera de Asturias que guiaba a la comitiva. «Es una tradición venir caminando», dijo Víctor López, de La Caridad, quien explicó que «no faltó nunca desde que era pequeño». Desde Tapia, otros varios cientos también peregrinaron hasta la alameda para disfrutar de este día de fiesta en honor a la Virgen de los Remedios.
Una tradicional cita que ha cambiado con los años, según reconocieron los romeros. «Antes veníamos siempre en familia, ahora los jóvenes lo hacen con los amigos», destacó el vegadense Manuel Álvarez, quien llegó a Porcía junto a seis amigos, caminando desde Vegadeo. Ya sobre la hierba, los romeros recordaron las tradiciones perdidas de esta celebración.
«Antes se tiraba a la gente al agua, ahora ya no se hace y me parece bien», dijo Álvarez. Belén Cabeza, de Villayón, quien criticó que «ahora los jóvenes vienen en autocares, se perdió la esencia de esta fiesta, venir en comunidad, todos juntos». Y es que, según a la vegadense Celia Pérez, «se hace lo imposible por seguir viniendo caminando, yo luego voy de boda».
En Porcía se encontraron vecinos de todos los concejos del occidente. Repartidos en peñas por el prau, se distinguieron por los colores de sus camisetas, con lemas muy diferentes. «Es una fiesta especial, hay mucha confraternización», dijo La Ambres, vecina de Salas. Mayores y jóvenes compartieron espacio.
«Es un día de encuentro», zanjó Amada Fernández , rodeada de los suyos, y añadió que «hace cincuenta años no teníamos ni mesas ni sillas, solo el suelo». Desde la organización, el presidente de la asociación cultural, José Pérez, destacó la gran afluencia de gente. «Aunque no tenemos a los Reyes, lo pasamos bien», dijo.
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