Más de 300 personas buscan cada año residencia en pueblos del noroccidente

Frenar la sangría demográfica que sufren en las últimas décadas muchos pueblos de la región es una labor que requiere todos los recursos y esfuerzos posibles, y en la Fundación Edes lo tienen claro. Por eso, el mes pasado contrataron a una facilitadora rural para «captar nuevos pobladores y recursos y atender las solicitudes recibidas, apoyando la liberación de viviendas para alquiler».

«Se trata de poner en contacto las necesidades de las personas que se interesan en el medio rural con las oportunidades que este puede ofrecerles. El puesto aglutina en un perfil aspectos que ya se veían haciendo», explica Verónica Bermúdez, vecina de Boal que consiguió el empleo.

Un trabajo en el que se requiere «vocación de recorrerse el territorio», ya que la fundación abarca pueblos de unos 17 concejos. De Castropol a Valdés, pasando por el Alto Navia, los tres Oscos, Coaña o Taramundi. «Casi todos los días llegan entre una y tres demandas de personas interesadas. Lo hacen a través de la iniciativa nacional 'Volver al pueblo' -impulsada por la Confederación de Centros de Desarrollo Rural- desde donde les derivan a la fundación», señala Bermúdez. «Desde 2018, hay más de 300 personas de media que se interesan cada año. Y dentro de ellas hay situaciones de personas de mucha vulnerabilidad en las que tenemos menos posibilidades de actuación», añade.

Los nuevos pobladores llegan indistintamente a todos los rincones del occidente. Los asentamientos más recientes han sido en San Tirso de Abres, Villayón, Taramundi y Boal. Generalmente, personas que llegan movidas por la calidad de vida que los pueblos ofrecen «para teletrabajar o desarrollar pequeños proyectos».

Encontrar una vivienda adecuada es siempre una de las prioridades. Por eso, entre sus funciones, la facilitadora rural actualiza en la plataforma los recursos disponibles en la zona. «La mayoría de inmuebles son públicos. Escuelas abandonadas o albergues. Unos recursos que se ponen en alquiler para retomar su uso como albergue, por ejemplo, o como centro de artesanos», señala Bermúdez, quien reconoce que tienen «dificultades para encontrar viviendas con algo de terreno o jardín». «Este año intentaremos llegar a recursos particulares como casas o naves, pequeñas cuadras», añade.

Si bien desde la plataforma no se publican ofertas de empleo, la fundación sí ofrece el enlace a los portales de empleo de la comarca, «oportunidades de negocios en relevo o trabajo por cuenta ajena». «Nosotros ponemos el pegamento» sostiene Bermúdez.

Además de la orientación en la búsqueda de su nuevo destino, la nueva facilitadora trabaja, asimismo, en el acompañamiento de los recién llegados, facilitando su integración en la medida de lo posible. «En abril celebraremos unas jornadas específicas sobre esta cuestión, los procesos de llegada de 'los neorurales'» apunta la boalesa. Con la intención de favorecer la convivencia y fortalecer el tejido social de las comunidades, la fundación promueve la participación directa de los vecinos de los pueblos.

«Creemos que es positivo que existan en los pueblos figuras que nos ayuden desde el territorio, a modo de enlaces, con los nuevos pobladores». Una tarea a la que ya se han mostrado dispuestos vecinos de todos los rincones. «Vemos continuamente cómo todo el mundo se va, y hay que hacer algo con sentido y propósito. Este proyecto puede marcar la diferencia», confía la boalesa.

Respecto a las políticas públicas y las iniciativas de las administraciones, la fundación se muestra abierta a la colaboración. «Todo lo que sea poner el foco en los recursos, aumentarlos, y llegar a donde no puede llegar una entidad como la nuestra es bienvenido», asegura Bermúdez.