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Actualmente se trabaja para paliar los posibles problemas de inundaciones que sufre, en mayor medida que el resto de la localidad, el barrio de El Barco.
Arriondas sigue pendiente del agua

Arriondas sigue pendiente del agua

Cuatro años después de la inundación de la capital parraguesa los vecinos rememoran aquella trágica jornada. Esperan la ejecución de las actuaciones prometidas para minimizar futuras riadas

ANA MORIYÓN

Domingo, 15 de junio 2014, 01:15

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Arriondas amaneció el 16 de junio de 2010 completamente anegada. Las intensas lluvias de las jornadas previas provocaron el desbordamiento de los ríos Sella, Piloña y Chico, que inundaron casi por completo la capital parraguesa ocasionando incalculables daños materiales en decenas de viviendas, equipamientos educativos y sanitarios de la villa, aunque por suerte no hubo que lamentar ningún daño personal.Los parragueses aún guardan en la retina aquellas impactantes imágenes de enfermos evacuados en lanchas del hospital de Arriondas, vecinos rescatados en piragua o las aulas del colegio completamente destrozadas por la fuerza del agua, que llegó a desplazar buena parte del mobiliario de un centro escolar a otro. «Recuerdo salir a la calle y ver un ambiente desolador, gente totalmente desorientada, sobre todo a la gente mayor, que no sabía qué hacer», relata el primer edil de Parres, Marcos Gutiérrez, en aquel momento teniente de alcalde. «Me impresionó mucho porque aunque no hubo que lamentar heridos hubo mucha gente que perdió todos sus recuerdos familiares, todas sus fotos, fue un momento muy duro. Algo tremendo. Daban ganas de llorar», relata Gutiérrez Escandón, que compara lo sucedido al paso de un huracán y que no quiere ni pensar qué hubiera ocurrido si todo sucede horas más tarde, con los niños ya en la escuela.

Ése fue precisamente el consuelo que le quedó a la comunidad educativo cuando vio completamente destrozados todos los centros escolares del concejo. «Si todo aquello hubiera ocurrido unas horas más tarde, con los críos en las clases, no sé cómo hubiera sido el desalojo. Hubiera sido horrible», trata de imaginarse Justo Manzano, en aquel momento profesor en el colegio público Río Sella, aunque actualmente jubilado. «Me acuerdo que me dirigía al colegio poco antes de las nueve de la mañana y que ya no pudimos pasar. La gente al principio era incrédula, nadie se imaginaba lo que en apenas media hora iba a suceder. Le caían a uno las lágrimas viendo aquello, parecía que todo iba a quedar hundido», rememora.

Quienes recuerdan perfectamente aquella jornada fueron los trabajadores del hospital Grande Covián, que tuvo que ser evacuado ya que el agua cubrió la planta baja -oficinas y archivo- y en consecuencia se quedó sin suministro eléctrico. «Íbamos a empezar a trabajar en el quirófano cuando nos avisaron de que sacáramos los coches de los bajos del hospital porque se iban a inundar. A mí me dio tiempo a hacerlo, pero cuando volví al hospital el agua ya había entrado en la planta baja y nos quedamos sin suministro eléctrico, por lo que se decidió anular todas las operaciones previstas», recuerda el cirujano Juan Ignacio Rodríguez. «Había gente muy nerviosa, pero nunca cundió el pánico. Yo al menos nunca me planteé que el agua llegara a la segunda planta. Nunca me vi ahogado», indica. No obstante, con ayuda de las zodiac de las empresas de turismo activo comenzaron a evacuar a los enfermos mientras que los trabajadores, que improvisaron una gran cadena humana, trataron de recuperar buena parte de los archivos y el material de la planta baja. «Estuvimos limpiando el hospital varios días», rememora.

Aquella dantesca jornada difícil de olvidar se convirtió en un antes y un después para este concejo que, lejos de amilanarse, mostró su lado más fuerte y solidario. Con el nivel del cauce de los ríos nuevamente en su sitio era el momento de recuperar la normalidad y toda Arriondas se unió para conseguirlo. Maratonianas jornadas de limpieza en calles, viviendas y comercios, y una plataforma ciudadana con el lema 'Arriondas sigue', consiguieron levantar nuevamente la capital parraguesa. «Aquella misma jornada, cuando empezamos a ver las desgracias, por suerte sólo materiales, los miembros de la Asociación Amigos de Parres nos reunimos y decidimos que había que hacer algo. Surgió así la plataforma 'Arriondas sigue' y finamente fue para nosotros una satisfacción muy grande ver que nada más lanzar la idea todos los colectivos de Arriondas quisieron colaborar con ella y todo el mundo de una u otra forma participó», señala Justo Manzano, presidente de Amigos de Parres y portavoz de citada plataforma.

«Fue muy gratificante viendo aquel desastre que todo el pueblo se solidarizara con aquellas personas que sufrieron los daños y que incluso los propios damnificados, también fueran muy solidarios. Los hubo que, pese a que habían sufrido importantes destrozos en sus casas, renunciaron a nuestra ayuda porque entendieron que había gente que lo necesitaba aún más que ellos», recuerda Manzano. No obstante, como en todo, también surgió algo de picaresca, «aunque fueron casos puntuales», matiza. «Hubo una que nos pedía un colchón porque decía que se lo había llevado la riada, y vivía en un tercero. Y otra con la que acabamos en juicios. Pero fueron casos muy puntuales», aclara.

Solidaridad popular

El alcalde del municipio celebra que gracias a la solidaridad de los vecinos y a las ayudas recibidas por parte de las administraciones central y autonómica, se pudo atender al medio centenar de familias afectadas, algunas incluso sin seguro, de forma que «todo el mundo recibió, de una u otra forma, algún tipo de apoyo para salir adelante». Entre todos consiguieron poner en pie nuevamente a familias que lo habían perdido todo. Todo, menos el miedo al río.

Dragados

Todas las miradas entonces se clavaron en el Sella y en los sedimentos que acumulaba el río después de años de abandono, que agravaron las consecuencias de la riada hasta el extremo de que ni los más mayores del lugar recordaban haber visto algo similar. La Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) prometió actuar y cumplió con su compromiso de dragar el cauce del Sella y de sus afluentes para minimizar en lo posible el efecto de nuevas riadas. «Para nosotros una actuación muy importante que se llevó a cabo tras aquella riada fue el dragado de los ríos, que llevaban muchos años sin limpiar y que sí que influyeron en la crecida de 2010. Por eso reclamamos que este tipo de trabajos se realicen de forma periódica», destaca el primer edil, Marcos Gutiérrez Escandón, al tiempo que asume que aunque esta retirada de sedimentos «tranquilizó mucho a la gente, cuando el río crece sigue existiendo cierta inquietud. Normal después de lo que pasó hace cuatro años. La gente está muy sensible con aquello».

Parte de esta sensación de intranquilidad puede deberse a que nunca llegaron a ejecutarse otras muchas actuaciones anunciadas por los diferentes responsables políticos en los días posteriores a aquella trágica jornada y que se entienden también necesarias para minimizar los efectos de una nueva crecida del río. Sólo sobre el papel, la CHC ha detectado los puntos más problemáticos de los ríos Sella, Piloña y Chico y ha propuesto posibles soluciones para reducir el impacto de futuras crecidas. Entre otras medidas, elevar los muros ya existentes a lo largo de varios tramos fluviales -uno de ellos a la altura del barrio de El Barco, donde se ubica el área escolar, y otro, en el barrio de la Castañera, para proteger al hospital del Oriente y a las viviendas de la zona de posibles crecidas del río Piloña- y sustituir dos de los puentes que comunican la capital parraguesa -el del río Chico y el del río Piloña- evitando en ambos casos la utilización de apoyos intermedios, considerados grandes obstructores del cauce. Un ambicioso proyecto presentado ante la sociedad parraguesa en el verano de 2013 para el que, eso sí, la CHC reconoció que por el momento no existe financiación alguna. «Se trata de actuaciones que podrían solucionar, no sé si casi de manera definitiva, este problema. Sobre el papel lo vemos muy bien, pero lo que queremos es que eso se lleve a efecto en la medida de lo posible y a ser posible cuanto antes», reclama el primer edil, quien urge a la CHC «un esfuerzo económico» para la ejecución de este proyecto, del que desde entonces «no tuvimos más noticias».

El barrio de El Barco

Otra de las actuaciones más demandadas en Arriondas tras la riada de 2010 era solucionar el problema del alcantarillado de El Barco ya que en este barrio, en el que se emplazan cientos de viviendas y todos los centros educativos de la localidad, el agua entra por los sumideros, de forma que cuando el cauce del Sella sube de nivel se filtra por los desagües y las inundaciones de garajes y bajos son muy habituales. CHC se desentendió de este problema al entender que las carencias en el sistema de evacuación de aguas de este barrio no eran de su competencia. Por suerte, la Dirección General Calidad Ambiental, dependiente de la Consejería de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, asumía recientemente una actuación para tratar de acabar con las filtraciones, aunque no se garantiza que se consiga el objetivo. «Están a punto de finalizar las obras, que consisten en potenciar el sistema de bombeo y mandarlo a la zona de río Chico. Esperamos que permita solucionar el problema que existe de filtraciones en este barrio, aunque nadie nos lo garantiza. Veremos lo que ocurre cuando vuelva a subir el nivel del río», comenta el primer edil.

El próximo 16 de junio se cumplen cuatro años de aquella riada que puso patas arriba a Arriondas y en la memoria de todos los parragueses sigue muy presente la trágica estampa y el miedo a que se repita. Sin embargo, durante todo este tiempo únicamente se han llevado a cabo tareas de dragado y los vecinos que viven pegados al río continúan esperando la ejecución de las obras comprometidas para evitar que la historia se repita.

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