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Sheila Vaca
Viernes, 20 de marzo 2015, 00:16
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Los trabajos en le punto kilométrico 347 de la carretera nacional 634 a su paso por la localidad parraguesa de Arobes avanzan a buen ritmo. Y es que, todo deberá estar a punto para que el próximo 1 de abril se abra al tráfico un carril alternativo en ambos sentidos de circulación y regulado por semáforos. Para ello, los operarios de la obra se encargan en estos días de perforar y excavar la calzada, para poner forjado y fundir posteriormente una losa de hormigón con los arranques -la parte inicial- del falso túnel hechos. De esta manera se podrá habilitar el carril para que circulen los coches mientras los trabajadores continúan con la obra.
Desde que se comenzase a actuar en la zona, tras el espectacular argayo del pasado mes de febrero, la prioridad ha sido en todo momento la seguridad. De ahí que tras eliminar el material rocoso sobrante del talud, se colocasen dos mallas de contención, una primera de triple torsión y una segunda más fuerte de cable de acero anclada por bulones. Esos trabajos ya han concluido y por eso en la mañana de ayer ya no podían verse las dos grúas de grandes dimensiones que ayudaban a elevar y desplazar a los trabajadores por el talud. No obstante, en los días venideros se seguirán tensando los cables para afianzar la pared. También se están colocando bulones rellenos de cemento en el propio muro que se levanta sobre la ladera y que se encuentra al ras de la vía.
La siguiente medida que se efectuará será la de levantar un falso túnel de 70 metros de longitud que cubra solo la carretera y que servirá de 'colchón' en el caso de que haya un derrumbe, fallen las dos mallas y se evite con ello que el material desprendido caiga a la calzada. También se volverá a colocar la pantalla de la ladera que quedó hecha añicos tras el suceso.
«No es el típico argayo asturiano», destacaba Gabino de Lorenzo pocos días después del suceso. De hecho, los técnicos del Ministerio de Fomento lo calificaron como el mayor derrumbe en España en los últimos doce meses. Tal y como indicó César Fernández-Nespral, el jefe de la Demarcación de Carreteras en Asturias, el material desprendido se precipitó sobre la calzada a 100 kilómetros por hora, lo que hizo que la barrera protectora ubicada sobre el muro de hormigón «se doblara». «El desprendimiento inicial fue de unas 700 toneladas de material», mientras que con lo derruido tras sanear el talud se superaron ampliamente las 2.000.
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