La oferta de ocio sube como la espuma

El verano toca a su fin y en cuestión de días aparecerán los datos estadísticos de la ocupación hotelera en Asturias y hasta del número de comensales que acudieron a los restaurantes. Los primeros guarismos, no oficiales, apuntan a que la ocupación hotelera en la región se situó en el 63% en el mes de julio y alcanzó el 88% en agosto. En Llanes ya se nota el final del verano: las plazas de zona azul finalizada ayer han estado prácticamente vacías, las playas también y algunos restaurantes colocan el cartel de descanso semanal. Es opinión común que los datos económicos van a superar a los de veranos anteriores en atención a cuatro razones: el buen tiempo, la recuperación de los bolsillos, la inestabilidad en los países africanos del Mediterráneo y el hecho de tratarse Asturias de un destino con menor ocupación y más barato, hasta la fecha.

Es más que probable que los datos expliquen que el 90% de los turistas en Llanes eran españoles y el 10% extranjeros, y que el aumento del precio de los alojamientos en 2015 se situó en torno a un 3%. Y por primera vez empieza a romperse el axioma de que en la región «tenemos recursos pero falta producto». Todo ello gracias al espectacular aumento de las ofertas de ocio, al menos en el concejo llanisco, donde ya ha quedado obsoleto aquel reclamo del siglo XX que decía 'Llanes, 30 playas'.

Hace dos meses, en el arrabal de Bolao, a tres kilómetros de la villa, abría sus instalaciones Selva Asturiana, una empresa propiedad de la familia Guitián Díaz, que en un espacio de 75.000 metros cuadrados propone «un recorrido entre árboles». La actividad estrella del complejo es un parque aéreo, con 27 retos que se desarrollan en tirolinas, puentes de cuerdas, pasos tibetanos y lianas. El recorrido tiene una duración aproximada de 90 minutos y la seguridad es total porque el usuario permanece anclado en todo momento a una línea de vida continua. También ofrecen rutas guiadas y paseos por el bosque, iniciación al tiro con arco y una selva infantil. La media diaria de visitantes fue de 30 personas en julio y de 60 en agosto. El complejo permanecerá abierto ocho meses al año y de noviembre a febrero realizará obras de ampliación y mantenimiento, y también recibirá visitantes con reserva previa.

El perfil del usuario en estos primeros meses de vida se sustenta en «turismo familiar, pandillas de jóvenes, celebraciones de cumpleaños y gente de vacaciones en el concejo, recomendados por propietarios de casas de aldea y pequeños hoteles», explica Ana Díaz.

El edificio de recepción está perfectamente integrado en el paisaje, es obra de cuatro arquitectos jóvenes y sus propietarios lo consideran singular porque «conserva un roble integrado en la edificación, está elaborado con materiales reciclables, cuenta con cubiertas vegetales, el cierre en hiedra y madera permitirá en el futuro su completa mimetización y las chimeneas se alimentan con leña del propio bosque».

Más de 3.000 personas utilizaron este verano los servicios de la empresa Planeta Palombina, fundada en 2009, en Celorio, por los jóvenes Roberto Llamedo, Julio Bobes y Juan Miguel Vicente. Operan en las playas de Celorio, Barro y Toranda, por lo que la razón de su existencia es el Cantábrico, con alquiler y cursos de surf, padel surf y kayak. Amplían la oferta con equitación, bicicletas y paintball y su apuesta de futuro pasa por los campamentos multiaventura, con estancias de una semana para entre 60 y 90 personas a las que ofrecen «alojamiento con pensión completa, materiales específicos para cada actividad, monitores titulados, visitas guiadas y cuatro horas diarias de actividades», detalla Roberto Llamedo.

Planeta Palombina ofrece «23 puestos de trabajo» y los comentarios en las redes sociales de sus usuarios son tremendamente elogiosos: el 90% de las opiniones califican las actividades como excelentes, la máxima puntuación. Llamedo hace especial hincapié en valorar que Planeta Palombina «es una empresa fiable porque cuenta con gran experiencia, monitores titulados, calidad en los equipamientos y máximo respeto a la normativa que regula la actividad».

Josemi, uno de los veteranos

Uno de los más veteranos en la oferta de ocio en Llanes es el madrileño José Miguel Real 'Josemi', que en el año 1996 ponía en marcha la empresa Rumbo a Picos, al tiempo que abría el Albergue de la Estación.

Rumbo a Picos ofrece «espeleología, rutas de senderismo, barranquismo, descensos de río en canoa y vías ferratas, en Ponga y La Hermida». Josemi, licenciado en Publicidad y Marketing, llegó a Llanes como turista en 1995. «Me gustó y decidí quedarme porque cada día se me hacía más difícil vivir en Madrid. Era una época en la que empezaba el turismo activo y contraté con FEVE la concesión de un trozo de la estación para convertirlo en albergue», explica.

Dar posada al caminante a Santiago resulta gratificante y es buen negocio. De esa actividad Josemi lo sabe todo: «Hace 20 años apenas había peregrinos en el Camino del Norte. De hecho, el primero que llegó a mi albergue lo hizo en 2002. Hasta esa fecha tenía como clientes a turistas, colegios y grupos de amigos. Hoy, más del 70% de los usuarios son peregrinos. Eso sí, casi nunca reservan con antelación».

Aquel que piense que el peregrino no deja dinero por donde pasa se equivoca. «El gasto mínimo de un peregrino es de 30 euros diarios: doce para el alojamiento; diez para la cena; tres para el desayuno y otros cinco para los bocadillos y el agua del día», indica. Se estima que durante la temporada estival «más de 300 peregrinos cruzan el concejo a diario». El perfil del caminante cambia con cada estación: «En verano llegan peregrinos con edades de entre 20 y 30 años, mientras que en el resto del año la media es de entre 40 y 60». En cuanto a la procedencia, el mayor número de ellos proviene de «Alemania y Francia». En el segundo escalón se situarían «británicos, daneses, suecos, holandeses y checos», siendo los más exóticos «canadienses, japoneses y australianos».

En el Albergue de la Estación, además de la cama, se les ofrece «cocina, internet, sábanas y mantas, baños y duchas y atención las 24 horas». Como opciones cuentan con «lavadora y secadora».

Un negocio fundado en 1922

Aunque resulta lógico pensar que nadie visita Llanes con la única razón de comer helados, no es menos cierto que todos los turistas que llegan al concejo terminan haciéndose clientes habituales de la heladería Revuelta, una negocio fundado en la villa, en 1922, por el barquillero cántabro Lisardo Revuelta. La empresa oferta en la actualidad «25 puestos de trabajo» y el maestro heladero es Alfonso Rumayor Revuelta, uno de los propietarios.

Helados Revuelta cuenta con tres instalaciones fijas y seis furgonetas que están presentes en las playas y en cualquier fiesta del concejo. Durante el verano elabora y vende «30.000 litros de helado, de 26 sabores diferentes» y contribuye a generar riqueza en el municipio al abastecerse en un mercado de proximidad. «Intento comprar en la zona todo lo que pueda. Toda la leche procede de Porrúa y la nata de la industria Inés Granda. Compro los arándanos en Quintana y las fresas en Bricia», dice Alfonso, un hombre inquieto que cada mes de enero viaja a la localidad italiana de Rimini, donde se celebra la Feria del Helado. «Es la mejor pantalla para ponerse al día en maquinaria, novedades del sector, decoración y vehículos», destaca.

La filosofía de la empresa heladera llanisca no es otra que «esfuerzo, trabajo y crecimiento». Y entre los proyectos de futuro destaca «la distribución a negocios de hostelería».

En diciembre, cuando los heladeros descansan, Alfonso Rumayor participa en un rallye solidario que se celebra en Marruecos. «Cada competidor acude con ropa, juguetes y material escolar para niños que entregamos en la última etapa con final en la localidad de Merzouga».