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Nacho Vega y José de la Torre, dos de los nuevos pobladores que se han asentado en el núcleo rural de Bustovela. Xuan Cueto
Bustovela, el pueblo resucitado

Bustovela, el pueblo resucitado

Fuera de ordenación desde 2004, regresa al PGO de Cangas tras llegar nuevos vecinos | La modificación permitirá optar a licencias para rehabilitar las casas. «Hasta ahora solo podíamos evitar que se deteriorasen», dicen

Gloria Pomarada

Viernes, 29 de noviembre 2019, 13:05

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El abandono en el que quedó sumido el pueblo cangués de Bustovela hace medio siglo, cuando se quedó sin población, lo había hecho desaparecer incluso del ordenamiento urbanístico. En el Plan General de Ordenación (PGO) de 2004 dejó de considerarse núcleo rural, una decisión que quince años después ha enmendado la corporación municipal. Ayer mismo, el Pleno daba luz verde a una modificación puntual del PGO que vuelve a contemplar Bustovela por un motivo que invita a la esperanza: el regreso de vecinos. Por esta aldea enclavada a 400 metros de altitud, con vistas a la Peña Verde, se interesaron ya a finales de los noventa un grupo de nuevos pobladores. Tras tratar con un centenar de propietarios, acabaron por comprar el pueblo, en el que comenzaron a trabajar en 2009. Tres años después, una decena de urbanitas llegados desde Burgos, Canarias o Madrid se instalaban finalmente en Bustovela, donde les aguardaba una desagradable sorpresa. «No teníamos ni idea de que lo habían sacado de ordenación, nos enteramos a los dos años de haber empezado los trámites», cuentan José de la Torre y Ángel Expósito, dos de los 'neopobladores'.

Ese detalle burocrático les ha traído de cabeza en este tiempo, pues en la práctica les impedía acceder a trámites básicos como la solicitud de licencias. «El cambio supone recuperar la consideración que siempre ha tenido, no hay más que verlo, esto es un pueblo», apuntan. Que efectivamente la imagen sea la de una aldea que despierta de un largo letargo se debe a su empeño en un proyecto que encuentra ahora pleno encaje legal. «Estábamos rozando situaciones administrativas que no son las más idóneas, lo que podíamos era intentar que no se deteriorasen más las construcciones, pero no podíamos hacer nada. Ahora ya podemos solicitarlo», apuntan. Confían además que la medida contribuya a atraer a nuevos residentes, hasta una veintena. «Ahora somos diez, pero hay muchas personas que tienen interés, que vienen ya una semana al mes o fines de semana», cuenta De la Torre.

Vista del pueblo de Bustovela, rodeado de los colores del otoño.
Vista del pueblo de Bustovela, rodeado de los colores del otoño. X. Cueto

No poner trabas

El grupo reside, todos juntos, en un inmueble que lograron adecuar, si bien el plan es que se rehabiliten hasta once viviendas. «Todo ha sido una inversión de unos cuantos amigos que vinimos con el corazón y que pusimos aquí nuestras pertenencias», indican. Vivir en un pueblo, continúan, era un proyecto personal y a las administraciones no les han planteado «ninguna exigencia», más allá de no poner trabas. «Para que esto sea posible tiene que haber gente que lo haga, no se piden medallas, pero por lo menos que den facilidades», dicen.

Ellos mismos se han encargado de dotar al núcleo de suministros, con electricidad procedente de placas solares y una traída de agua de un manantial cercano, que también han ejecutado con sus propios medios. «Vamos haciendo las cosas con cariño, pero son necesarias ayudas para el medio rural», dicen. En su caso, la pista de acceso fue reparada por el Principado y el Ayuntamiento cangués, si bien restan aún tramos por completar. Por delante tienen también su propio camino vital, que ligan a Bustovela y que animan a emular a más «vanguardistas» dispuestos a «arriesgarse»: «Por ellos esperamos», dicen.

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