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G. POMARADA
CARREÑA.
Jueves, 22 de agosto 2019, 00:08
Encarnación Martínez Noriega ha pasado sus 88 años entre el pastoreo del ganado por Picos y la elaboración de queso Cabrales. Irene Mier Soriano, sus 23 entre las aulas de Las Arenas primero y de la Universidad de Oviedo después. Nacidas una en Camarmeña en 1931 y otra en Arenas en 1996, las seis décadas que las separan dan una impronta diferenciada a su discurso, pero la misma esencia al mensaje: la defensa de la tradición y el medio rural. Ambas, cabraliegas de pro, son expresión de las mujeres de su época y, en esta 49 edición del certamen del queso Cabrales, ejercerán como Pastora Mayor de los Picos de Europa y Xana Naranjo de Bulnes.
«Preferiría ser Xana Picu Urriellu en vez de Naranjo de Bulnes, que lo guapu y adecuáu sería usar la toponimia propia y original», cuenta la joven Irene Mier, descendiente de los pastores y elaboradores Ramón Mier y María Mier. Estudiante de Geografía y Ordenación del Territorio, su vida académica la ha llevado hasta Oviedo, si bien sueña ya con volver. «Me quedaría encantada, aquí se está en paz», afirma. Muestra de su compromiso con Cabrales es la temática elegida para su trabajo de fin de grado, una «revisión» sobre la DOP que contará con el profesor cabraliego Jesús Ruiz como tutor. «Hasta ahora hay poco escrito, queremos incidir en el aspecto del paisaje, en la labor de mantenimiento de la gente que está trabajando aquí», explica.
Mier sabe bien por tradición familiar que el trabajo en el campo «es muy duro», de ahí que dé «siempre el callo defendiéndolo a capa y espada», al igual que hace su paisana Encarnación Martínez. «Es una pena, la gente se está deshaciendo de las cabras y las ovejas porque así no se puede vivir. Con los lobos estamos negros, antes no había tantos», cuenta la veterana pastora.
Sus primeros pasos por Picos se remontan a su infancia, en la majada de Ondón y la Jelguera de Bulnes. «Mis padres hacían queso de siempre, pero de aquella los hombres trabajaban en Viesgo y éramos más las mujeres las que andábamos a las cabras y al queso», explica. Tras casarse a los 27 años, pasó a Pandébano y, finalmente, a Tielve, donde continúa la saga de elaboradores. Madre de cinco hijos, abuela de seis nietos y bisabuela de otros siete, afirma emocionada sentirse «orgullosa de todos, buenos y trabajadores». La satisfacción se incrementa con el hecho de ser el de la quesería Valfríu, capitaneada por su hija María Salud Herrero, el queso más caro del mundo. Este mismo año su Cabrales entraba en el libro Guinness de los Récords tras alcanzar la pasada edición del certamen un precio de 14.300 euros.
Detrás del éxito de sus descendientes está también la figura de la matriarca, que a sus 88 años no falla a la visita diaria a la quesería. «Voy todos los días, es una cosa que hice toda la vida y que me gusta. El queso se vende bien y quiero que los hijos sigan», asevera.
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