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Jinetes a la cabeza de la comitiva que marchó desde la Piscifactoría a La Cueva por las calles de la villa.

Infiesto sella su alma rociera

Más de doscientos jinetes y carretas participan en el desfile de la capital piloñesa | Los cuidados trajes y el porte de los caballos deleitaron a los cientos de asistentes, que abarrotaron el santuario de La Cueva

ENRIQUE CARBALLEIRA

INFIESTO.

Lunes, 6 de mayo 2019, 01:39

La vigésima edición de la Feria de Abril de Infiesto finalizó ayer a lo grande. La jornada primaveral y soleada animó a cientos de personas llegadas desde distintos puntos de la región, y también de otras autonomías, a participar en los actos centrales de la celebración rociera, en la que los caballos se convirtieron de nuevo en máximos protagonistas. A partir de las doce del mediodía la comitiva, formada por más de doscientos jinetes y carretas, partía desde las instalaciones de la Piscifactoría en dirección al santuario de La Cueva. Los cuidados trajes y el porte de los caballos participantes hacían que el desfile luciese de una manera especial, como reconocían muchos de los asistentes, especialmente los que acudían por vez primera. Tras cubrir los aproximadamente dos kilómetros del trayecto, las carretas y los jinetes fueron entrando en el prau del Santuario de La Cueva. Antes de dar comienzo a la ceremonia, cantada por el Coro de la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Gijón, el párroco de Infiesto, Manuel García Velasco, recorrió el recinto para bendecir a todos los animales presentes. Mientras tanto, muchas personas aprovechaban para hacerse fotografías con los caballos y rocieros, a la par que daba comienzo la ceremonia en un templo que se encontraba a rebosar de asistentes.

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Desde Oviedo visitaba La Cueva, José Ramón, un asiduo de la celebración. Aunque normalmente acude a caballo, ayer se decidió por una pequeña carreta, en la que también viajaban su mujer y una amiga. Pero si había un carruaje que llamaba la atención era precisamente el que encabezaba la comitiva y en el que viajaban las autoridades locales. En este caso se trata de un coche gran lujo, perteneciente a la ganadería cántabra Evecan, que se estrenaba en la feria. Guiando el impresionante carruaje estaba Rubén Matanza, quien se mostraba encantado con la celebración piloñesa, «ya que tiene un gran mérito organizar un evento como éste, tan exitoso y que congrega a tantos caballos y público».

Sin embargo, pese a contar con impresionantes equinos, uno de los grandes triunfadores de la celebración levantaba apenas 60 centímetros de altura. Fue un pequeño burro, nacido hace solo quince días, y que acompañaba la carreta de la asociación cultural Camino Real de la localidad piloñesa de Lozana. La presencia del burrito despertó la simpatía de los presentes, especialmente cuando comenzó a mamar de su madre, encargada de tirar por el carruaje. Fueron muchos quienes quisieron hacerse una fotografía con él. Desde Madrid también visitaron La Cueva María Jesús y Rubén, quienes se mostraron encantados con el espectáculo del desfile y la misa y destacaron el gran número de personas que vestían atuendos rocieros.

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