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Estado en el que quedó el hórreo que en la tarde del miércoles se desplomó, aplastando a Lourdes Álvarez. Al fondo, su casa.

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Estado en el que quedó el hórreo que en la tarde del miércoles se desplomó, aplastando a Lourdes Álvarez. Al fondo, su casa. NEL ACEBAL

«Hacía poco que se miró el estado del hórreo y parecía que estaba bien»

La pequeña localidad piloñesa de Sieres llora la muerte de la mujer, que fue aplastada por un hórreo mientras recogía la ropa que había tendido

L. RAMOS

INFIESTO.

Viernes, 7 de diciembre 2018, 00:46

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Adoraba admirar el paisaje que se abría a sus pies desde la finca en la que se crió. Lo diáfano del lugar, bañado por el sol durante varias horas al día, hacía que la ropa secase y se airease mejor, decía. Por eso, siempre que podía, hacía la colada en la misma casa indiana que la vio crecer, ubicada a la entrada de la pequeña localidad de Sieres, en la parroquia piloñesa de Borines, para después tender la ropa bajo el hórreo familiar. Así lo hizo también este miércoles, pero cuando se disponía a recoger las prendas para regresar a su domicilio habitual, en La Felguera, pues le tocaba trabajar durante el puente, la fatalidad se cruzó en su camino. Por motivos que se están investigando, la estructura se vino abajo, sin dar a Lourdes Álvarez Antuña opción a escapar. La mujer, de 58 años, quedó atrapada bajo los escombros de la antigua construcción y se cree que falleció en el acto.

Eran cerca de las seis cuando el estruendo sorprendió a los vecinos del pueblo, si bien nadie se imaginó lo que en realidad había sucedido. «Estábamos en casa y oímos como un golpe fuerte, mi hijo se asomó y no vio nada, así que pensamos que podía haber sido cualquier cosa y no le dimos más vueltas», relataba ayer Pilar Cueto. Sin embargo, las sirenas y las luces que una hora y media después rompieron la tranquilidad de Sieres ya hicieron presagiar que algo ocurría.

Fue el marido de Lourdes, Tino, quien dio aviso al Centro de Coordinación de Emergencias cerca de las siete y media de la tarde, indicando que el hórreo se había desplomado y que su mujer no respondía. Minutos antes del terrible hallazgo, y extrañado porque era la hora de irse a La Felguera y Lourdes no aparecía, el hombre llamó a una vecina que vive a escasos metros de su domicilio, justo al otro lado de la carretera, para preguntarle si la fallecida estaba con ella. Al recibir una respuesta negativa la buscó por toda la casa, e incluso por una cuadra que hace las veces de garaje, pero sin éxito. Hasta que al salir al camino delantero de la casa se topó con la desgracia.

Hasta el lugar se desplazaron inmediatamente efectivos de Bomberos de Asturias, así como personal sanitario que solo pudo confirmar el fallecimiento de la mujer, por lo que también se dio aviso a la Guardia Civil. Tras recibir la pertinente autorización, los bomberos procedieron a recuperar los restos mortales pasadas las diez de la noche.

«Habíamos estado hablando solo unas horas antes, estaba como loca de contenta con la boda de su hija, que fue el pasado sábado, el mismo día de su cumpleaños. Estaba orgullosísima y nos estuvo enseñando fotografías y vídeos del evento», relataba esta vecina, rota de dolor. Y es que, para ella y su marido, madrileños llegados hace una década a la pequeña localidad piloñesa, Lourdes y Tino eran más que simples vecinos. «Desde el primer momento nos acogieron con los brazos abiertos. Ella era increíble, muy sociable, con todo el mundo hablaba y por todos se preocupaba, era de esas personas que te hacen sentir bien», rememoraba, sin poder contener las lágrimas.

Decenas de personas se acercaron en la jornada de ayer hasta el Tanatorio de Infiesto para apoyar y acompañar al marido de Lourdes y a sus dos hijas, Marta y Cristina. «Destrozados y en estado de shock», los familiares de la fallecida todavía no conseguían asimilar lo ocurrido. «Hacía poco tiempo un conocido había estado mirando el hórreo y, aparentemente, estaba bien», señalaban fuentes próximas a la familia. «Lourdes era una persona entregada a los demás, muy alegre y sumamente trabajadora, va a dejar mucho vacío», aseveraba otra vecina y amiga, visiblemente afectada por lo ocurrido.

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