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Marleen Verhoef ceba a los burros del refugio ubicado en la localidad parraguesa de Arobes. XUAN CUETO
Objetivo: dar de beber a los burros

Objetivo: dar de beber a los burros

El albergue de Parres pide ayuda para excavar un pozo y evitar que los voluntarios tengan que llevar a los asnos el agua a hombros en garrafas

GLORIA POMARADA

ARRIONDAS.

Martes, 20 de abril 2021, 02:38

El Paraíso del Burro iba camino de dejar de serlo debido a la escasez de agua derivada de unas instalaciones obsoletas que no podían arreglar por falta de fondos. El refugio para burros, ubicado en la localidad parraguesa de Arobes, llegó a permanecer este invierno sin suministro durante un mes y medio y fueron los propios voluntarios quienes «cargaban garrafas de agua a la espalda» para seguir atendiendo a los 28 animales que viven en el santuario y que precisan cada día de 15 litros por cabeza. Esa situación extrema y el temor a que en verano se repitiese el desabastecimiento llevaron a la entidad a emprender una campaña de micromecenazgo con la que recaudar los 8.500 euros necesarios para construir una instalación «autosuficiente», con pozo, bomba eléctrica y tanque de almacenamiento.

La respuesta no pudo ser más positiva y, en poco más de un mes, el Paraíso del Burro está a punto de conseguir su objetivo, pues pasa ya de los 8.100 euros. «Nos queda el último empujón», cuenta el voluntario Antonio Raunelli. La solidaridad, destaca, ha llegado de todo el mundo, desde la propia Asturias a Estados Unidos o Estonia, donde una niña «grabó un vídeo para promocionar la causa». «No somos los reyes de las redes sociales porque esto tiene un toque familiar y humano, pero lanzamos la campaña y la respuesta fue sobrecogedora. Hubo personas que sabemos que les cuesta y aun así nos dieron, eso nos emociona», agradece.

La campaña de micromecenazgo está jugando un doble papel, pues están detectando «mucho interés en visitarnos», explica Raunelli. Debido a las restricciones de la pandemia, las jornadas de puertas abiertas están suspendidas, pero sí siguen recibiendo voluntarios y animales. El refugio, que nació hace catorce años impulsado por la holandesa Marleen Verhoef, es el hogar de burros «que tienen una historia detrás, algunos bonita y otros no tanto», explica. 'Camila', una de las últimas incorporaciones, llegó tras el fallecimiento de su dueño, de 93 años. 'Roco' lleva en Arobes tres años y su caso es «más dramático», pues era el premio de un sorteo y «se lo iban a comer», denuncia el voluntario. Actualmente, continúa, la ocupación está «a tope», por lo que tienen también a animales en adopción. «Eso nos da espacio por si hay burros maltratados y se necesita», apunta.

En las instalaciones de Arobes cuentan con 28 animales «súper cariñosos», todos ellos con «una historia detrás»

En la labor de este santuario animal es determinante el papel de los voluntarios, procedentes de todos los rincones del planeta. «Vienen de Holanda, Alemania, Italia, Polonia, Italia, República Checa, Canadá, Francia... Es una familia rotativa», cuenta Raunelli, quien llegó desde Perú. De cara al futuro, el grupo piensa ya en nuevas metas, como recibir a grupos escolares y acoger terapias, una actividad con «mucho potencial porque los burros son súper cariñosos». Sobre todo si tienen agua para beber.

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