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Rescate en el Parque Nacional de Picos de Europa en agosto de 2007. BOMBEROS DEL SEPA
LOS ÁNGELES DE LOS PICOS

LOS ÁNGELES DE LOS PICOS

El Parque concentra más de la mitad de los rescates de montaña

LUCÍA RAMOS

LA MORGAL.

Domingo, 6 de agosto 2017, 04:52

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Llevan trabajando juntos durante casi tres décadas en las que no dejaron de formarse para adquirir cada vez más práctica y conocimientos de cara a prestar el mejor servicio a asturianos y visitantes. Es precisamente en esa experiencia conjunta y en la confianza mutua que de ella deriva donde radica el éxito que suele acompañar al Grupo de Rescate de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) en todas sus intervenciones. EL COMERCIO conoce los entresijos del día a día del 'dream team' de los rescates en Asturias de la mano de algunos de sus miembros más veteranos. Los bomberos rescatadores José Luis Torres, Nacho Fernández y Pablo Villena, el médico rescatador José Manuel Suárez y el piloto Juan José Hierro formaron parte del equipo fundacional de este grupo, en 1988.

«Empezamos de forma completamente voluntaria. Todos procedíamos del mundo de la montaña y habíamos participado en rescates de la mano de grupos montañeros, así que aunque en un principio nos tocaba traer nuestro propio material y sacrificar nuestro tiempo libre, cuando el Principado nos propuso crear este grupo, no lo dudamos. Era algo muy necesario», recuerdan. La evolución desde entonces, señala Fernández, fue «enorme». «El servicio se fue especializando y profesionalizando cada vez más y nos tuvimos que poner las pilas con la formación, pues ya no solo realizábamos rescates de monte, que era lo nuestro, sino en accidentes múltiples, de tráfico, de mar, de río... Aunque lo cierto es que la gran mayoría de las técnicas utilizadas en estos casos proceden de la montaña», indican.

Pese a que pasaron casi treinta años desde aquellas primeras salidas y hoy los miembros del grupo llevan a sus espaldas cientos de rescates, su reciclaje es continuo. «Estamos en constante formación, acudimos a cursos y realizamos prácticas con el helicóptero dos veces a la semana, exceptuando en verano, que es la época alta de incidencias», explica Hierro. Y es que, coinciden todos ellos, «no hay dos rescates iguales. Aunque se trate del mismo punto y las características del accidente parezcan las mismas, las condiciones pueden cambiar muchísimo de un día para otro, y debemos estar preparados», recalca Villena.

En una operación intervienen diversos factores, pero hay tres que son fundamentales, según señala el piloto: la climatología, la temperatura y la altitud. «Cuanto más elevadas son estas dos últimas, mayores son los requerimientos y límites de potencia con que trabaja la máquina y, por tanto, más pequeños los márgenes. Eso es algo que notamos todos los que vamos en el helicóptero y entonces todo se vuelve tenso, pues comprendemos que no podemos tener errores, ya que de cometerlos, los vamos a pagar de forma directa», manifiesta Hierro.

Es en esos casos donde entra en juego la enorme preparación de este equipo, probablemente uno de los únicos en los que cada efectivo no solo se limita a mantenerse inamovible en su función, sino que conoce perfectamente en qué consiste el trabajo de sus compañeros y puede echarle una mano en caso de necesidad. «Somos bomberos rescatadores, pero también tripulantes de vuelo. Es decir, manejamos la grúa, estamos pendientes de que toda la maquinaria funcione correctamente para, en caso de notar algo raro, poder avisar al piloto y, además tenemos formación sanitaria para poder ayudar al médico», explica Nacho Fernández. «En un rescate, cualquiera de los que formamos el equipo puede tirar a todos si comete un fallo, de ahí la importancia de estar perfectamente coordinados», agrega su compañero Torres.

Además, recalca Villena, el grupo cuenta con «un procedimiento base al que se adaptan todos los rescates, de forma que cada efectivo sabe perfectamente lo que viene a continuación en cada momento para así identificar inmediatamente los riesgos en cuanto algo no marcha como debe».

Primer médico rescatador

El Grupo de Rescate de Bomberos del SEPA fue, recuerdan sus miembros, el primero en instaurar la figura del médico rescatador, lo que conlleva una «asistencia desde el primer momento. Existen servicios similares al nuestro desde el punto de vista de que tienen helicóptero y demás, pero la diferencia importante es que no tienen la capacidad técnica para resolver cualquier situación», indica Suárez.

Entre las principales ventajas del servicio que prestan, agrega, hay dos fundamentales: la notable reducción del tiempo que tiene que esperar el afectado hasta recibir atención médica y la también importante disminución de los traumas que habitualmente suelen generar los traslados de una persona herida. «Minimizamos los daños que pueda sufrir alguien que ha sido víctima, por ejemplo, de una caída, pues evitamos baches, curvas y demás problemas del transporte por tierra, además de comenzar a atenderle en el mismo momento en que el equipo llega al lugar del suceso», explica el médico rescatador.

Pese a todo, recalcan los cinco, el Grupo de Rescate de Bomberos del SEPA «no es autosuficiente del todo. Existen muchos servicios en los que colaboramos con otra gente que estaba en el lugar o que llegó después. Nunca sobran manos. De hecho, los propios afectados, en muchas ocasiones, nos tienen que echar una mano para prestar ayuda a la víctima», explican.

Cuestión matemática

En lo que llevamos de año, desde el SEPA se llevaron a cabo 27 rescates de montaña y 13 de ellos tuvieron lugar en Picos de Europa, además de uno en Colunga y otro en Ponga. Algo que tiene dos causas, explican los bomberos. «El Oriente es una comarca que multiplica su población en verano, pero es que, además, en los últimos años también creció enormemente el turismo de montaña y rural. Es pura lógica: a más personas, más posibilidades de que tenga lugar un accidente», explica Torres. Y sus compañeros añaden que «la orografía de los Picos también hace su parte. En este caso, tenemos una montaña de un altitud mediana baja que tiene características de alta montaña. Eso complica cualquier accidente leve», indican. De hecho, agrega Suárez, «en Picos no solemos tener patologías graves, a no ser que por desgracia haya un fallecimiento, como sí sucede en accidentes de tractor, de madereros o caídas de tejados en la zona rural. El problema es llegar hasta el accidentado», asevera.

Un problema que, hasta el momento, la pericia y coordinación de estos héroes del Paraíso Natural ha permitido solventar con éxito.

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