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GLORIA POMARADA
CANGAS DE ONÍS.
Martes, 17 de abril 2018, 00:20
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No habrá cambios en la ley regional que regula la pesca en aguas continentales en materia de comercialización de salmones. Así lo confirma el viceconsejero de Medio Ambiente, Benigno Fernández Fano, que en declaraciones a EL COMERCIO deja claro que en su departamento «no hay previsión» de valorar modificaciones. «No hay ningún motivo», indica, que haga al Principado replantear la normativa sobre protección de los ecosistemas acuáticos y de regulación de la pesca en aguas continentales, vigente desde 2002, en la que se prohibe en su artículo 20 «la comercialización de cualquier especie piscícola, con excepción de los ejemplares procedentes de los centros de acuicultura debidamente autorizados».
La competencia en materia de pesca fluvial está por primera vez este año integrada en la Consejería de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente y no en el departamento de María Jesús Álvarez, quien perdía en julio funciones como las capturas en ríos o los daños por la fauna salvaje y la caza. Sin embargo, el cambio de atribuciones no ha variado la postura del Gobierno regional, mientras que con el inicio de la temporada de pesca de salmónidos las voces que piden un cambio en la legislación vuelven a alzarse. Entre ellas, las de uno de los sectores más reivindicativos: la hostelería.
Entienden las asociaciones del Oriente que la comercialización de salmones, con su correspondiente desarrollo normativo, permitiría atajar el furtivismo. De hecho, desde la Asociación de Empresarios de los Picos de Europa (Incatur) dicen tener «sospechas» de que «son muchos los salmones que se venden indirectamente». La ley contempla como «infracción muy grave» la comercialización de ejemplares.
El fin último de la normativa de pesca de Asturias es el «aprovechamiento sostenible de las especies y de los ecosistemas y preservación de la variedad y singularidad de los ecosistemas naturales y del paisaje, así como la progresiva recuperación de los ecosistemas acuáticos continentales degradados por la acción antrópica». Cada vez que resurge el debate sobre la comercialización, el Principado señala precisamente ese argumento para mantener la prohibición.
Es también habitual que la cuestión llegue a la Junta General cada temporada de pesca a instancias del Partido Popular con idéntico resultado y debate parlamentario. Los populares defienden la importancia de los salmónidos como recursos para generar riqueza y el Principado se re reafirma en su defensa de la especie debido a la escasez de ejemplares. Otro de los argumentos que suele esgrimir el Gobierno regional es la comparativa con otras comunidades autónomas, como Galicia, Cantabria, Castilla y León o Navarra, donde la venta tampoco esta permitida.
«Es absurdo que no se pueda vender lo que ya está muerto», sostiene Antón Caldevilla, presidente de la sociedad de pescadores El Esmerillón, una de las más combativas de la región en la defensa de la comercialización de salmónidos. Para el portavoz de los pescadores del Sella, la prohibición es un «capricho de los gobernantes y de los ecologistas» y es por ello que, dieciséis años después de la entrada en vigor de la ley, sigue instando al Principado «a legalizar la venta». «Es los mismo que la angula que sí se permite. Es absurdo», insiste.
En todo este tiempo, recuerda, desde El Esmerillón han prestado su «apoyo total» a la reivindicación de la hostelería, pues comparten que la inclusión de salmones en los restaurantes «repercutiría mucho» en la economía de la comarca oriental. No así en los propios pescadores, pues apunta que «un salmón de 5 kilos vale 200 euros» y la captura está limitada a cuatro ejemplares. «Es una miseria», zanja.
Caldevilla rebate también el argumento del posible aumento del furtivismo que podría registrarse de permitirse la venta. «Las autoridades están para vigilar, un salmón es un pez que no se puede meter en el bolso», señala. Actualmente, dice, existe «muy poca» pesca ilegal en la comarca oriental. Uno de los últimos casos que recuerda se remonta tres años atrás, cuando pescadores encontraron en el río «una red con cuatro salmones y cinco reos».
Para el presidente de El Esmerillón, el problema de la población de salmónidos se encuentra en la propia fauna: «Los furtivos más grandes son los cormoranes que lo están esquilmando todo».
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