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JUAN GARCÍA
RIBADESELLA.
Miércoles, 7 de febrero 2018, 00:08
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El argayo de Monte Somos, el desprendimiento de piedras y barro que este lunes obligaba a desalojar tres viviendas en la urbanización Sella Mar de Ribadesella, no ha experimentado evolución alguna. Es decir, no ha crecido en las últimas horas. De hecho, el ingeniero de carreteras que visitó la zona afectada el mismo día del suceso por la tarde aseguró que la situación «no es muy grave». Según destacaba ayer el concejal de Obras del Ayuntamiento de Ribadesella, Enrique Gancedo, el técnico les confirmó que tanto el muro como la escollera de contención construidos en la ladera «aguantan bastante bien, por lo que no cree que la cosa vaya a mayores, aunque sí podría caer algo más de barro».
No obstante, el Ayuntamiento de Ribadesella está esperando la visita de nuevos técnicos para completar la evaluación y el análisis del desmoronamiento. De hecho, aún no se sabe si el daño podría extenderse a la carretera del faro que, «por precaución, seguirá cortada», añadió Gancedo.
Con el estudio que llevarán a cabo los profesionales también se espera conocer las causas reales que provocaron el argayo, pues se baraja que podría deberse a la ruptura de una tubería de desagüe habilitada en la zona para recoger las aguas pluviales.
Enrique Gancedo confirmó que la parcela afectada por el desprendimiento es propiedad de la urbanización Sella Mar. Es decir, todo apunta a que la comunidad tendrá que asumir los costes de la reparación. No obstante, Ayuntamiento y propietarios piensan reunirse hoy mismo para estudiar la forma en la que debe acometerse la reconstrucción del talud. «Han solicitado una reunión con nosotros, así que habrá que esperar a la misma y a escuchar las recomendaciones finales de los técnicos», añadió Gancedo.
Al final fueron desalojadas tres viviendas, dos ocupadas por sus propietarios y una tercera en alquiler temporal. Uno de los primeros, Javier Núñez, tiene la intención de regresar a su casa «cuanto antes. Volvería hoy mismo -por ayer- si fuera posible, porque todo apunta a que no habrá más problemas», dijo. Lo hará pronto si se restablece el servicio de gas, cortado el lunes como medida preventiva. Esta decisión está en manos de la empresa suministradora, pero Enrique Gancedo pidió «prudencia» a los vecinos y les desaconsejó regresar a sus hogares: «Yo no lo haría, mantendría la prudencia, pero ellos sabrán», añadió.
Javier Núñez fue el vecino que el lunes dio la voz de alarma, avisando al ayuntamiento de lo ocurrido. Cuando ese día salió de casa para acudir a su trabajo se encontró con un «pequeño argayo» que había aumentado considerablemente cuando regresó al mediodía. «Cuando vine a comer había bajado mucho más y ya vino la gente del Ayuntamiento y nos mandaron desalojar las casas por precaución», explicó.
Entre tanto, las ocho o nueve familias que residen en el barrio del faro están obligados a realizar un largo recorrido para llegar a sus casas. Deben hacerlo a través de la carretera de Tereñes. Al menos tienen esa alternativa.
En una situación similar se encuentran quienes residen y trabajan al sur de Picu Ramonón, donde las obras de saneamiento mantienen cortada la carretera RS-2 desde el 17 de enero. Se han intensificado los trabajos, habilitando un turno de sábado con el que se espera adelantar la apertura al tráfico del vial.
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