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Daniel Marcilla, exgerente de la Faustino Sobrino, ante la playa del Sablón, en Llanes. NEL ACEBAL
«La residencia era un aparcadero de ancianos esperando a la muerte»

«La residencia era un aparcadero de ancianos esperando a la muerte»

Daniel Marcilla Alconero | Exgerente de la residencia de la Fundación Faustino Sobrino ·

«Ofrecí a sor Carmen una salida sin hacer ruido pero ella prefirió ir a contárselo al párroco, quien desde el púlpito arengó a las masas contra mi persona»

LUCÍA RAMOS

Domingo, 17 de febrero 2019, 01:51

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A lo largo de su amplia vida laboral, Daniel Marcilla Alconero (Piña de Campos, Palencia, 1958), llegó a dirigir los departamentos de recursos humanos de cuatro multinacionales de primer nivel, teniendo bajo su cargo hasta a 37.000 trabajadores y manejando presupuestos de seiscientos millones de euros. Sin embargo, ha sido en Llanes, en una residencia de apenas ochenta plazas, donde, asevera, ha pasado alguno de los momentos más duros de su carrera. Este miércoles, quien fuese gerente durante el último año y medio de la residencia de la Fundación Faustino Sobrino era despedido por el patronato, con el único voto a su favor del alcalde, Enrique Riestra (Vecinos por Llanes).

-¿Se esperaba el despido?

-Para nada. Yo me presenté este miércoles ante el patronato para presentar un informe de mi gestión durante 2018 a todos los niveles. Por primera vez en treinta años la residencia obtuvo unos resultados de explotación positivos, cuando anteriormente venía presentando unas pérdidas medias anuales de 350.000 euros, y me encuentro con que después de agradecerme mi gestión, los patronos van y me dan la patada.

-Desde Foro señalaron que la gestión económica no lo es todo en una fundación.

-Es que en este tiempo no solo se logró revertir la situación de pérdidas de la residencia, también se llevaron a cabo una serie de mejoras asistenciales que la convirtieron en la mejor de toda la comarca. Cuando llegué, la Faustino Sobrino era un aparcadero de ancianos esperando a la muerte y ahora no solo comen mejor, también tienen actividades y cuentan con un mayor abanico de servicios. Además, se invirtieron más de 100.000 euros en mejorar las instalaciones, pues hacía décadas que no se llevaba a cabo un mantenimiento.

-¿Tan mala era la situación que se encontró?

-Durante los últimos dieciséis años la fundación perdió hasta 5,6 millones de euros, hubo incluso años en los que se rozaron los 500.000 euros de pérdidas. Eso, sobre una facturación de un millón y medio. Es una barbaridad y creo que a los patronos anteriores se les podrían llegar a exigir penas de cárcel, pues la Ley de Fundaciones establece que éstas no se pueden descapitalizar.

-¿No ha pensado en denunciarlo?

-Se lo transmití en más de una ocasión al patronato, pues creo que debería ser quien interponga la correspondiente demanda, pero parece ser que no lo han considerado oportuno, porque hasta el momento no se hizo nada.

-Muchos defienden que el fin de la fundación es asistencial, que no es una empresa y no tiene por qué generar beneficios.

-Ya, pero es que esas pérdidas no eran debidas a que se estuviera prestando asistencia a gente sin recursos, más bien todo lo contrario.

-Explíquese.

-Cuando llegué hice un diagnóstico y me encontré con tres grandes focos de problemas. En primer lugar, se estaban pagando facturas con unos sobrecostes que en algunos casos llegaban al 499%. Pero es que, además, el cien por cien de las trabajadoras hacían un 25% menos de las horas para las que estaban contratadas y por las que cobraban y en torno a un 20% de los residentes no pagaban lo que estaba estipulado. Había alguna persona con más de 100.000 euros de deuda.

-Pero es que la fundación tiene como objeto atender a personas sin recursos.

-Sí, lo que pasa es que estos residentes a los que me refiero no eran precisamente personas que no pudiesen sufragar su estancia, sino gente con ilustres apellidos llaniscos. Es decir, en vez de atender a ciudadanos sin recursos, habían cogido la fundación como un chiringuito para el beneficio de gente con dinero.

-En su día, la directora, sor Carmen García, explicó que preferían comprar a proveedores del concejo y por eso era algo más caro.

-No es cierto. Los sobrecostes no eran de empresas locales. Además, yo propuse al patronato que en los concursos se diese prioridad a los negocios de la zona aunque sus precios fuesen hasta un 7% más elevados que los del resto.

-Uno de los momentos más polémicos de su paso por la Faustino Sobrino fue, precisamente, el despido de la religiosa, ¿por qué lo hizo?

-Porque su gestión era nefasta. Cuando llegué encontré quinientos kilos de comida caducada y di orden de que bajo ningún concepto se ofreciese a los residentes. Ella, que parecía estar por encima del bien y del mal, no hizo caso. Además, las facturas con sobrecostes llevaban su firma y cuando hice el listado de deudores tuve que poner a la congregación religiosa en el mismo, pues deben unos cuatro millones de euros a la fundación.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-En los estatutos se indica que las religiosas que trabajen en la residencia tienen derecho a salario, estancia y manutención, pero es que aquí había monjas impedidas que no trabajaban y tenían todos los beneficios. Por todo esto propuse al patronato el despido de sor Carmen García y se aprobó por unanimidad.

-Esta decisión generó un gran revuelo en Llanes.

-Sí. Le propuse salir sin hacer ruido, pero ella prefirió ir a contárselo al párroco, quien desde el púlpito arengó a las masas contra mi persona. Tengo el 'honor' de haber sufrido dos escraches, casi me han echado del concejo y todo esto ha afectado incluso a mi salud.

-Usted ha trabajado en grandes multinacionales, ¿no está acostumbrado a la presión?

-Jamás en la vida viví algo así. Ni cuando tuve bajo mi cargo a más de 37.000 personas. Es que he llegado incluso a ser agredido y amenazado de muerte por la hija una de las residentes, a quien, por supuesto, denuncié y que ya ha sido condenada por la jueza de Llanes.

Mejor ratio por residente

-¿Y qué pasa con las trabajadoras? Sus detractores dicen que logró ahorrar dinero eliminando personal.

-Eso no es cierto. Sí que pasamos de 27 a 22 auxiliares de geriatría, pero es que ahora se trabajan las horas contratadas. Es decir, aunque hubiese menos auxiliares, en 2018 se hicieron 2.000 horas más que en 2017. Además, contraté una psicóloga, una nutricionista, una fisioterapeuta y una animadora sociocultural, dotando a la residencia de personal con valor añadido que antes no tenía. Tenemos uno de los mejores ratios de toda la comarca.

-Desde CCOO aseveran que estudian tomar acciones legales contra usted por supuestos comentarios vertidos en diversos foros en los que criticaba a alguna de las trabajadoras.

-Me parece perfecto. Que ejerciten las acciones legales que consideren oportunas. No tengo ningún miedo, pues absolutamente todo lo que he dicho está perfectamente documentado y es demostrable, así que, quizás, si vamos a los juzgados cambien las tornas.

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