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GUILLERMO FERNÁNDEZ
LLANES.
Domingo, 22 de septiembre 2019, 01:21
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Ni los organizadores están seguros de cuántos moteros participaron ayer en la VIII Concentración Internacional de Vespas y Lambrettas que tenía a la villa de Llanes como punto de salida y regreso. Se repartieron 488 mochilas, aunque se supone que eran más de 500 las personas que tomaron la salida. Sobrecogido por el éxito, desde primeras horas de la mañana, Ildefonso Pulido, presidente del Club Vespa de Llanes, recibió besos, abrazos y saludos de fanáticos 'vesperos' llegados desde diferentes puntos de la geografía peninsular, así como de Inglaterra, Bélgica y Escocia.
La camaradería, el olor a gasolina y el dióxido de carbono cotizaban al alza a primeras horas del día en la calle del marqués de Canillejas, lugar elegido para la salida de la primera ruta. Antes de que eso sucediera, se celebraron los tradicionales actos protocolarios. El Ayuntamiento de Llanes, por medio de los concejales Priscila Alonso e Iván García, entregó un cheque de mil euros a la Asociación Galbán, un colectivo de familias de niños con cáncer de Asturias que reciben tratamiento en el HUCA. A continuación, la centenaria María Teresa Llaca, madrina del club, procedía al corte oficial de cinta acompañada por familiares, amigos y miembros de la organización. La anciana finalizó su discurso gritando «¡Moteros, adelante!». Por último, la gaitera Graciela Fernández y la tamboritera Celia Izaguirre interpretaban el himno de Asturias, en la plataforma sobre el río Carrocedo. Por fin, Ildefonso Pulido, enarbolando las banderas de Llanes, Asturias y España, daba la salida oficial a una interminable riada de motos.
La ruta de ayer, de cien kilómetros, tras salir de Llanes continuaba por Colombres, Panes, Alles, Arenas y Carreña de Cabrales, Alto de Ortiguero, Posada y vuelta a la capital del concejo. Se efectuaron reagrupamientos a la entrada del Archivo de Indianos y en el aparcamiento cabraliego del Pozu de la Oración, y una prolongada parada técnica en Panes para tomar un aperitivo.
A las tres de la tarde, los moteros estaban de regreso y ocupaban asiento bajo una carpa en el aparcamiento de la zona del Sablón. Allí sí que eran más de 600 los comensales dispuestos a llevarse a la boca una fabada preparada por Pepe Cavallé con 60 kilos de fabes, 150 morcillas, otros tantos chorizos, seis pancetas y cuatro lacones. Después, codillo. Y más tarde, arroz con leche.
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