Lo que el paciente no ve del HUCA
Las entrañas del hospital. La logística que bombea el corazón sanitario de Asturias es espectacular. Sólo en agua y luz, consume como una ciudad de 15.000 habitantes
El consumo de agua y electricidad del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) equivale al de una población de unos 15.000 habitantes, más ... o menos como los concejos de Villaviciosa, Corvera o San Martín del Rey Aurelio. Y para que funcione un complejo hospitalario con dimensiones de ciudad es tanto lo que esconden sus entrañas como lo que está a la vista. EL COMERCIO ha tenido acceso a ese HUCA más desconocido coincidiendo con la celebración –el próximo viernes– de su décimo aniversario. Josu Jiménez, jefe del Servicio de Ingeniería, y Alfonso Álvarez, jefe de la sección de Logística e Infraestructuras, han guiado a este periódico por el interior de unas instalaciones que «siguen siendo punteras» diez años después de su inauguración.
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Las cifras vinculadas a la actividad no asistencial que se desarrolla en los sótanos del hospital son espectaculares. Hay unas 140 personas que se ocupan del mantenimiento, la logística y la limpieza del HUCA y otras 160 trabajan en la cocina, donde se elaboran «no menos» de 850 comidas diarias y otras tantas cenas. El espacio ocupa 1.500 metros cuadrados, donde «todo se hace casero, los postres, todo. Habrá platos que gusten más y otros menos, pero se usa aceite de oliva virgen extra y materias de primera», incide Ángeles Roso, una de los siete jefes de cocina.
Los menús, pautados por dietistas, se distribuyen en las bandejas mediante un proceso en cadena, siguiendo las indicaciones relativas a cada paciente. «Nadie sabe todo el trabajo que se hace aquí», señala Roso. Es el turno de la comida y en la sala el ritmo es frenético. «La alimentación de un hospital es algo muy importante», sostiene. Todos llevan mascarilla, gorro y guantes, y actúan de forma «muy coordinada», sin parar ni un minuto hasta que termina el servicio.
Una vez llenas, depositan las bandejas en unos carros metálicos, con zona de frío y calor, que se envían en ascensor a la planta -2, donde los famosos robots del HUCA esperan para entrar en acción. Se acoplan a los carros y transportan la comida a las unidades de hospitalización correspondientes, de acuerdo a una programación informática previa. Para asegurarse de que no descarrilen, existen en el suelo unos imanes del tamaño de monedas de dos céntimos, dispuestas como migas de pan en las rutas a seguir.
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Quince vueltas al mundo
«A día de hoy, apenas hay hospitales en España con este sistema de transporte robotizado», destacan Josu Jiménez y Alfonso Álvarez. El HUCA cuenta actualmente con una flota de 14 robots, dos más que en junio de 2014. También se ocupan de trasladar la medicación, suministros o la ropa limpia que llega de la lavandería de El Cristo. «Mueven unas 180 toneladas al día en total, lo que pesa un avión intercontinental», apunta el jefe del Servicio de Ingeniería.
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Estas máquinas de fabricación austríaca están en funcionamiento «todo el día». Josu Jiménez calcula que han realizado más de 700.000 kilómetros desde que el hospital se inauguró; más de quince vueltas al mundo. Ese nivel de actividad conlleva una gran labor de mantenimiento, de la que se encarga Antolín Eloy Llamas. Cada día, en su taller, se desmonta y revisa un robot, como «si fuera un coche de fórmula 1». Y una vez al año, «se les hace una ITV completa». Es de tal importancia la labor que desempeñan estos artilugios que se han ido introduciendo ajustes para tratar de optimizarlos al máximo. Por el sótano, ahora avanzan a mayor velocidad –unos 5,5 kilómetros por hora– y también es más rápida la apertura de los ascensores que utilizan para moverse por el hospital. Así, se ha ganado en disponibilidad robótica: casi dos horas diarias.
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En realidad, prácticamente todo el funcionamiento del HUCA está informatizado. Desde una sala con un montón de ordenadores y pantallas, se gestiona y controla la climatización, el agua, la iluminación, el tratamiento del aire, 72 ascensores, los sueros y gases medicinales o el sistema de transporte robótico. «Hace diez años, ibas con el destornillador y la llave inglesa. Ahora, también se usan, claro, pero las incidencias ya se gestionan por ordenador», comenta Jiménez.
Un ejemplo: si se abre la puerta de uno de los conductos que suministran aire a los quirófanos salta un chivato sólo por el cambio de presión. El HUCA, por cierto, cuenta con un total de 270 unidades de tratamiento del aire, donde lo filtran, humidifican y le aportan la temperatura adecuada: «Aquí se hacen 25 renovaciones de aire por hora». Josu Jiménez muestra a EL COMERCIO la unidad situada en la azotea, muy cerca del helipuerto. Da servicio a los bloques quirúrgicos, que «necesitan una humedad de entre el 40% y el 60%». Según entras, en una de las muchas tuberías que cruzan la instalación, puede leerse claramente «boxes UCI trasplantes».
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El HUCA tiene, además, la capacidad de fabricar 'aire sintético' a -170 grados centígrados, a partir de cuatro tanques enormes en los que se almacena oxígeno y nitrógeno líquido. Se utiliza para respiradores y mesas de anestesia. Como las bombonas de distintos tamaños y composición –las de los neonatos llevan helio, para protegerles los pulmones– que se almacenan en una sala específica, donde hay reservas suficientes para afrontar cualquier situación de emergencia o imprevisto.
80.000 metros cuadrados
Nada se deja al azar. El HUCA dispone de generadores autónomos por si se produce un apagón y unos sistemas de alimentación ininterrumpida que garantiza el suministro eléctrico de las zonas críticas en todo momento. Complementan una instalación que proporciona 18 megavatios de potencia y que es la mayor obra civil de su categoría en Asturias. Lo mismo ocurre con la climatización, que es posible gracias a cinco centros de transformación que enfrían y calientan 3.000 metros cúbicos de agua por hora, y que consta de una zona protegida, especial para UCI's y quirófanos.
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«Funciona como el cuerpo humano», dice Josu Jiménez del entramado de tuberías que, como si fueran arterias, bombean el corazón del HUCA. Todas esas instalaciones ocupan más de 80.000 metros cuadrados. Las enfriadoras que se utilizan para la climatización del hospital son de las más grandes de Europa. Y los depósitos donde se almacena y trata el agua de consumo –la que sale del grifo– tienen capacidad para un millón de litros de agua.
El 'back stage' del HUCA impresiona. Hay tuberías en el techo incluso para mover la ropa sucia o las muestras de sangre y orina, que llegan al laboratorio a través de nueve tubos neumáticos, uno de ellos exclusivo para Urgencias. El viejo Hospital Central generaba unas 300 muestras al día. El HUCA actual, unas 2.200. Entre ocho de la mañana y tres de la tarde, estas líneas propulsadas por aire no paran. «Este hospital es la bomba. Todavía hoy, diez años después de su inauguración, sigue siendo muy moderno», concluye Jiménez, que lleva trabajando en el hospital de La Cadellada desde que era una estructura de hormigón.
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