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«Pasé de cobrar 2.600 euros por mí y mi marido a los 409 euros de la paga de viudedad»

L. MAYORDOMO

GIJÓN.

Martes, 12 de junio 2018, 01:25

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María Antonia Alonso dejó Asturias con 21 años, una maleta y el sueño de una vida mejor. En Venezuela trabajó mucho y ayudó en todo lo que puedo en «sacar adelante a mi familia aquí». Regresó 37 años y medio después, en 2001, con su marido y la idea compartida de disfrutar de la jubilación en la tierra que los había visto nacer. Desde 2014, además, con el cómodo colchón que suponían los 2.600 euros de las dos pensiones -la suya y la de su marido, del que había quedado viuda- que percibía después de que el Gobierno de Maduro decidiera ese año elevar la cuantía de esta prestación económica. Fue apenas un espejismo porque en enero de 2016, se cerró el grifo. «Me vine ya mayor, contando con la pensión de allá y ahora estoy sin ella y peor que cuando me fui», cuenta.

Las más de 250 personas que integran la Asociación de Pensionistas y Jubilados de Venezuela en Asturias (Asopeve) se encuentran en una situación muy similar. «La gente está volviendo a España con la maleta vacía, igual que cuando se fueron hace cincuenta o sesenta años. El problema es que en aquella época eran jóvenes y con salud y ahora son personas muy mayores, con 80 y hasta 95 años y una salud muy precaria», incide Marisa Martínez, responsable del área social de Asopeve. La mayoría apenas habían trabajado antes de partir a Venezuela. De ahí que las pensiones españolas que reciben a su vuelta sean, en la mayoría de los casos, muy bajas. «Hay casos de pensiones de 2,61 euros», subraya Martínez.

María Antonia Alonso vive ahora mismo con los 409 euros mensuales de la pensión por viudedad de su marido como único ingreso. Y eso, gracias a que él trabajó y cotizó once años en España antes de emigrar a Venezuela. Ella también había trabajado un tiempo antes de hacer las maletas, pero «cuando pedí la vida laboral vi que solo habían cotizado por mí nueve meses y no tenía derecho a nada». Así que se las tiene que arreglar con 409 euros. «Y con eso muy poco se puede hacer», apunta ella, que, pese a todo, se reconoce una privilegiada en comparación con tras personas de su entorno.

«Yo afortunadamente tengo mi casa, pero a mí me queda una hermana allá, de 77 años, que todavía no se ha venido, pero acabará haciéndolo, y no tiene nada aquí, ni casa ni nada», lamenta Alonso antes de insistir en que el retorno es la única solución. «Tendrá que venir porque la situación es insostenible. Tenemos que estar mandándole comida, medicamentos...».

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