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Pedro Nieva, el inductor del crimen del concejal Javier Ardines, un hombre celoso y muy violento

«Los últimos meses tenía un aspecto muy dejado y desmejorado, no parecía la misma persona», dicen los amigos del electricista vasco

LUCÍA RAMOS / OLAYA SUÁREZ

Miércoles, 20 de febrero 2019, 03:06

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«Es una persona muy celosa y violenta, pero no creíamos que iba a llegar tan lejos». Pedro Nieva tiene 48 años, dos hijos y una mujer a la que no estaba dispuesto a renunciar. Aunque para ello tuviera que urdir un macabro plan. Porque en su cabeza, Javier Ardines era un adversario que podría desbarajustarle su vida, aparentemente estable. Su círculo más cercano cree que estaba metido «en asuntos turbios». A sus amigos no les cuadraba que la empresa de montajes de suministro eléctrico pudiera dar tanto dinero como para mantener el ritmo de vida que llevaba la familia: un chalet pareado en Amorebieta -donde fue detenido-, una casa de nueva construcción en Belmonte de Pría para pasar vacaciones y fines de semana, coches de alta gama, viajes...

No tiene antecedentes, pero pudo acceder «con facilidad» a contactar con dos personas que estuvieran dispuestas a matar por dinero, un extremo que no está al alcance de cualquiera. No en vano, los sicarios no se publicitan.

El electricista de 48 años arrestado como presunto inductor del asesinato de su amigo y primo político era la «envidia sana» de sus excompañeros en el instituto de Formación Profesional Urritxe, en Amorebieta. «Era una persona a la que las cosas le iban muy bien para lo difícil que está prosperar en este sector», comenta de los exalumnos del centro en el que Pedro se formó en el oficio.

En 2002 se lanzó a montar una empresa de instalaciones, Electricidad Mugarra. Ayer, la sede estaba cerrada a cal y canto. Ningún cartel daba cuenta del motivo. Fue también en Amorebieta donde conoció a su mujer, la prima de la esposa de Ardines. Nacida en Suiza, de padres llaniscos emigrados primero al país helvético y más tarde al País Vasco, nada más empezar su relación de pareja, hace unos 25 años, comenzaron a frecuentar juntos Llanes. Primero en la casa de la familia de su mujer y más tarde en una que construyeron para ellos a capricho, a escasos metros de Javier Ardines y su esposa, Nuria Blanco. Pasaban allí largas temporadas. Sus hijos tienen una pandilla de veraneo y los padres estaban perfectamente integrados en un grupo con el que pasaban horas de playas, cenas, excursiones, charlas, verbenas y conversaciones.

Pedro y su mujer se casaron hace 18 años. Tienen dos hijos varones, de 18 y 22 años, a los que enviaron a estudiar a la ikastola privada Lauaxeta. A toda la familia le apasionan los deportes de motor, sobre todo las motocicletas. Uno de los hijos, de hecho, es muy aficionado al motrocross. Al otro le encanta la música electrónica y ha dado sus primeros pasos en el mundo de los Dj.

Sus vecinos de la urbanización Zabipunte vieron todavía al supuesto inductor el domingo en un bar en compañía de su esposa y «con un aspecto desmejorado y dejado, había engordado y se había dejado barba, no parecía la misma persona a la que antes siempre veían de punta en blanco, con ropa de marca y mucho mejor aspecto».

No acudió al funeral

En agosto no se dejó ver por Llanes. No acudió al funeral de su íntimo amigo Javier, un gesto que resultó «muy extraño» entre el resto de integrantes de la pandilla y de la propia familia de Ardines. Sí regresó a Asturias en septiembre para la celebración de la Virgen de la Blanca, en Nueva, una cita a la que no faltaba. «Al matrimonio se le vio más unido que nunca, muy acaramelados en público, pero ese fin de semana ya no estuvieron con la viuda del concejal y tampoco con el resto de amigos», dicen los allegados.

Ese comportamiento sorprendió en Llanes. Cuando EL COMERCIO publicó que la Guardia Civil vigilaba a un vecino de País Vasco como principal sospechoso del crimen, no se les volvió a ver. Ni siquiera en el puente de la Constitución ni en Navidad. «Desaparecieron», dicen sus amigos.

Para la familia más cercana de Ardines, fue la confirmación de que estaba involucrado de una u otra forma en el violento episodio que acabó con la vida del edil. Así se lo hizo saber la viuda en las muchas conversaciones que mantuvo con los agentes de la Guardia Civil, quienes desde el primer momento tuvieron un estrecho contacto con la mujer y los hijos de la víctima.

Para los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la Policía Judicial de la Comandancia de Gijón, el asunto empezó a estar meridianamente claro a finales de noviembre. Hubo que esperar más de dos meses para tener la investigación atada y poder presentar a los cuatro detenidos ante la jueza instructora de Llanes con pruebas que puedan respaldar los cargos que previsiblemente les serán imputados.

Hoy la Guardia Civil realizará un registro en la casa vacacional de Pedro Nieva, esa que construyó al lado de la de Javier Ardines antes de que los celos se interpusiesen entre los dos.

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